El Centro de Estudios de Psicología Social de Rosario arroja una perspectiva única sobre las intervenciones en emergencias. Gladys Raviculé y Mariana Zeballos, son integrantes de la comisión directiva. Su experiencia se remonta a la inundación de Santa Fe en 2003 y 2007 y la explosión de calle Salta 2141, entre otros. “El acompañamiento siempre tiene que ser colectivo y sostenido”, destacan.
El Centro de Estudios de Psicología Social de Rosario arroja una perspectiva única sobre las intervenciones en emergencias. Gladys Raviculé y Mariana Zeballos, son integrantes de la comisión directiva. Su experiencia se remonta a la inundación de Santa Fe en 2003 y 2007 y la explosión de calle Salta 2141, entre otros. “El acompañamiento siempre tiene que ser colectivo y sostenido”, destacan.
El Centro de Estudios de Psicología Social de Rosario, Instituto “Dr. Enrique Pichón Riviére” (Irdes), nace en 1978 en Rosario, y continúa acordando y llevando adelante un desarrollo teórico acerca de los procesos subjetivos de comprensión de la conducta humana y de sus determinantes. Gladys Raviculé, directora de la escuela, y Mariana Zeballos, integrante de la comisión directiva, explican que en la psicología social propuesta por Riviére, el sujeto es producto de sus condiciones concretas de existencia, tanto de sus condiciones normales como de aquellas situaciones donde hay irrupción de sucesos o acontecimientos de distinto tipo.
“Nosotros venimos interviniendo, desde los procesos de aprendizaje de una conducta normal cotidiana, hasta atender luego cuáles son las estrategias adecuadas para intervenir en situaciones de emergencia social o natural”, explica Gladys, y agrega que en ese camino hay atenciones de emergencia sociales de varios tipos, como una guerra, hiperinflación, saqueo e inundaciones. “Son todas de distinto tenor, por tanto la intervención psicológica no es estándar, sino que son adecuadas al fenómeno. Siempre tiene que haber una adecuación y un diagnóstico de cómo juegan las variables”, agrega Mariana.
Es con este propósito, que el centro de estudios desarrolló un documento de actuación, en base a la experiencia en la asistencia en la inundación de Santa Fe en el 2003, donde se proponen compartir las estrategias aprendidas.
¿Cómo se dio la intervención del Instituto en la inundación de Santa Fe en el 2003?
Gladys: En realidad interveníamos sintiéndonos autoconvocados. En la inundación de Santa Fe, una de las primeras instituciones que concurre es la escuela de psicología social de Santa Fe, y partir de allí también nosotros también nos incorporamos como recursos humanos. La especificidad nuestra termina siendo llevada adelante casi siempre por las escuelas, porque no está tan registrado en la población y en las instituciones el perfil de la asistencia para las emergencias. Y nosotros lo que hemos tratado de ir elaborando es el perfil de la asistencia para la particularidad.
Mariana: Por ejemplo, cuando pasó la explosión en la calle Salta, el Colegio de Psicólogos puso a disposición los consultorios para que las personas acudan a recibir asistencia. Nosotros entendemos que esta tarea es distinta, es en el campo, el lugar, el momento.
Gladys: La particularidad de la convocatoria de atención que hace esta línea, por tanto, va a pasar siempre por lo grupal: si el hecho que se dio afecto a una comunidad, como tal debe ser atendida.
¿Cuáles fueron las estrategias que llevaron adelante en esa oportunidad?
Gladys: Desarrollamos distintas estrategias de atención. Desde coordinar las distintas organizaciones de la comunidad para armar ejes de atención, como también explorando la zona afectada para instrumentar propuestas para el encuentro de los sujetos. La idea era darles la posibilidad, desde ese encuentro y con técnicas apropiadas, de que elaboren estrategias para resolver el problema, donde los principales protagonistas fueran los afectados.
En esto se creó el Encuentro de la Plaza, que se reunían semanalmente en la plaza del lugar afectado, y después a eso le incorporamos nosotros una estrategia terapéutica, viajábamos tres profesionales cada 15 días y fuimos elaborando la propuesta: pusimos el acento en la necesidad y posibilidad de pensar, hacer y sentir con otro. El equipo se constituyó en un modelo de la relación con otro.
Mariana: Por ejemplo, luego de que la gente empezó volver a sus casas, armamos equipos interdisciplinarios (junto con voluntarios), con los cuales íbamos al barrio, donde un médico con las vacumas se instalaba en alguna casa, enfermeros, etc. Y de ahí empezábamos a organizar la vuelta a la casa de los demás. Esto nunca se hacía en soledad, siempre con los vecinos, pasábamos de una casa a otra. Fue un trabajo en común.
Gladys: Otra cosa que me parece clave, es entender cómo construir la zona de refugio interno, que tiene que ver con preservarse, estar protegido. Fuimos viendo en la práctica de que uno en realidad va construyendo zonas de refugio más sólidas internas, en la medida en que interacciona más fuertemente con un afuera. La familia no es tan resistente como si en cambio interactuara con las familias del barrio. Esto quiere decir, que va a tener mucha más fortaleza interna cuando regresa: no se trata de aquel que sale solo y se la banca, sino de aquel que se atreve a salir con otros y vuelve enriquecido.
¿Qué importancia tiene la “asamblea del final del día”?
Gladys: Si estás en situación de catástrofe de emergencia, los sucesos son rápidos y los daños también. Si además, el suceso ha transcurrido en un periodo corto de tiempo, la acción de inhibición es mayor. Por tanto se requiere seguir paso a paso cómo se va desarrollando la reacción de los sujetos y la dramática en sí. Para eso garantizábamos una reunión de equipos y de instituciones al final del día para que con los aportes actualizados probáramos y ajustáramos la estrategia para el día siguiente.
Mariana: En este caso, nosotros trabajábamos en los centros de evacuados, y significaba encontrarse con los compañeros que estábamos haciendo la misma tarea. Era no irse cada uno a su casa, sino poder llegar, encontrarse, contenerse. Esto es fundamental, porque el que atiende es un afectado más.
Gladys: Esto que ella comenta es importante porque se tiende a negar que el sujeto que atiende no le pasan cosas, o que la tarea no es generadora de afección. Y en realidad te va tallando la angustia, la impotencia, cuestiones o contradicciones que vos ves que no están en tus manos resolverlas. Y es por eso que es mejor compartirlo en un lugar grupal para la elaboración, es como un acto de salud mental.
¿Cuál es el papel que juegan los medios en el intento de dar a difundir lo que están pasando los damnificados?
Gladys: Mas allá que se haga un “show” de eso todos los días, la gente necesita que eso se haga. Porque uno de los problemas claves es que el periodismo se va detrás de lo más fascinante. Si me preguntaran si los periodistas pueden hacer algo, diría que deben hacer algo. Los medios deben trabajar conjuntamente y se tienen que hacer cargo del debate para que todo lo que tenga que ver con los inundados no desaparezca hasta que todos hayan vuelto. Y esto sí lo hemos relevado: lo peor que hay después de que ocurrió una desgracia, es que la pantalla te entretenga con otra cosa, porque la persona siente que empieza a ser olvidada socialmente. Y si hay algo que necesita es que la comunidad entienda lo que le está pasando, porque además es un hecho de la comunidad.
Hoy este problema es serio: si hay algo que en medio de esta solidaridad que aparece, que eclosiona, es que pasado ese pico, volvemos al estándar del sujeto de hoy: es un sujeto muy difícil de descentrar, que vive con la pantalla. Ese sujeto es el problema, porque para que este sostenidamente interesado en una situación hoy le faltan recursos internos. Es por eso que los medios pueden y deben jugar un papel.