El carácter centralista del sistema oligárquico imperialista, que concentra los recursos en la gran urbe porteña, hace que se agudice también la contradicción entre ésta y el interior. Pero así como en Buenos Aires no todos se benefician con el centralismo, tampoco en el interior todos se perjudican ya que hay quienes son parte del sistema centralismo, aunque a veces en forma subordinada.
El carácter centralista del sistema oligárquico imperialista, que concentra los recursos en la gran urbe porteña, hace que se agudice también la contradicción entre ésta y el interior. Pero así como en Buenos Aires no todos se benefician con el centralismo, tampoco en el interior todos se perjudican ya que hay quienes son parte del sistema centralismo, aunque a veces en forma subordinada. Los sectores latifundistas y monopolistas –de gran burguesía intermediaria o directamente de imperialistas– radicados en el interior, al amparo de la política del gobierno nacional y subordinando los gobiernos provinciales, descargan además sobre las masas explotadas y oprimidas de las mismas todo el peso del centralismo oligárquico imperialista.
En la contradicción que plantea el sistema oligárquico imperialista entre la capital “rica” y el interior pobre, la posición del proletariado, comenzando por el porteño, no puede ser otra que estar del lado del interior. Pero eso no implica aceptar el punto de vista de las clases explotadoras y opresoras, sino pelear por resolver esa contradicción con el punto de vista proletario, enfocándola en relación a la contradicción principal, que es la misma tanto para las masas explotadas y oprimidas de Buenos Aires como del interior.
El clasismo estrecho, trotskizante, subestima tanto la contradicción secundaria que termina, conciente o inconcientemente, poniéndose del lado de la prepotencia oligárquica porteña. A su vez, el populismo lleva a transformar la contradicción secundaria en principal, colocándose, de hecho, en una posición seguidista de las oligarquías del interior que comparten –con la oligarquía porteña y el imperialismo– la explotación de las masas trabajadoras del país.
El atraso y opresión en el interior reconoce raíces diversas y profundas. En la base de ellas está el reforzamiento del latifundio, con sus secuelas de minifundio y monocultivo que imperan allí. A esto se agrega la falta de radicación de industrias básicas y la crisis de la pequeña industria tradicional. La llamada promoción industrial en algunas de ellas, si bien ha implicado la radicación de algunas fábricas, lo hizo con el molde deformado del centralismo oligárquico imperialista y manteniendo la opresión latifundista. Además, dichas industrias hoy se encuentran con el mismo problema que los cultivos regionales: achicamiento del mercado interno y dificultades para lograr o mantener mercados externos. A su vez, las obras de infraestructura se realizan para facilitar superbeneficios a los latifundistas y monopolistas, y no para un desarrollo integral de esas regiones.
El partido marxista leninista maoísta de la clase obrera de la Argentina incorpora en su programa la reivindicación del federalismo, que tiene hondas raíces en la historia nacional. En la concepción proletaria dicha reivindicación se articula con la lucha por la revolución democrática popular, agraria y antiimperialista, en marcha ininterrumpida al socialismo, única que permitirá la solución de fondo de las crisis provinciales. Es necesario que el proletariado de cada provincia levante su propio programa revolucionario respecto de los problemas concretos que hacen a la cuestión del federalismo, como parte del programa nacional liberador.
21 de May de 2014