A la enorme bicicleta financiera armada con las Letras del Banco Central que pagan hasta un 30% de interés anual, y que ya lo comprometen en un equivalente a más de 30.000 millones de dólares en pesos, le ha sumado ahora otra enorme bicicleta: la venta de dólares a futuro.
A la enorme bicicleta financiera armada con las Letras del Banco Central que pagan hasta un 30% de interés anual, y que ya lo comprometen en un equivalente a más de 30.000 millones de dólares en pesos, le ha sumado ahora otra enorme bicicleta: la venta de dólares a futuro.
Con el argumento de frenar la demanda inmediata de dólares en los mercados paralelos, el Central vende divisas a futuro al tipo de cambio oficial con el compromiso de hacerse cargo de la diferencia en caso de una devaluación. Esta operativa implica que cuando llegue ese futuro, el Banco Central tendrá que pagar en pesos la diferencia que haya entre los 10,50 pesos y el precio que tenga el dólar devaluado en ese momento. Los grandes operadores sacan cuentas sobre una ganancia rápida: se hará efectiva en los primeros meses de 2016.
Una fabulosa
transferencia de recursos
Además de la otra “bomba de tiempo” que eso implica para el Banco Central, que ya lleva asumidos compromisos de pago equivalentes a 16.000 millones de dólares, los grandes operadores vienen haciendo un negocio inmediato. Compran aquí el futuro a 10,80 pesos y lo revenden en Wall Street a 15 pesos. Una ganancia del 42% de un día para el otro. En particular para las principales cerealeras imperialistas que operan en Argentina y las “multinacionales” que tienen acceso fluido al mercado cambiario de Nueva York. También los grandes bancos extranjeros radicados en Argentina, aunque tengan restricciones para las tenencias de billetes.
En definitiva, con el pretexto de contener el precio del dólar y evitar un mayor drenaje de las reservas de libre disponibilidad hasta el 10 de diciembre, Kicillof-Vanoli armaron otra enorme bicicleta financiera, a favor de los grandes monopolios imperialistas que dominan la economía del país. Pero esta fabulosa transferencia de fondos en contra del sector público y en favor de los intereses imperialistas en Argentina, no hace más que seguir incrementando las presiones devaluatorias del peso, para que el próximo gobierno (sea el de Macri o el del propio Scioli) descargue todo el peso de la herencia de Cristina sobre los trabajadores, el pueblo y la producción nacional.
Por eso en el balotaje no podemos votar ni a uno ni a otro para que hagan el trabajo sucio para salvar a Cristina. El voto en blanco o nulo es un voto de rechazo a los gobiernos que se arrodillan ante los imperialistas. Pero también es un voto de futuro si va unido a la lucha política y social, para impedir que se sigan con los ajustes sobre los trabajadores y la producción nacional, fortaleciendo y ampliando el Frente Popular, y crear así las condiciones que lleven a conquistar un gobierno verdaderamente nacional y popular, único que puede tomar las medidas necesarias a favor del pueblo y la nación, acabando con la inflación y las devaluaciones.