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28 de May de 2014

Reproducimos extractos de una reciente charla en Mendoza de Roque Romero, ex secretario adjunto del Smata Córdoba que dirigió nuestro querido René Salamanca, secuestrado por la dictadura videlista.

El Cordobazo

A 45 años de la pueblada que conmovió la Argentina

Es una historia que uno la ha vivido. Si me pongo a hacer una guía de lo que creo que es importante son muchas cosas… Uno estuvo en esa experiencia, ese auge revolucionario; y para poder ubicarnos en ese momento, tenemos que decir que Córdoba fue uno de los centros de desarrollo industrial más importantes del país. Desde la época de Perón se desarrolló Área Material Córdoba, donde se fabricaba la moto, la famosa Pumita, y anduvo bastante tiempo, todo el mundo la andaba empujando pero andaba, también el rastrojero. Una industria nacional que llegó a un nivel de precisión de fabricar aviones que fueron famosos. Desde el año 53 esa fábrica tenía 9.000 obreros; salían de la fábrica todos en motito. 
Después se instaló Industrias Kaiser, directamente desde Estados Unidos, con matrices viejas de Kaiser Carabela, y el jeep. Mirando a la distancia, venían a recoger lo que las políticas posteriores iban a destruir: esa industria nacional. Entonces agarraban a ese obrero que en la industria nacional ganaba 2 pesos y lo invitaban acá a ganar 10 pesos al lado de la máquina, a medida que lo nacional se iba para abajo, esto otro iba resurgiendo. A eso se sumó después la Fiat. Córdoba la docta era más industrial que otra cosa: Kaiser 10.000 obreros, Fiat otro tanto, el Área Material 9.000.
Además había muchas pequeñas empresas que hacían las autopartes. Ahí tenías una cantidad enorme de proletariado, obreros industriales que trabajaban en pequeños talleres. Eso era una avivada de esas empresas, integrarlos a la UOM, que tenía un convenio no tan bueno como el Smata, entonces hacían su diferencia…
Dicen “Córdoba la docta” porque claro, todos esos obreros tenían hijos y sus hijos iban a la universidad. Ahí nace esa unidad entre los obreros y estudiantes, porque esos estudiantes eran hijos de obreros. 
 
Cómo se gestó el Cordobazo
Esta reseña es un panorama principal de lo que después generó el Cordobazo. Porque si queremos hablar de la recuperación del Smata tenemos que pensar en ese 15 de mayo de 1969, donde este señor que dirigía el Smata y que se llamaba Elpidio Torres convocó a una asamblea al Córdoba Sport, un centro donde se hacía boxeo –tenía una tarima al medio y todo alrededor era tribuna, esa tribuna llegaba hasta el techo y el techo era de zinc–. Había una sola entrada, y bien lleno, lleno, entraban 7.000 obreros.
En esa dictadura de Onganía, contra la que había una gran lucha, la corriente más fuerte en el ejército era la proyanqui, que hace centro en las conquista del movimiento obrero, una cosa inconcebible de pensar. Primero que es una dictadura, ya eso empieza a caldear los ánimos, después que se metan con tus conquistas, después que tenés dirigentes traidores, es un horno que se va caldeando.
Entonces, un dirigente traidor no puede ponerse a la cabeza de una cosa que viene caldeándose, vaya a saber qué es lo que le habrán prometido a Elpidio Torres (secretario del Smata Córdoba), que si se ponía a la cabeza de eso, después de un Cordobazo podría ser secretario de la CGT nacional. Esos tipos cuando se mueven se mueven por algún interés, por eso nosotros siempre decimos, si este burócrata nos manda a la lucha es porque nos va a cagar allá en la otra esquina, por lo tanto ya estás prevenido. 
Pero lo importante de todo, es que nosotros frente a todo ese panorama, cuando vamos a la asamblea el 15 de mayo del 69, días antes del Cordobazo, ya estaba el problema del sábado inglés, laburar de lunes a viernes 48 horas durante la semana para no laburar el sábado… entonces el sábado te queda para hacer las horas extras.
Este señor Torres, a esa asamblea, lo trae a Kloosterman, que en ese tiempo era el secretario general del Smata nacional. Traerle a los cordobeses un porteño y encima traidor, era como echar nafta al infierno. Primero querían que hablara el porteño, no pudo decir ni “a” que lo rechiflaban. Después a Elpidio Torres tampoco le dieron bola. Y a eso se sumó que se generaba una bronca afuera, porque había gente afuera, que estaba en contacto con el cana que estaba en el caballo y empezó a pegar, y le tiraron una piedra que le dio en el casco, y ahí entraron a los gases adentro de ese lugar… Yo digo que ahí empezó el Cordobazo; se armó una de corridas, porque había que salir y la única forma era por los techos o por la única puerta, los canas se tuvieron que tomar el buque, a tal punto, que un montón de gente hacía fuerza y tumbaba esos colectivos largos que en ese tiempo usaban los policías. Nosotros ahí podemos medir ese momento que fue un momento revolucionario.
 
El 29 de mayo
Después viene el Cordobazo en sí, cuando ya a las 10 de la mañana la gente abandona las fábricas y se va hacia el centro. El 29 ya no era solo el Smata, era una cosa generalizada, desde la CGT, salió todo el mundo. Venían de Santa Isabel, desde el sur, desde el este los de Fiat, nosotros las empresas más chicas desde el norte, todos íbamos confluyendo hacia el centro. 
En Bv. San Juan y Arturo M. Bas balean al compañero Máximo Mena, un mecánico. Cuando asesinan al compañero, y con la bronca que veníamos ahí le das la razón al que está con un palo, con cualquier cosa en la mano está bien.
Nosotros veníamos todo el recorrido peleando con los de las concesionarias porque salen a la puerta los matones armados para que no les toques los autos, pero nosotros seguimos recorriendo y llegamos a la Plaza Colon, ¿y qué encontramos? Algo que siempre me quedó: en la Plaza Colón había una confitería, donde hacían torta, licores, todas esas cosas, y gente con sonrisa en la cara, sentada en el cordón de la vereda comiendo torta de esa confitería.
No es que había un paro de la policía, pero la policía se replegó, metiéndose en el último rincón porque vos donde mirabas había gente, era realmente una sublevación de toda la población, siempre me quedó grabado ese compañero que comía torta o tomaba algo, porque había de todo (risas). Era esa alegría de ser dueño de la ciudad.
Por eso, cuando hablan del Cordobazo y dicen que fue una cosa hasta que salió el Ejército y se acabó todo, o que el Ejército no salió y que dejó hacer, lo que hay que medir del Cordobazo es la experiencia que hace esa masa de sentirse protagonista.
En esos años uno no llega a entender tan a fondo qué es lo que está haciendo, qué es lo que significó eso. A tal punto que recuerdo que íbamos a una reunión con René y cuatro compañeros, pasamos por Smata, y a René se le ocurre decir: “yo voy a ser secretario general de ese gremio”. Te imaginas cual fue la reacción nuestra, era el gremio más grande: los cuatro tipos, jua jua jua, y él dijo: “¿de qué se ríen?”, “pero hermano ¿vos te crees que te van a dar un gremio de éstos aunque vos le llenes una mesa de punta a punta con votos nuestros? ¡Te patean las urnas!” Porque ése es el primer razonamiento nuestro. Pero qué pasa, que desde esta lógica, nosotros tenemos que ver todo combinado, todo lo que está relacionado, es decir también lo que pasa por arriba, como se dan las cosas que permiten que se dé como se da.
Lo que les quería decir con esto que les cuento, que la diferencia que había de René con todos nosotros, es que él valoraba el Cordobazo. Porque esa gente que tenía que elegir la dirección del Smata, esa gente organizó el Cordobazo. Y no era un simple hecho, es lo que hizo que la gente, cuando tuvo que votar, sin tener nosotros la posibilidad de ser tan públicos, porque estábamos laburando, no podes andar a la salida, en el comedor meta agitar porque sabes cómo te sacan ¿no?, por eso digo yo que el Cordobazo es lo que permitió la elección del Smata Córdoba. Cuesta entender. Esas eran las cosas en las que René siempre nos sacaba ventaja, entender todo eso de la masa. 
Para nosotros era la carta de ganancia porque ellos decían “dejémoslos a estos pirulitos que van a estar dos meses y se van solos”, claro, el gremio era grande y nosotros veníamos de ser delegados en el 71. Y en el 72 nos presentamos a elecciones y pasé a ser secretario adjunto, un susto bárbaro. No tenés un proceso tan ágil como el proceso que avanzaba en la masa. A mí me hacía falta un curso intensivo para poder seguirlo, a mí y a cuantos otros, salvo René, esa era la diferencia que nos hacía.
Desde el punto de vista de la conciencia, de cantidad de obreros, del desarrollo que tuvo, que nosotros pudimos recuperar el gremio, eso que dijo René y nosotros lo tomamos en chiste, se cumplen esas cosas, cuando vos te compenetrás con la masa, sabés orientar y llevar ese proceso adelante.