Entre las adicciones a tratar en el Congreso están las drogas, el alcohol, ludopatía, etc. Cuál es su origen social y cuáles son las salidas.
—¿Cómo nace la idea del Congreso?
Entre las adicciones a tratar en el Congreso están las drogas, el alcohol, ludopatía, etc. Cuál es su origen social y cuáles son las salidas.
—¿Cómo nace la idea del Congreso?
—Nació con el impulso de los estudiantes. Después de la cátedra libre de Salud Pública y adicciones que tuvo mucha convocatoria quedó la idea de plantear alguna instancia de debate que haga más ruido, ya que es un tema que está bastante escondido y que recién ahora con las guerras narcos se ha puesto más en debate.
La idea es analizar el tema de las adicciones desde una visión que contemple el marco social en el que se dan. Por eso es abierto a todos los sectores de la sociedad. Van a hablar profesionales del tema, madres de chicos caídos por la represión en los barrios, integrantes de comunidades mapuches.
—¿Quiénes convocan?
—Lo organizan y convocan el Servicio de Adicciones de la UNComa, la CEPA y estudiantes de las carreras de Salud. Un tema a destacar es que en esas carreras se han interesado estudiantes que se acercaron a trabajar debido que no hay contenidos de estos temas en los planes de estudios. La convocatoria está teniendo gran repercusión con casi 700 inscriptos, superando lejos las expectativas.
—¿Cómo ven la atención por parte del Estado a esta problemática?
—Básicamente se puede definir como abandono, se vacían los espacios institucionales que podrían actuar. No hay prácticamente dispositivos de atención intermedia. En Neuquén la provincia adhirió a la Ley de Salud Mental, recibió presupuesto pero no aplicó la ley. Es típico ver a los profesionales que trabajan en el tema, desbordados y desgastados, por más esfuerzo que hacen, sin recursos y sin una política del Estado. Es clarísimo que el Estado y los gobiernos no valoran ni respaldan a quienes están involucrados en el trabajo de atención de las adicciones.
Además no se puede ignorar que el Estado está metido en el tema, sobre todo con la droga, ya sea por arreglos políticos, la policía o la Justicia, también ellos son parte del negocio y no van a tomar medidas que ataquen este gran negocio.
—¿Qué debates cruzan el congreso y qué posiciones hay?
—Son varios. Lo que queremos es que se puedan encauzar desde un marco social y no que vean a la adicción como un problema individual. Creemos que hoy las adicciones, en un sector social muy vulnerable más que son un flagelo son un crimen social. Además, también queremos analizar experiencias históricas como la dominación sobre los pueblos originarios que se hizo con el rifle, la biblia y el agua ardiente, introduciendo el alcoholismo.
Con respecto a la posición, quienes organizamos el congreso estamos en contra de cualquier consumo de droga, ya sea el uso, el abuso o la adicción. Entendemos que la droga es droga, ni blanda ni dura. Puede que distintos sectores sociales sean más identificados con una u otras drogas, pero el consumidor es un enfermo social al que hay que tratar para poder ayudarlo sin estigmatizarlo. Si bien tenemos posiciones tomadas abrimos el debate para que se expresen otras opiniones contrarias, eso también es bueno, queremos que este tema no se calle más.
—¿Qué posición tienen con respecto a la legalización del consumo de ciertas drogas?
—En contra, pero hay que aclarar que no hay que penalizar al consumidor, que es lo que pasa hoy, sino a quienes están detrás del negocio. Lo que pasa es que atacar la distribución es atacar el interés de muchos poderosos, por ejemplo hoy solo se quema el 5% de la droga que se consume. En la provincia la ruta del petróleo y de la droga están vinculadas, junto con los casinos y los prostíbulos que, como se sabe, trae aparejado la trata; detrás de eso hay intereses muy grandes. Lamentablemente en la provincia el consumo está masificado, inclusive en pueblos pequeños del interior llega la droga con gran regularidad y con muchos consumidores, sobre todo jóvenes.
—¿Quiénes entienden que son los responsable de todo esto?
—Son los gobiernos y el Estado. El origen es una cuestión política. Cuando ves que un vino o un porro están más barato que la leche, te das cuenta que algo no anda bien. Hoy tenemos un Estado narco y lo podemos asegurar porque el Estado es quien debería controlar las principales rutas y puertos, pero llenaron de gendarmes la provincia de Buenos Aires mientras en la cordillera hacia Chile hay siete pasos fronterizos que nadie controla.
Tampoco se ejerce ningún control sobre la producción de laboratorios que proveen las drogas sintéticas que se consumen en el país. La entrada, la producción, la distribución y el negocio no pasa por una cuestión anárquica en la que el gobierno hace lo que puede y no da abasto, sino que hay intencionalidad de los gobiernos para que esto sea así.