Pena, bronca es el sentimiento que tuvimos este domingo con Elsa Colqui (presidenta de la Casa de la Mujer María Conti) cuando nos entrevistamos con una víctima de trata que logró, gracias a su testimonio, la condena a su secuestrador y explotador.
Pena, bronca es el sentimiento que tuvimos este domingo con Elsa Colqui (presidenta de la Casa de la Mujer María Conti) cuando nos entrevistamos con una víctima de trata que logró, gracias a su testimonio, la condena a su secuestrador y explotador.
Hace años venimos debatiendo en Jujuy si existe o no la trata. Algunas condenas como ésta nos dieron la razón en forma terminante. Pero sigue siendo un tema oculto. De esto dan cuenta quienes desde el ámbito educativo abordan el tema con sumo interés y van golpeando puertas por información, la que es negada una y otra vez. Así llegan a nosotras.
Pero peor que ocultar es el abandono canallesco del Estado en Jujuy a las víctimas que han sido secuestradas, sometidas a explotación sexual y/o laboral. Quienes habiendo podido escapar o han sido rescatadas, no tienen contención psicológica ni hay una política de reinserción laboral. No hay casas para ellas y sus hijos que les den una seguridad y tranquilidad. Hay abandono en las peores condiciones, porque quien es rescatada o logra escapar, atraviesa un juicio a fin de lograr condena, sufriendo terribles y constantes persecuciones de parte de esas redes de trata que muy lejos están de desarticularse cuando hay uno o dos detenidos. Las custodias, como protección, duran hasta que se le ocurre a un superior de la fuerza de seguridad. Hay que animarse a salir a la calle cuando las trafics de los tratantes rondan, hacen seguimientos, hacen amenazas e intentos de homicidio, y además el acoso de los tratantes en el domicilio de la víctima o de sus familiares.
Del otro lado, los integrantes de las redes de trata en su lucha por la impunidad infligen miedo a sus víctimas para lograr una declaración acorde, incluso con ofrecimientos de dinero. Pero la víctima quiere romper con eso, sin embargo la soledad, el abandono del Estado, en circunstancias tan complejas, es canalla.
En Jujuy, el Estado es canalla
Como Jujuy no es un Estado independiente, sino una provincia de un país federal, el Estado nacional también es canalla. Las víctimas no ven como una política de Estado lo que dice la ley de trata, que se reformó en el marco de la respuesta popular y masiva ante la absolución de los secuestradores de Marita Verón en 2012. Y la política de Estado que necesitan las víctimas de trata, está muy lejos del fortalecimiento económico de una ONG, por más respetable que sea.
Las políticas de Estado que necesita esta victima de trata, están enmarcadas en la Ley 26364 reformada en el año 2012. Allí se expresa: El Estado nacional garantiza a la víctima de los delitos de trata o explotación de personas los siguientes derechos, con prescindencia de su condición de denunciante o querellante en el proceso penal correspondiente y hasta el logro efectivo de las reparaciones pertinentes:
(…) b) Recibir asistencia psicológica y médica gratuitas, con el fin de garantizar su reinserción social;
c) recibir alojamiento apropiado, manutención, alimentación suficiente y elementos de higiene personal;
d) recibir capacitación laboral y ayuda en la búsqueda de empleo;
e) recibir asesoramiento legal integral y patrocinio jurídico gratuito en sede judicial y administrativa, en todas las instancias;
f) recibir protección eficaz frente a toda posible represalia contra su persona o su familia, quedando expeditos a tal efecto todos los remedios procesales disponibles a tal fin. En su caso, podrá solicitar su incorporación al Programa Nacional de Protección de Testigos en las condiciones previstas por la ley 25.764;
(…) i) prestar testimonio en condiciones especiales de protección y cuidado;
j) ser informada del estado de las actuaciones, de las medidas adoptadas y de la evolución del proceso;
k) ser oída en todas las etapas del proceso;
l) a la protección de su identidad e intimidad;
m) a la incorporación o reinserción en el sistema educativo.
No está sola…
La víctima de trata a la que entrevistamos no goza de estos derechos. Los detalles de la suerte que va corriendo su captor, los sabe por los mensajes amenazantes que llegan a su familia por la red de la que fue víctima. Cuando le sacaron la custodia, dejó de estudiar. No recibe apoyo psicológico. A pesar de que trabaja, la situación de absoluta precariedad ni siquiera le alcanza para viajar a resolver cuestiones médicas elementales de sus hijos. Así sus derechos son vulnerados cotidianamente.
Pero no está sola. Está esta organización de mujeres, la Casa de la Mujer María Conti que sabrá marcar la suerte de la batalla.