Como viene sucediendo desde comienzos de 2007, la cifra de aumento de precios que da el gobierno cada mes es inferior a la realidad. Así se logró el milagro que la inflación fuera sólo del 8,5% en un año, cuando en la realidad fue del 24%. Lo mismo se repite ahora con el gobierno de Cristina Fernández, poniendo aumentos mensuales de precios mucho menores de lo que se registran en el mercado.
Por ejemplo, mientras el gobierno dice que la carne subió apenas el 1,9% durante febrero, sumando el 3% en el primer bimestre, en las carnicerías los aumentos que se registran promedian el 15%. Algo semejante ocurre con los útiles escolares, que según el gobierno aumentaron sólo 1,9%, lo que llevaría los aumentos a un 14,5% en relación al año pasado, mientras los registros de las consultoras y las asociaciones de consumidores dan un aumento superior al 30%.
Esto para ejemplificar con productos en los que se admite que hubo subas, que en el índice general terminan achicándose aún más, porque además se sostiene que hubo bajas fuertes en frutas, verduras y vestimenta, y hasta que el transporte bajó 0,3%.
Con esos precios, un grupo familiar integrado por dos adultos de 30 años, y dos niños de 8 y 5 años requeriría de 449,59 pesos por mes para no caer por debajo de la línea de la indigencia, cuando en la realidad ya ese mínimo de subsistencia supera los 600 pesos. Algo similar ocurre con la Canasta Básica Total, que además de los alimentos incluye algunos servicios y transporte, que a los precios ficticios del gobierno requiere de 970,86 pesos mensuales, cuando a los precios reales hoy se requiere más de 1.200 pesos para no estar por debajo del límite de pobreza.
02 de October de 2010