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02 de September de 2015

Conversamos con Yanina Brandam, Curi, una compañera de la Juventud de la CCC que juega al fútbol en La Nuestra. Un ejemplo destacable de cómo el deporte salva.

Pelota y cancha también son de las chicas

Fútbol femenino en el barrio de Retiro, capital federal

Yanina Brandam entre sus amigos y vecinos es  conocida como Curi, tiene 21 años, menuda figura, de rostro y palabra resuelta; por como lo cuenta, su estilo lo adoptó desde muy pequeña, cuando a los cinco años decidió sumarse a un equipo barrial compuesto por una absoluta mayoría de varones, porque fútbol para niñas no había. Curi no sólo tuvo que enfrentar la discriminación impuesta con apelativos discriminatorios debido a su interés en una disciplina “para varones”, sino dar batalla para que cada vez más mujeres puedan practicar deporte, y mantenerse lejos de la droga.
Curi nació en la Villa 31 de Retiro, es la cuarta de seis hermanos. Sus padres llegaron de Salta cuando su hermana mayor era una bebé de un año. Como tantas otras familias, echaron raíces y nunca más volvieron a su provincia: gracias a que el Encuentro Nacional de Mujeres se hizo en Salta, pudo conocer a su abuela que había quedado en esa provincia, sin novedades de su hija y su familia por más de veinte años. 
Curi trabaja cuatro horas todos los días en las cooperativas de limpieza en la CCC; en el mantenimiento de postes y espacios públicos en el centro de la Ciudad de Buenos Aires. Por la tarde, entrena en “La Nuestra fútbol femenino”, en la cancha Güemes de Retiro.
 
Ir a la cancha y representar al barrio
“A mí me gustaba ir a la cancha con mi papá, él jugaba pero recibió un disparo en el pie… pero yo seguí yendo a ver los torneos de los comedores. Desde los 4, 5 años siempre había jugado con varones, no había equipos mixtos, solamente era de varones… Cuando empecé la secundaria, me anoté en el Programa Adolescencia, para chicas de 12 a 18 años… Tuve la suerte de que era en la cancha de Güemes… es difícil salir del barrio a la noche y volver tarde… ahí encontré chicas que ya venían jugando y a mi actual entrenadora.
“Si bien el programa Adolescencia está hace ocho años, hace tres que nuestro equipo se llama “La Nuestra fútbol femenino”…
En 2011, Curi tenía 18 años, y fue elegida entre otras ocho chicas de Capital Federal, para representar al barrio de Retiro y a la Argentina en Francia en el mundial de fútbol callejero (Homeless World Coup). Explica: “Se juega cuatro contra cuatro, con cambios rotativos. El ritmo es muy rápido, la pelota va muy rápida, el ataque si bien puede ser con tres, la defensa es con dos. Uno se queda esperando que los otros dos recuperen y después, rotan”. 
“Yo la verdad que tuve mucha suerte porque si bien a mi papá le costó un poco más que a mi mamá dejarme ir, a otra chica de acá del barrio los padres no la dejaron”.
También en 2011 viajó con sus compañeras de La Nuestra a Uruguay a un torneo de fútbol callejero. Hasta que en junio de este año, viajó junto a siete compañeras a Berlín, Alemania, al Discovery fútbol, un torneo mundial que tiene como objetivo el “intercambio de culturas”. Por eso Curi explica que “allí no jugaba por la camiseta de Argentina sino que se conformaron siete equipos de diferentes nacionalidades”. Lo más difícil, según explica “el idioma: teníamos un entrenador hindú, no le entendíamos nada cuando nos hablaba en inglés… pero por suerte estaba una chica de España en nuestro equipo que hablaba inglés, y entonces nos traducía lo que él nos pedía”. 
Curi relata entusiasta las diferencias de comidas y costumbres en Europa con las de su barrio y la magnífica experiencia de conocer otras ciudades del mundo y otras culturas, pero por un momento, se pone en los zapatos de su entrenadora y analiza “es muy difícil elegir entre 50 chicas que somos, quién viaja y quién no. Claro que todas queremos ir… Pero se evalúa quién va a los entrenamientos, quién participa”, y admite que el hecho de no tener hijos –al revés de la mayoría de sus compañeras- facilita las cosas para viajar. “Incluso, la mayoría de mis compañeras son mamás y es más complicado para ellas ir con regularidad al entrenamiento”.
“La Nuestra va creciendo en número, como necesidad en el barrio de encontrar un espacio de esparcimiento y recreación de las chicas, lejos del infierno de la droga… Por eso, explica Curi, han organizado actividades y torneos con el objetivo de comprar camisetas para el equipo… Si bien La Nuestra es una asociación, están en la pelea legal por transformarlo en club: “si se consigue, La Nuestra se va a convertir en algo más grande y vamos a conseguir que más chicas se sumen a nuestra propuesta. Hay muchas chicas que andan en la droga, nenes chiquitos, de siete ocho años… De 2003 en adelante hizo desastre la droga en el barrio, mucha pasta base”. 
Cuenta que la cancha era de tierra, que fue Macri a inaugurar el césped sintético a una cancha que está mal construida y que incluso se inunda los días de lluvia: “Macri vino, inauguró y trajo al equipo de San Lorenzo, sin reconocer lo que estábamos haciendo nosotras”.
Las chicas de La Nuestra este año se preparan para viajar al Encuentro Nacional de Mujeres en Mar del Plata. Curi y sus compañeras ya han participado del Encuentro en Salta, donde organizaron un torneo de fútbol y ahora esperan volver a encontrar el espacio para jugar con otras mujeres del país.
También han participado del torneo de fútbol en el picnic del hoy: “A las chicas las invito todos los años para ir a jugar, y vamos”.
 
Enfrentar la discriminación
“Al principio cuando era chica, fue duro para mí porque me gritaban marimacho, que parecía hombre por cómo pateo la pelota… A las mujeres se nos hace muy difícil mantenernos en esto, más si tenés rapado a los costados en la cabeza o por cómo te vestís… Yo no me enganchaba en pelear, yo me focalizo en lo que me gusta y nada más.”
Hasta no hace mucho tiempo, según cuenta, la lucha era hacer valer el espacio y el tiempo de práctica: “Ponele si a las siete empezaba nuestra práctica, era una lucha para que los varones nos dieran la cancha en horario, puntual. Eran las siete y cuarto y los tipos no se querían ir. Los enfrentamos y hasta le pegaron a una chica… fue duro… Hasta que un día logramos que uno de los muchachos nos diera la llave para que abriéramos nosotras”.
“En invierno, cuando oscurece más temprano, siempre estar peleando con los tipos para que nos prendan los reflectores para poder jugar… y siempre nos metían un palo en la rueda… hasta que empezaron a venir nenas más chiquitas a querer aprender, muchas de ellas eran sus hijas o sus sobrinas… ahí empezaron a ceder”.
 
Trabajo en la Corriente
 “Yo con mis compañeras trabajo en la limpieza de postes en la zona del centro y plaza de Mayo… trabajo cuatro horas por día. Después, cuando vuelvo, estoy en el merendero, con mi mamá…
“Mis compañeras de equipo y mi entrenadora saben que estoy en la CCC… que tengo tareas o que me tengo que ocupar de hacer cosas”.
"Claro, me encantaria que muchas compañeras mas de la corriente puedan sumarse ak deporte". Finaliza nuestra charla y volvemos al merendero de la CCC, donde humea una olla de mate cocido y el pan con chicharrón para compartir con las compañeras.