El Partido Socialista Internacional, fundado en 1918 y que cambiaría su nombre por Partido Comunista, fue un avance desde el punto de vista de la lucha por la revolución en la Argentina. Dicho esto, corresponde analizar críticamente sus posiciones fundacionales, tanto en cuestiones políticas como en el camino revolucionario. Si bien la corriente juvenil que impulsó la ruptura tomó una clara posición a favor de los bolcheviques, y contra el reformismo en boga esos años, encabezado por la “superación” del marxismo que pregonaba Eduard Bernstein –dirigente de la socialdemocracia alemana–.
“Los documentos fundacionales del Partido Socialista Internacional y sus plataformas electorales en los primeros años demuestran, claramente, el peso que tenían en el núcleo dirigente inicial las concepciones reformistas y centristas. Por eso dijimos en el primer tomo de esta obra –en referencia a ese núcleo dirigente– ‘la esencia de la mayoría de sus componentes (entre otras cosas por el peso que tuvieron los elementos centristas en la integración del nuevo partido fue kautskista’). Kautsky olvidaba lo básico de la doctrina de Marx y Engels, la necesidad de educar sistemáticamente a las masas en la idea de la inevitabilidad de la revolución violenta”, afirma Otto Vargas en el Tomo 2 de El marxismo y la revolución argentina, pág. 74.
Karl Kaustsky era, en el momento de la fundación del PSI, el dirigente más importante de la Segunda Internacional. Justamente en 1918 Lenin escribió su artículo La revolución proletaria y el renegado Kaustky, donde detalla las posiciones de este “marxista de palabra y oportunista en los hechos”, que reniega del marxismo en el problema fundamental de los métodos revolucionarios de lucha y de la dictadura del proletariado.
Esta posición kautskista en los orígenes del Partido Socialista Internacional se evidencia en que el congreso fundador hizo suya la Declaración de principios del Partido Socialista, que como hemos comentado en otras columnas fue objeto de duro debate. En el primer Congreso del PS, en 1896, la formulación incluida en esta Declaración “mientras la burguesía respete los actuales derechos políticos y los amplíe por medio del sufragio universal, el uso de estos derechos y la organización de la resistencia de la clase trabajadora serán los medios de agitación, propaganda y mejoramiento que servirán para preparar esa fuerza”, fue derrotada por una corriente en la que estaban Ingenieros, Lugones, Chacón y otros, proclamando la inevitabilidad del uso de la fuerza revolucionaria. El PSI adoptó la Declaración que impuso Justo en el Congreso de 1898.