En mayo de 1915, en el frigorífico The Gold Storage La Plata, que había sido adquirido recientemente por el monopolio norteamericano Swift, se desató una prolongada huelga. El conflicto se inició ante una resolución empresaria de dejar de pagar las horas extras, y para achicar la jornada laboral, que llegaba a las 16 horas, a 10 horas diarias. “Los trabajadores vivían permanentemente extenuados por el cansancio, prácticamente enfermos, sin voluntad ni tiempo para ocuparse siquiera de sus propios hijos”, describe el dirigente comunista José Peter. El mismo Peter analiza que ese 1915 fue “el gran salto” en la exportación de carne vacuna enfriada y congelada.
La empresa se negó a negociar, y la policía cargó contra los obreros en distintos enfrentamientos. Los llamados “cosacos” allanaron locales obreros, y pegaron sin piedad ni distinción de hombres, mujeres o niños. A la policía se sumaron los rompehuelgas contratados por el Swift. En uno de los enfrentamientos, entre los heridos se cuenta un vigilante, que fallece días después. Fueron detenidos 9 obreros, a quienes la “justicia” pretende imponer una pena de 25 años de prisión.
Custodiando los intereses de la empresa, el fiscal no vacila en apelar a declaraciones arrancadas bajo tortura para justificar el castigo a los trabajadores. La huelga culminaba al mes, sin conseguirse los objetivos. En ese tiempo, en el frigorífico seguía predominando la organización sindical por oficio (Matambreros, Triperos, Faenadores de Novillos, Faenadores de Lanares, entre otros), pese a que un mes antes, el 9º Congreso de la FORA había acordado una resolución impulsando la constitución de federaciones y sindicatos por industria.
La acusación a los obreros desató una gran oleada de solidaridad, en Berisso y nacionalmente. La defensa de los trabajadores queda a cargo de la FORA y la FOL de La Plata, y se desarrollan gran cantidad de actos solidarios. Por su lado, el Partido Socialista impulsa una comisión investigadora integrada por su senador nacional, Enrique del Valle Iberlucea, un diputado nacional y otro de la provincia de Buenos Aires. Estos, luego de comprobar los vejámenes y las torturas policiales, comunican a la FORA que la secundará en cuanto “le sea dable la simpática campaña contra el ridículo proceso”.
El juez de crimen Luis Villar Sáenz Peña condena, en 1916, a 12 años de prisión a la mayoría de los 9 acusados. Se redobla la campaña solidaria, y, en julio de 1917, en medio de una creciente oleada de luchas, se obtiene la libertad de todos los detenidos.