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05 de May de 2015

El gobierno sigue castigando a los trabajadores y el pueblo con el ajuste inflacionario y agrava el endeudamiento. Los candidatos promovidos por los de arriba preparan su ajuste. La respuesta es paro nacional activo de 36 horas y fortalecer el Frente Popular.

Lo que se tapa en las campañas

Hora Política - Hoy 1566

1. El fracaso de la política K

1. El fracaso de la política K

La admisión del fracaso del candidato de la presidenta y La Cámpora, Recalde, después de celebrar su “triunfo”, en la Capital Federal, agravó el debate interno dentro del oficialismo. Se atribuye ese fracaso a la táctica electoral de llevar varios candidatos y colectoras, nada de revisar el “modelo”: la política de ajuste, entrega, corrupción e inseguridad, que provoca la bronca popular y la fuga de votos desde aquellos cómputos del 2011 que alentaron el sueño, ya olvidado, de la re-reelección de Cristina K.

Las mentiras con las que la presidenta inventa una Argentina K feliz quedan al desnudo. Con datos del INDEC, la Asociación de Personal de Organismos de Control muestra el agravamiento de la situación del empleo. Además de los 1.300.000 desocupados que reconoce el Indec, hay 460.000 personas que dejaron de buscar trabajo, dato que el gobierno oculta, y 1.600.000 subocupados. Desde setiembre de 2012 la población económicamente activa fue cayendo, dejaron de integrarla 710.000 argentinos. En total 3.610.000 habitantes tienen problemas de empleo.

El fracaso de la política K, que cubren con subsidios que salen del robo impositivo a los trabajadores y el pueblo, se muestra en las tarifas. Sin subsidios, el boleto promedio en los colectivos que hoy es de $3,10 costaría $10,29, los trenes suburbanos pasarían de  $3,31 a $11,25. Si se eliminaran los subsidios, una factura eléctrica de $67 subiría a $900. El total de subsidios al transporte y la energía suma $256.000 millones.

 

2. De lo que nadie habla

A Cristina K solo le interesa llegar a diciembre y dejarle “el paquete” al que venga, para lo cual, recorta los salarios con la inflación, el impuesto a las ganancias y el saqueo a la Anses, y endeuda al país. Scioli, Macri y Massa, los tres principales candidatos presidenciales apañados por el bloque dominante, no hablan de cómo van a resolver los subsidios, y en silencio sus economistas, Blejer, Melconian y Lavagna, preparan sus planes de ajuste con devaluación y más endeudamiento, como hicieron cuando eran funcionarios de gobiernos anteriores.

Para Cristina K y los tres presidenciables condecorados por el bloque dominante, el salario y las condiciones de vida del pueblo son las variables del ajuste. Ninguno toca los problemas de fondo que están en la base del fracaso de la política K que ha provocado esta situación: la dependencia y el latifundio.

 

3. La dependencia

El problema del transporte y la energía no es el salario de sus trabajadores, a los que superexplotan brutalmente, ni de las pequeñas y medianas petroleras nacionales (en su mayoría de ex trabajadores de YPF), ni de las tarifas de gas, electricidad y transporte. ¿Por qué si el costo de producción del barril de petróleo es de 8 a10 dólares se paga hasta 70 dólares? Porque los monopolios petroleros y el Estado oligárquico-imperialista se reparten esa brutal renta. El Estado usa su parte para la corrupción, y para importar energía. YPF la gasta pagando a monopolios imperialistas la perforación en Vaca Muerta en lugar de explorar y explotar petróleo convencional que es muchísimo más barato.

Un puñado de megamineras chinas, inglesas y de otros imperialismos se llevan litio, cobre, oro, hierro, etc., no pagan ganancias, solo el 3% de regalías y el 1,5% si sale por la Patagonia; los industrializan en sus países, y arruinan la industria nacional vendiéndonos esos productos elaborados con nuestras materias primas hasta 1.000 veces más caro que lo que se llevan.

Mientras hablaba de “desendeudamiento” el gobierno K se lanzó a una búsqueda de divisas, a cualquier costo, para llegar a diciembre. La deuda pública es una bola de nieve impagable, producto de negociados, acuerdos usurarios y la que viene de la dictadura. El gobierno trae yuanes con intereses 5 veces más caros que los préstamos en dólares que toma Chile o Kenya.

El problema es la dependencia: entrega del patrimonio nacional y la corrupción del gobierno asociado a esa entrega.Recuperar los recursos nacionales, estatizarlos y utilizarlos en función de las necesidades del pueblo y la nación, es condición imprescindible para una salida popular. Suspender el pago de la deuda para investigarla, pagando la que es justa y no pagando la que es usuraria, corrupta y odiosa, es otra decisión imprescindible para salir de la situación actual, como ya ocurrió en diciembre del 2001.

 

4. El latifundio

Los alimentos no son caros por los salarios de los trabajadores agrarios o de la industria de la alimentación, ni por las ganancias de chacareros. La Argentina llegó a ser el primer exportador de trigo, y el año pasado tuvo que importar. Fue de los primeros exportadores de carne, y hoy no figura entre los 10 primeros, e importa cerdo. Hoy la Argentina produce alimentos para 300 millones de personas y podría producir mucho más, y crece el hambre.

El problema es el latifundio. Un puñado de parásitos: grandes terratenientes, monopolios exportadores de grandes pooles y fondos de inversión financiera y el Estado oligárquico-imperialista, se reparten la renta agraria. Mientras que la producción en muchos casos es a pérdida, los parásitos ganan fortunas.

El país sangra por el Paraná, cuyos puertos son manejados por un puñado de cerealeras imperialistas yanquis, chinas, etc., que dominan el comercio de granos. Esto va unido a la política de sojización desde Menem a los Kirchner, que desplazó a los demás cultivos, y a la ganadería vacuna y la lechería, en función del amarre con la economía china demandante de soja. Como resultado se encarecen los alimentos. China nos presta yuanes con lo que nos obliga a comprarle a ellos. El comercio con China aumentó de 1.400 a 17.000 millones de dólares entre el 2002 y el 2014, y es desfavorable para la Argentina en 5.753 millones de dólares. Además, el imperialismo chino nos impone la firma de contratos leoninos que destruyen ramas enteras de la economía nacional y liquidan decenas de miles de puestos de trabajo.

Benetton, con 900.000 hectáreas, ni siquiera lava la lana en el país. Los Kirchner se adueñaron de más de 200.000 hectáreas que serán beneficiadas porque encierran las represas de Santa Cruz. Así es el latifundio: una cueva de parásitos, y una fuente de corrupción. En el camino hacia una reforma agraria integral, liquidar el latifundio terrateniente para resolver la sed de tierra de trabajadores agrarios, campesinos criollos y originarios, y la juventud agraria, es otra condición imprescindible para el desarrollo de la economía nacional en función de las necesidades del pueblo y la nación.

 

5. Un debate necesario

Las urgencias y medidas inmediatas son imposibles de resolver si no se remueven los problemas de fondo: la dependencia de las potencias imperialistas y el latifundio terrateniente. Sin atacarlos, no se puede resolver la inflación, la recesión, el trabajo, la salud, la educación, la vivienda, etc. Esos cánceres de la economía nacional fueron agravados por la política K.

Lograr que ese debate central llegue a millones es un objetivo de la campaña electoral. De esos temas no hablan los candidatos del sistema. Tampoco los trata la izquierda parlamentaria trotskista, que niega que la dependencia y el latifundio sean los problemas de fondo de la economía nacional.

Las mafias de narcos y la trata, y los corruptos, tienen que ir presos y expropiarse sus bienes, sin excepción, lo que exige la unidad y movilización popular para liquidarlos.

Instalar estos temas es una de las condiciones fundamentales para multiplicar las fuerzas del PTP y el PCR, y fortalecer al Frente Popular. También, es necesario para avanzar hacia el paro nacional activo de 36 horas multisectorial, en momentos en que caldean las paritarias con las luchas de bancarios, aceiteros, metalúrgicos y otras luchas, frente al techo salarial que pretenden imponer el gobierno y las patronales, y la modificación miserable del impuesto a las ganancias que anunció Kicillof.