La presidenta Cristina Fernández no se ha cansado de repetir que el canje de la deuda argentina defolteada en 2001, realizado por Kirchner-Lavagna en 2005 y continuado por ella y Boudou en 2010, fue “la reestructuración de deuda más exitosa de la historia”. Sin embargo la realidad nos dice que todavía hoy sigue siendo un tema no resuelto.
La presidenta Cristina Fernández no se ha cansado de repetir que el canje de la deuda argentina defolteada en 2001, realizado por Kirchner-Lavagna en 2005 y continuado por ella y Boudou en 2010, fue “la reestructuración de deuda más exitosa de la historia”. Sin embargo la realidad nos dice que todavía hoy sigue siendo un tema no resuelto.
También en el transcurso de estos años hubo bonistas que perdieron y otros que ganaron más de lo previsto. Los primeros fueron los que confiaron en el peso y los otros los que “apostaron” al dólar u otra moneda extranjera.
La pérdida de los primeros comenzó a ocurrir cuando el ex presidente Néstor Kirchner, a principios de 2007, hizo intervenir de facto al Indec. El ex secretario de Comercio Guillermo Moreno tuvo manos libres para manipular las planillas de precios. Así, al dibujar la evolución del IPC y mostrar una inflación menor a la real, redujo los ingresos que esperaban los bonistas que tenían títulos del canje emitidos en pesos, cuyo capital se ajustaba por el CER, es decir, por la inflación oficial.
En cambio, los que optaron por los títulos del canje emitidos en dólares u otras monedas extranjeras ganaron más de lo previsto, y con ello el país perdió más claramente. En particular por los mayores intereses adicionales que significa el Cupón PBI, el extra que se cobra cuando el PBI aumenta por sobre el 3,25% en el año. La manipulación de la inflación que aplanó el CER infló artificialmente el crecimiento de los últimos años. Y por eso, en determinados años se pagó por el cupón PBI más de lo que hubiera correspondido. E incluso hubo un año, el 2008, en que el crecimiento fue menor al 3,25%, como surgió ahora del parcial sinceramiento de las estadísticas anteriores del gobierno. Por lo que no se debería haber pagado el Cupón PBI. Es decir que esos bonistas recibieron solo ese año más de 2.000 millones de dólares extras.
Así, el argumento que presentaba la manipulación de las cifras del Indec, como algo “patriótico”, porque ahorraba en el pago a los bonistas en pesos, terminó siendo en realidad “vendepatria” en beneficio de los bonistas en moneda extranjera.