En la reciente conmemoración del 46 aniversario del PCR de la Argentina, nuestro secretario general camarada Otto Vargas, señaló: “20 millones de personas están condenadas al trabajo esclavo en este mundo capitalista, entre ellas millones de mujeres y de niños por la trata de personas. Y esta cifra crece año a año en más de dos millones de personas. Tenemos el drama de la crisis mundial: Desde hace cinco años condena a la desocupación y al hambre a millones de asalariados y desposeídos. Los gobiernos capitalistas se preocuparon por salvar a los bancos y ahora balancean ‘Nos va bien’, como dicen los españoles o los yanquis. Ellos salvaron a los bancos, no les importó la suerte de los trabajadores. En Europa, en los países que reciben ayuda de la Unión Europea se han destruido dos millones de empleos y en tres años se triplicó el desempleo, que en España ya llega a más de 6 millones de trabajadores. En Italia, el 7% de las familias están en la miseria absoluta” (semanario hoy, 8/1/2014).
Cuando la economía de Estados Unidos comienza a mostrar una leve recuperación, la sacudida se siente ahora en los llamados países emergentes, que golpea con mayor fuerza a los países dependientes del sistema capitalista imperialista mundial que hasta hace poco se consideraban los principales beneficiados por el flujo de dólares baratos, como Brasil, Sudáfrica, India, Tailandia, Indonesia, Turquía, Hungría, Ucrania, Egipto, etc.
Está en curso una nueva tormenta financiera cuyo origen se relaciona con la reducción del programa de estímulos monetarios que impulsó Estados Unidos desde la caída de Lehman Brothers en 2008. Esta nueva fase de la crisis económica mundial en desmedro de los llamados mercados emergentes comenzó a darse con los anuncios, ya en mayo de 2013, del presidente de la Reserva Federal (FED), que comenzaría a recortar el paquete de estímulos monetarios. Aunque eso se demoró por las contradicciones entre el gobierno de Obama y el Congreso estadounidense (ver “Repercusiones de una crisis política”, hoy Nº 1442, 30/10/2013), su comienzo de aplicación en diciembre y su sostenimiento en enero de 2014, ha acelerado la corriente, afectando incluso a otros países imperialistas como China, Rusia y Japón.
A la acción de la FED se suman otras dos causas para esta nueva debacle. Una es la reducción de las fuertes inversiones que venía haciendo China. En estos últimos meses esta potencia imperialista moderó sensiblemente su expansión, lo que repercutió en los países que dependían de sus compras. Y la otra que comenzó antes, pero de igual importancia, es que el precio de las materias primas ha caído alrededor de un 20% desde abril de 2011, y eso es letal para los países dependientes, aunque no así para los imperialistas que los compran, como China, que los economistas burgueses incluyen en los “emergentes”. Por eso, voceros del capital financiero estadounidense, como el titular del grupo de inversión Black Rock, Larry Fink, se defienden diciendo: “Es muy fácil demonizar la retirada de estímulos monetarios y echarle la culpa de lo que pasa, cuando el problema en la mayoría de los casos es una mala gestión de las políticas nacionales y una sobredependencia de la economía china” (Wall Street Journal, 25/1/2014).
Lo cierto es que toda esta situación tiene sus consecuencias y golpea de lleno en las monedas de los países dependientes, que anuncian recortes en sus presupuestos y aumentan sus tasas de interés, para tratar de evitar una mayor devaluación de sus monedas, con las consecuencias recesivas que ello acarrea. Lo que sin duda afectará a todos los países imperialistas, no sólo a China sino también a otros, en particular Alemania y Japón, que encontraron un alivio en esos mercados para descargar la crisis, es decir su sobreproducción.
Además sigue en cuestión la tenue recuperación de Europa, no solo por las escalofriantes cifras de desempleo en la mayoría de los países de la Eurozona, en particular de su periferia del Sur y del Este, en la que se incluyen economías no menores como las de España e Italia, e incluso a Francia. Sin monedas nacionales que devaluar, los países de la periferia se ven forzados a bajar los precios y los salarios en relación a Alemania para recuperar su competitividad. Pero también pende sobre ellos la espada de Damocles de su elevada deuda como proporción del Producto Interno Bruto (PIB). La deuda de España podría llegar a 120% del PIB, mientras que la de Italia superaría el 140%, estiman los analistas.
La baja de precios y salarios acerca a esos países al escenario de Grecia: la deflación está causando estragos en la solvencia del país, empujando su relación deuda-PIB a niveles cada vez más altos, pese a sus medidas draconianas de austeridad.
La pobreza en Estados Unidos
El porcentaje de pobres en los Estados Unidos se ha recrudecido desde la crisis de 2007, de 12,5% a 15% –cerca de 47 millones de personas–, principalmente en los niños, de 18% a 21,8%. Uno de cada cinco menores es pobre en Estados Unidos. (Fuente: Oficina de Censo)
El 1% de los ingresos más altos captó el 95% del crecimiento de los ingresos tras la recesión (2009-2012), mientras que al inicio de la crisis 2007-2009 fue de 49% y, en el auge anterior, entre 2002 y 2007 (mandato de George W. Bush) había sido de 65%.
La burbuja inmobiliaria
en China
El Banco Central de China, en apoyo de sus monopolios exportadores ha estado creando una significativa emisión monetaria durante muchos años, tratando de evitar que el yuan se revalúe frente al dólar estadounidense. Pero si eso ayuda al sector exportador, a su vez daña a todos los consumidores chinos haciendo que los bienes y servicios internos sean relativamente más caros, manteniendo sus altos niveles de pobreza.
Pero esa emisión monetaria por el Banco Central de China ha causado un serio efecto lateral: ha creado la que es quizás la más grande burbuja inmobiliaria de la historia, que puede hacer quedar chica a la estadounidense. Son centenares de ciudades vacías –ciudades fantasmas modernas –donde enormes edificios se ven vacíos, y los lujosos shoppings que se han construido no venden todavía nada. Los precios de las viviendas son semejantes a los norteamericanos, cuando el ingreso promedio de los chinos es de unos pocos dólares al día.
Aunque los chinos sean muy ahorrativos, y dediquen gran parte de sus ingresos a lograr una vivienda, eso no previene que los precios no se vengan abajo debido a la sobreoferta, antes o después que estalle la crisis de deudas. Crisis que también está a las puertas por la incidencia de la emisión monetaria en el sector financiero, con un descomunal sobreendeudamiento en particular de los bancos regionales y provinciales, gran parte de cuyos fondos se han destinado a la construcción de esas ciudades y shoppings fantasmas.