Ayer (2/8), con gran alegría, recorrimos nuestra querida Rosario para llegar a nuestros amigos y vecinos con las propuestas del Frente Popular. Y no es un detalle lo de poder hacerlo con alegría, porque esa alegría encierra el sabernos portadores de un sueño colectivo. Un sueño que además de ser posible es fundamentalmente necesario. Ayer, recorriendo la ciudad y llegando hasta las barrancas del Paraná no podía dejar de pensar en que son las mismas barrancas por las que se desangra nuestra economía y nuestra soberanía, por donde cada día nuestros recursos parten para engordar los bolsillos de un puñado de monopolios extranjeros mientras acá cerquita hay pibes que anoche no comieron.
Pero a la vez también mirábamos el río y nos daba fuerza sabernos continuadores de un sueño inconcluso que también tuvo como protagonista a estas barrancas. El sueño de una patria justa, soberana y libre de toda potencia extranjera por la que San Martín peleó, a poquitos kilómetros de acá, en mi querida San Lorenzo. Es imposible mirar este río y este cielo y no intentar pensar en que patria soñaba Belgrano cuando levantaba la bandera azul y blanca.
¿Pero cómo no vamos a estar contentos con tanto esfuerzo y militancia? ¿Cómo no vamos a emocionarnos con el cariño de la gente y los amigos o la fuerza y la constancia de los compañeros? Lo estamos porque tenemos la inmensa emoción de estar construyendo una alternativa de país que nos permita a todos nada más y nada menos que eso: ser felices.
