Según el último informe de prensa del Indecsobre los resultados del balance de pagos, del 26 de junio de 2015, la deuda externa de Argentina –pública y privada– “a fines de marzo de 2015 se estimó en u$s145.931 millones, con un incremento de u$s1.840 millones respecto del trimestre anterior.
Según el último informe de prensa del Indecsobre los resultados del balance de pagos, del 26 de junio de 2015, la deuda externa de Argentina –pública y privada– “a fines de marzo de 2015 se estimó en u$s145.931 millones, con un incremento de u$s1.840 millones respecto del trimestre anterior.
“La deuda [externa, hoy] del sector público no financiero y BCRA se estimó en u$s78.154 millones, u$s243 millones más que lo registrado en el trimestre anterior. Los pasivos del BCRA aumentaron en u$s2.320 millones explicados principalmente por desembolsos y nueva activación de tramo de swap con la República Popular de China. El saldo de bonos y títulos públicos disminuyó en u$s1.702 millones debido fundamentalmente a la depreciación del euro frente al dólar estadounidense y en menor medida a operaciones del mercado secundario. La deuda del sector privado no financiero[principalmente empresas de monopolios imperialistas, hoy] se estimó en el trimestre en u$s64.931 millones, incrementándose en u$s1.390 millones respecto del trimestre anterior. La deuda del sector financiero sin BCRA [los demás bancos, públicos y privados, hoy], se estimó en u$s2.846 millones, con un aumento en el trimestre de u$s207 millones”.
El kirchnerismo retacea los datos
La Secretaría de Finanzas del Ministerio de Economía mantiene desactualizada en su página de internet la serie de la deuda pública total, interna y externa, ya que el último dato corresponde a junio de 2014, con un total equivalente a u$s198.900 millones. Hasta entonces, el monto total se había elevado en 46.000 millones respecto del nivel de junio de 2003, un mes después de la asunción a la presidencia de la Nación de Néstor Kirchner, y en más de u$s71.000 millones respecto del mínimo que se registró tras la quita de la deuda en el canje de 2005.
Al monto total de deuda pública del Estado nacional a esa fecha (junio de 2014) correspondía a deuda externa el equivalente a u$s70.400 millones que, según el informe del Indec arriba citado, para marzo de 2015 había llegado a los u$s78.154 millones. En cuanto a lo sucedido el año pasado, en el informe sobre los resultados del balance de pagos del 20 de marzo de 2015, el Indec había publicado que: “Durante el año 2014 la deuda externa bruta total aumentó en u$s 6.366 millones respecto del saldo de diciembre de 2013. En el sector público no financiero y BCRA, el incremento fue de u$s 6.094 millones, siendo la cuenta Bonos y títulos la de mayor aporte al mismo (u$s 3.511 millones), debido a la emisión en el segundo trimestre del año, de bonos correspondientes al acuerdo indemnizatorio de la nacionalización del 51% de YPF S.A. Las cuentas “Organismos internacionales” y “Acreedores oficiales” presentaron desembolsos netos. Específicamente la cuenta “Acreedores oficiales”, se incrementó por el efecto de la activación del Swap de monedas mencionada anteriormente [la deuda con China, hoy] y por la renegociación con el Club de París en el segundo trimestre de 2014”.
El aumento de la deuda pública externa en el primer trimestres de 2015, que registra en su nuevo informe el Indec, sería el resultado principalmente de los nuevos tramos del swap con China, de un año de plazo cada uno, que ya suman actualmente u$s6.300 millones de dólares, “maquillando” las reservas del BCRA (pues se contabilizan como tales, aunque nunca salieron del banco de China y que, en caso de ser efectivamente usados, implicarían una tasa del 7% anual en dólares, una de las más altas del mundo). También el informe registra un aumento de la deuda externa del sector público no financiero en u$s500 millones de colocaciones de títulos realizadas por gobiernos locales y u$s326 millones en préstamos correspondientes al gobierno nacional.
Lo que oculta el gobierno
Al total deu$s78.154 millones de deuda pública externa, que informa el Indec para marzo de 2015,es necesario agregar los u$s3.200 millones que el Gobierno no pagó del fallo del juez Griessa en favor de los fondos buitre, que sigue contabilizando como reservas. Y, además, el total de la deuda públicano registradade los holdouts (tenedores de bonos que siguen en default) con títulos por unos u$s20.000 millones que, con los intereses y punitorios que reclaman, en una renegociación llegaría –en el mejor de los casos (con una quita del 30 al 40%)– a los u$s25.000 millones. También siguen pendientes reclamos en el Ciadi –que en general los pierde el país–, por más de u$s5.000 millones.
A todo eso, hay que sumar en lo inmediato la deuda por “el grifo cambiario” a los importadores, de más de u$s5.000 millones, y a los monopolios imperialistas por sus remesas de utilidades y dividendos, que ya significan más de u$s15.000 millones. En definitiva una mayor deuda en dólares que remacha aún más ese eslabón de la dependencia. Además está la letra intransferible en el Banco Central que vence en enero de 2016, por casi u$s10.000 millones, que el gobierno kirchnerista “le cargó” en 2006, para pagar cash al Fondo Monetario Internacional.
Es decir que sumando estas “omisiones” (que los economistas del sistema llaman “deudas eventuales”, como si el resultado no estuviera ya candado) llegaríamos en deuda pública en moneda extranjera a un equivalente a los 140.000 millones de dólares.
Acabar con la dependencia a los imperialismos
De entrada nomás, para2016, los vencimientos registrados de la deuda pública externa requerirán 10.000 millones de dólares, sin contar los juicios de los holdouts y del Ciadi o los vencimientos de los tramos del swap con China, con los que el kirchnerismo ha reforzado el eslabón del “modelo” latifundista y de dependencia a los imperialismos que significa la deuda externa.
Lo que no se resolverá cargando sobre el pueblo y la producción nacional, como hace el kirchnerismo, nuevas devaluaciones y ajustes como exigen los grandes terratenientes y usureros internacionales para que el país siga atado a la noria de la dependencia, sino rompiendo este eslabón de esa dependencia que es la deuda externa, suspendiendo los pagos para investigar la ilegítima y usuraria. “Las deudas se pagan, las estafas no”, como plantea el Frente Popular. Y junto a esto, la “renacionalización del 100% de nuestro gas, petróleo, minería, pesca, ferrocarriles e industria naval”.
Una reforma necesaria
Esto además requiere acabar con la especulación financiera montada sobre el déficit fiscal corrupto que nos lega el kirchnerismo –que hoy representa entre un 6 y un 7% del PBI–, con vencimientos de la acrecentada deuda pública interna en pesos casi inmediatos y sus intereses, como los que surgen de la montaña de Letras que acumula el Banco Central y de los nuevos bonos de Kicillof, que llevan a una mayor devaluación del peso. Para lo que es necesario, como también plantea el PTP en el Frente Popular, la defensa del valor del peso.Y esto solo es posible con una reforma monetaria que quite todo el dinero a la especulación y ponga el nuevo dinero en la producción.
No se trata simplemente de cambiar el nombre del peso y seguir en la misma calesita, como ya se ha hecho otras veces. Hay que hacerlo, como se hizo en la Alemania de posguerra o en los entonces países socialistas (ver Eugenio Gastiazoro, Historia Argentina, tomo IV), liquidando todas las tenencias especulativas de la vieja moneda. Por ejemplo, dando un plazo máximo de una semana para que se depositen en cuentas bancarias. Y asignar la nueva moneda a quienes efectivamente producen y consumen, entregando una cuota fija, individual o por familia a cada habitante y una cuota semejante por persona ocupada a las empresas. Los fondos depositados deben reintegrarse prioritariamente en el equivalente de la nueva moneda a los pequeños y medianos ahorristas, devolviéndose una suma fija sin restricciones y, a partir de allí, los fondos remanentes devolverse a los depositantes, personas o empresas, en forma escalonada y en función de planes concretos para desarrollar la producción y el comercio, tanto en las ciudades como en el campo.
Tal reforma monetaria debe ser acompañada de una condonación de deudas de los trabajadores y empresarios nacionales para evitar las quiebras y exorbitantes costos financieros, un control de cambios efectivo para evitar toda especulación con monedas extranjeras, la nacionalización del crédito para asegurar su manejo adecuado en función de las reales necesidades del agro, la industria y el comercio nacionales, y la nacionalización del comercio exterior, con juntas reguladoras nacionales (como las de granos, carnes, frutihortícolas, yerba mate, tabaco, etc.) que garanticen precio sostén y en origen a los pequeños y medianos chacareros, tamberos, quinteros y demás campesinos pobres y medios de todo el país.
Solo con una reforma monetaria de este tipo se puede favorecer y desarrollar la producción nacional y lograr un mejoramiento inmediato de las condiciones de vida de los trabajadores y el pueblo sin provocar nueva inflación, con medidas como las que proponen el PTP y el PCR en el Frente Popular.
Esto, estando claros que no se puede acabar definitivamente con la dependencia, la inflación y las devaluaciones del peso conciliando con los grandes terratenientes e imperialistas. Hay que luchar contra ese poder y las bases en que se sustenta. En particular por la expropiación de los grandes latifundios y por entregar la tierra en propiedad a la juventud agraria, originarios, obreros rurales y semiproletarios, campesinos pobres y medios, en fin, a todos los que quieran tierra para trabajarla (un millón de chacras, plantea el Frente Popular), como una de las condiciones básicas para una ampliación sostenida del mercado interno y de la producción agraria e industrial nacional. De otra manera continuaremos siendo las eternas víctimas de la opresión y explotación latifundista e imperialista, y “su desarrollo” continuará devorándose todo esfuerzo productivo, y el país seguirá entrampado en el círculo de hierro inflación-devaluación-recesión.