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03 de June de 2015

El levantamiento del general Valle

9 de junio de 1956

Tras el derrocamiento del gobierno del general Perón en septiembre de 1955, se desató una feroz persecución contra los sectores populares y patrióticos, particularmente en el movimiento obrero y las fuerzas armadas, como parte de la política de restauración oligárquica, hambreadora y entreguista al imperialismo, que impuso la dictadura militar de Aramburu-Rojas.

Tras el derrocamiento del gobierno del general Perón en septiembre de 1955, se desató una feroz persecución contra los sectores populares y patrióticos, particularmente en el movimiento obrero y las fuerzas armadas, como parte de la política de restauración oligárquica, hambreadora y entreguista al imperialismo, que impuso la dictadura militar de Aramburu-Rojas.
“El 9 de junio de 1956 se produjo el levantamiento de militares y civiles peronistas encabezados por el general Juan José Valle. En La Pampa la rebelión encabezada por el capitán Adolfo César Philipeaux repartió armas al pueblo y repuso transitoriamente al gobierno peronista. En el resto del país actuaron grupos militares nacionalistas con escasa participación del pueblo, lo que facilitó su aislamiento. 
“Así la rebelión fue derrotada, y el día 10 la dictadura de Aramburu-Rojas impuso por decreto la ley marcial, fusilando a 22 de los militares sublevados, entre ellos el propio general Valle, e incluso un grupo de 12 civiles, ametrallados por la espalda en los basurales de José León Suárez. 
“Sin embargo, ello no acalló la resistencia peronista. Peronistas, comunistas y otros sectores se unieron contra la intervención dictatorial en la CGT y la derrotaron.” (Programa del PCR, 2013). 
Rodolfo Walsh, en Operación Masacre, publicado en 1957, sacó a la luz los fusilamientos de José León Suárez en una vibrante denuncia de la “Libertadora”. En esta obra imprescindible de la investigación periodística, Walsh cuenta en el prólogo “Seis meses más tarde, una noche asfixiante de verano, frente a un vaso de cerveza, un hombre me dice: ‘Hay un fusilado que vive’”. Ése era Juan Carlos Livraga, uno de los sobrevivientes, a partir del cual se inicia la investigación.
El teniente coronel Adolfo Philipeaux, a cargo de la sublevación en La Pampa, decía poco antes de su fallecimiento (en la revista Cuadernos para el encuentro en una nueva huella argentina, Nº 10): “En el único lugar en donde la revolución triunfó fue en La Pampa, en el resto del país fue un fracaso. En realidad, creo que ese fracaso se debió a que en los demás lugares no confiaron en el pueblo”. 
Y agregaba: “El acierto que tuve para poder cumplir con éxito la sublevación –aparte de haber conspirado para ello– fue trabajar con mucho cuidado con los grupos de inteligencia. Mi idea era armar al pueblo peronista. No se puede hacer una revolución sin armas”.