Ismael Sosa tenía 24 años cuando lo mataron a fines de enero. Su cuerpo “apareció” flotando en el lago del Embalse de Río Tercero (Córdoba). Unas horas antes había concurrido al recital de La Renga en Villa Rumipal pero nunca pudo ver a la banda. Los canas lo frenaron en la puerta, lo cacharon, la marea de gente pasó, pero el quedó atrás. No se lo volvió a ver. Otros pibes que fueron, contaron de los abusos y las amenazas de la policía de ese día, testigos afirmaron ver cuando le pegaban. Ese día también estuvo la gendarmería, después del recital se llevaron a 20 detenidos…20 rockeros, 20 pibes.
Pienso en Ismael y se me revuelven las tripas. Pienso en Ismael y me acuerdo de Walter Bulacio, ese pibe que hace más de 20 años fue asesinado por la Policía Federal durante una razzia a un recital de los Redonditos de Ricota. Pienso en Ismael, y se me viene a la cabeza Luciano Arruga. Pienso en Ismael y en los 194 de Cromañón. Pienso en Ismael y ahí están también Jonathan Mareco. Y Brian Ayaviri asesinados a quemarropas en agosto del año pasado durante un operativo realizado por la Policía Federal en Villa Lugano. Según la CORREPI, “son 2.778 los asesinados por el aparato represivo estatal desde el 25 de mayo de 2003. Más de doscientos desaparecidos. El 51% del total no había cumplido 25 años”. 2.778 asesinados por las fuerzas represivas durante los tres gobierno kirchneristas, la mitad eran pibes.
Y mientras a los pibes nos matan como moscas, este gobierno sigue diciendo que es el gobierno que piensa en los jóvenes. Pero este gobierno no dijo una sola palabra cuando apareció el cuerpo de Luciano Arruga, este gobierno sostiene a Aníbal Ibarra (responsable político de la masacre de Cromañón) entre sus filas de militancia, este gobierno no se enteró que Ismael está muerto. Este gobierno quiso impulsar una ley para bajar la edad de imputabilidad y tuvo que volver atrás. Este gobierno sostiene a las fuerzas represivas que nos matan como moscas; las mismas que están al pie del cañón para reprimir al pueblo y los trabajadores cuando salen a luchar.
Mientras Cristina profundiza su política de entrega y dependencia, en los barrios sigue creciendo el hambre y la desocupación. Y ahí estamos los jóvenes como presas fáciles para los narcos que nos meten la droga, para después reclutarnos como soldaditos, para que nos matemos entre nosotros… somos descartables para este sistema.
Pero a pesar de todo, a pesar de lo que nos ofrecen como salida… miles nos organizamos para cambiar las cosas. Luchamos por otra salida, para que ningún pibe más sea presa de los narcos, para que ni uno más sea asesinado por portación de cara, para que ni uno más caiga en las manos de las redes criminales. Y cuando nos levantamos todos los días para cambiar las cosas, nos acordamos de Walter, de Luciano, de Ismael…porque nosotros tampoco olvidamos, nosotros tampoco perdonamos.
