En el marco de la crisis económica internacional, que ha golpeado y golpea de diferente manera y en diferentes momentos a los distintos países imperialistas y a los distintos países oprimidos y dependientes, se han agudizado las disputas interimperialistas por un nuevo reparto del mundo. Recrudecen la opresión y las agresiones a varios países en las distintas regiones del planeta, particularmente en el centro y norte de Africa, Medio Oriente, el Este de Europa y Asia oriental.
En el marco de la crisis económica internacional, que ha golpeado y golpea de diferente manera y en diferentes momentos a los distintos países imperialistas y a los distintos países oprimidos y dependientes, se han agudizado las disputas interimperialistas por un nuevo reparto del mundo. Recrudecen la opresión y las agresiones a varios países en las distintas regiones del planeta, particularmente en el centro y norte de Africa, Medio Oriente, el Este de Europa y Asia oriental.
Por otro lado, las grandes potencias, como Estados Unidos y Rusia pero también los otros países imperialistas, utilizan las guerras para reactivar sus economías por medio de la industria bélica y como un elemento fundamental de “coerción ideológica” frente al descontento social, exacerbando la xenofobia racial y religiosa internamente y en los países que oprimen y agraden.
En este contexto de crisis y agudización de las disputas interimperialistas y de las agresiones a los países y naciones oprimidas, se da también la disputa por el mercado mundial de armas. El principal mercader de la guerra es los Estados Unidos, seguido por Rusia que, por la debilidad de su base económica, depende en mucha mayor medida de sus exportaciones de armas.
Por su parte, China ha pasado también a ser parte del selecto grupo de los mayores países exportadores de armas: con el 6 % de las ventas, alcanza el cuarto puesto, justo por detrás de Alemania (7 %), superando a Francia (5 %) y al Reino Unido (4 %), que ha quedado relegado al sexto puesto.
Crisis y rearme de Rusia
Después de sufrir en 2009 la mayor recesión desde la implosión de la URSS (–7,9%) y tras el menguado rebote de los años siguientes, la economía de Rusia volvió a ralentizarse en 2013 (1,3%) con una agudización de las fuertes desigualdades especialmente entre las grandes ciudades y las zonas rurales. El 1% de la población posee el 71% de los activos privados. A pesar de la aparición de una clase media en las ciudades, la tasa de pobreza se mantiene en un 16%. Un movimiento contestatario, originado principalmente en la clase media, reclama el fin de la corrupción y el nepotismo.
A pesar de los precios energéticos elevados, el superávit de las cuentas corrientes disminuye y los capitales huyen del país. La economía rusa experimenta el crecimiento más bajo desde la crisis de 2008-2009 y las inversiones se contraen. El crecimiento es frenado en parte por la política monetaria restrictiva del banco central, que busca detener una inflación que se eleva a 7% por año.
La capacidad limitada de producción, la falta de inversión, el valor demasiado alto del rublo y el acceso limitado al crédito juegan un rol determinante para el enfriamiento económico. El presupuesto de 2014-2016, austero, prevé un gran número de recortes presupuestarios. No obstante, los gastos relacionados con la defensa aumentarán en 18% en 2014 y 33% en los dos años siguientes, en el contexto de un programa decenal de rearme, con el objetivo de modernizar las fuerzas armadas.
En su informe anual ante la Duma del Estado (el 22 de abril de 2014), en relación a las sanciones de Estados Unidos y la Unión Europea por su invasión a Ucrania, el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev afirmó: “(Las empresas) no se verán afectadas. El sector de defensa siempre ha sido el orgullo nacional. En los últimos años, la industria militar ha levantado la cabeza y no vamos a permitir que sufra por acciones hostiles de nadie”.
Subrayó que “Rusia ya no depende de las importaciones para fabricar muchos tipos de productos militares. La capacidad del país para producir armamento moderno de calidad no suscita dudas. Rusia mantiene con firmeza el segundo puesto en exportaciones de armamento. Y pensamos seguir afianzando nuestras posiciones en el mercado global de armas”.
Para lograr este propósito, Moscú no solo intensificará las relaciones con sus socios tradicionales como la India o China, también se esforzará por establecer nuevos vínculos, concretamente con países de África y América Latina, según el jefe del Gobierno ruso. “Con muchos de ellos ya tenemos buenos contactos en materia de cooperación técnico-militar”, aseveró (agencia Nóvosti, Moscú, 22/4/2014).
América Latina se ha convertido en el principal nuevo mercado para las exportaciones de armas. En el último año Rusia aumentó sus ventas a la región sobre todo gracias a Venezuela, según el informe anual Military Balance 2010, preparado por el Instituto Internacional de Estudios Estratégicos (IISS). Rusia probablemente construirá en Argentina una base para su sistema de observación por satélites (como ya lo está ya haciendo en Nicaragua) y proveerá tecnología militar de distinto tipo a las fuerzas armadas argentinas, incluyendo un paquete de equipos, aviones y helicópteros para las tareas que se realizan en la Antártida, como surgió de la reciente vista del presidente Putín a nuestro país.
La creciente disputa interimperialista por un nuevo reparto del mundo golpea también a nuestras puertas y la presidenta Cristina Fernández se alegra por ello queriendo en su entreguismo dejarnos inermes frente a los viejos y a los nuevos imperialistas. Pero también la historia nos enseña que contra el imperialismo y la guerra se desarrollaron las revoluciones del siglo XX. En la actual situación internacional y frente a los peligros de guerra que entraña, los marxistas leninistas maoístas trabajaremos para estar a la altura de las circunstancias.