El martes 21 de julio, tras una apresurada reunión del Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil, en la que el gobierno kirchnerista excluyó a las tres principales centrales sindicales, con la participación de la presidenta se anunció un aumento de dicho salario mínimo, de $4.716 a $6.060, es decir un aumento del 28,5%.
El martes 21 de julio, tras una apresurada reunión del Consejo del Salario Mínimo, Vital y Móvil, en la que el gobierno kirchnerista excluyó a las tres principales centrales sindicales, con la participación de la presidenta se anunció un aumento de dicho salario mínimo, de $4.716 a $6.060, es decir un aumento del 28,5%.
En primer lugar hay que decir que se trata de un porcentaje entre un 5 y un 10% inferior al obtenido por la mayoría de los gremios en las paritarias. Pero, además, que para este año es de apenas el 18,5%, pues el mínimo que rige desde agosto hasta diciembre es de sólo $5.588. Recién para enero de 2016 regirá el 10% restante, con lo que recién a partir de entonces será de $6.060.
En la reunión del Consejo sólo se dio participación a las centrales oficialistas: la CGT de Antonio Caló y la CTA de Hugo Yasky. Este año ni siquiera se cursó invitación a la CGT de Hugo Moyano, la CTA de Pablo Micheli ni a la CGT Azul y Blanca, de Luis Barrionuevo.
Con su habitual caradurismo, como si no hubiera sido cómplice de la medida, Antonio Caló, sostuvo al día siguiente que esa suma “no alcanza para vivir dignamente”. Tendría que haber dicho que no alcanza para vivir, pues no cubre siquiera la canasta alimentaria de una familia y ni qué decir que se necesita bastante más para vivir dignamente.