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29 de June de 2015

“Lo que él dejó tiene que continuar”

Ariel y Luciano Oliveri

El primero en tomar la palabra fue Ariel, hijo mayor del Chino. Agradeció la presencia de tanta gente, y dijo “les quiero contar una anécdota. Una vez me contó por qué no hacía medicina privada, Cuando se recibió trabajaba en una clínica privada, atendieron a una señora con bastante dinero que se iba de viaje, que estaba sana. El director de la clínica dijo que la iban a operar de apendicitis. Mi viejo le dijo que no, pero el director le dijo que la señora tenía plata. Mi viejo se negó y se juró no hacer más medicina privada. Él creía que la salud no es un negocio, y está a la vista. Anoche escribí en Facebook algo, a las tres de la mañana, cuando no podía dormir. Mi viejo podía haber elegido hacer medicina privada y tener mucha plata, su consultorio, su camioneta. Él eligió servir al pueblo y llevar a la salud a todos los lugares donde él esté. Cuando empezó acá, la salita eran cuatro chapas. Hoy tenemos esta sala que es un ejemplo. Y están todos los que él hubiera querido que estén: sus pacientes, sus compañeros de lucha, sus compañeros del Partido, sus familiares, estamos todos. Lo que más me queda a mí es que ayer un paciente, un señor mayor, me dijo “¿cómo vamos a conseguir otro como el Chino?” Yo lo que pienso es que hay que conseguirlo. Hay gente como mi viejo. El tema es decidirse y hacerlo. Somos muchos más los que queremos vivir bien, que queremos lo que mi viejo quería, salud, educación, trabajo, vivienda, y son unos pocos los que nos dominan. Está en cada uno de nosotros entregar la vida como él la entregó para cambiar esto. Están los chicos de la escuela –yo soy profe, así que es un orgullo que esté la bandera argentina acompañando-. Sé que están un grupo de muchachos que pelean por recuperarse de cosas feas, de adicciones, somos muchos más. El tema es organizarse y dar ese paso. El dolor que tenemos todos es irreparable, pero quiero decirles que por lo menos a mí, estar en este lugar con tanta gente humilde, tanta gente laburante, me calma un poco el dolor. Y que todo lo que él dejó tiene que continuar. Estoy seguro que con los agentes de salud que él formó, y todos sus compañeros, esta sala va a seguir creciendo. Él consiguió una donación de Estados Unidos, e hizo lo que tenía que hacer, la puso acá, y se está construyendo una sala de rayos. Si hubiera seguido viviendo seguiría trabajando, tirando para adelante. Ese es el mensaje que les quiero dejar, el mensaje que le hubiera gustado escuchar a mi viejo. Que estas lágrimas que nos van a durar unos días se transformen en fuerza para que cada uno de nosotros se comprometa por una sociedad distinta, una sociedad más justa, donde no haya unos pocos que nos dominen, nos quiten hasta las ilusiones y los sueños. Nosotros venimos desde mar del Plata con mi hermano y mi vieja, donde estamos viviendo. Nos han atendido de primera y estamos eternamente agradecidos. Las cenizas de mi viejo van a quedar acá, porque es el lugar donde él hubiera querido estar. El encontró su lugar en el mundo acá. Y lo encontró porque lo buscó y porque ustedes se lo permitieron. Muchas gracias ¡Doctor Chino, hasta la victoria siempre!”

 

Luciano, por su parte, quien trabajó en la sala y en las cooperativas, contó que “la última vez que lo vi a mi viejo acá estaba laburando, y verlo así es muy duro. No esperaba tanta gente. Yo sé lo que es la sala, lo que es el barrio. Tuve la suerte de trabajar acá, de conocer a la gente que trabajó con mi viejo, como Mónica, Hugo, Jorge, los agentes de salud. La gente de Oro Verde, de las cooperativas. Los chicos que estuvieron anoche, que se quedaron toda la noche conmigo. Esto que hizo mi viejo lo hizo con todos ustedes. Espero que lo continúen. Como dice Ariel, tiene que haber gente así, hay gente así”. Conteniendo las lágrimas, Luciano agradeció a los familiares y amigos que viajaron desde Mar del Plata, a su compañera, a su madre y a la segunda mujer de su padre.