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17 de February de 2016

Continuamos con la reproducción de extractos de la intervención del camarada Otto Vargas, secretario general del Partido Comunista Revolucionario de la Argentina, en un acto realizado a los 30 años del golpe en la ciudad de Buenos Aires.

La lucha contra la dictadura

Otto Vargas, secretario general del PCR

Nosotros tuvimos una posición clara [ante el golpe del 24 de marzo de 1976]. Nos reunimos apenas triunfó el golpe: ya la noche antes se habían desplegado las tropas; ya venían haciendo rastrillajes después de lo de Monte Chingolo, entrando a las villas, revolviendo los roperos de los trabajadores. Nosotros sacamos una posición contra el golpe.

Nosotros tuvimos una posición clara [ante el golpe del 24 de marzo de 1976]. Nos reunimos apenas triunfó el golpe: ya la noche antes se habían desplegado las tropas; ya venían haciendo rastrillajes después de lo de Monte Chingolo, entrando a las villas, revolviendo los roperos de los trabajadores. Nosotros sacamos una posición contra el golpe.
Hay que decir que el Partido Comunista tuvo una posición terrible, de apoyo al golpe, que explica esto que estamos diciendo del carácter prosoviético del sector que lo hegemonizó. Hubo una declaración del P”C”, el 8/4/76, en Tribuna Popular: “Todo el país escuchó con sumo interés el discurso inaugural de Videla. En cuanto a sus formulaciones, afirmamos enfáticamente que constituyen la base de un programa liberador que compartimos. El general Videla no pide adhesión, sino comprensión. La tiene”.
Roberto Vallarino, dirigente del P”C”, junio del ’78, revista Cambio 16 en España; le pregunta el periodista sobre la caracterización de la dictadura: “Muy sumariamente diría que hay por un lado elementos pinochetistas ultrarreaccionarios, y por el otro elementos progresistas, de tendencia democrática”. “¿Quiénes son esos elementos progresistas?”, pregunta el periodista. “Si quiere nombres le diré: Videla, Massera, Agosti, Suárez Mason, por ejemplo”. ¿Eso quiere decir al fin y al cabo –dice el periodista-, en cuanto a tendencia, que el gobierno actual de la Argentina es un gobierno progresista? Respuesta: “Es un gobierno en el que hay elementos progresistas, que de hecho son hegemónicos dentro de él”. Claro: lo más importante que ellos levantaban eran las relaciones con la Unión Soviética.
Y en 1978, Athos Fava y Fernando Nadra viajaron a los Estados Unidos a explicarle a los yanquis… Porque así como la URSS, y Cuba, defendían en todos los foros internacionales a la dictadura videlista y no permitían que se la condene, los yanquis la atacaban y mandaban delegaciones de derechos humanos (nosotros salvamos la vida de algunos compañeros, en gestiones con esas delegaciones, cuando estaba el gobierno de Carter). Fava y Nadra, viajaron a los Estados Unidos para explicar que no había que confundirse, que era una dictadura “progresista”. También Arnedo Álvarez, secretario general del P”C”, dijo cosas parecidas. Por ejemplo, en setiembre del ’76 dijo en la revista Fundamentos: “Las fuerzas más reaccionarias, aleccionadas por la CIA y bajo su dirección, han desatado una campaña terrorista de intimidación, y una intensa acción psicológica, tratando de influir en el estado de ánimo de las masas y de ciertos dirigentes, haciendo correr el desaliento y la voz de que esto ya es una dictadura”. Esto cuando en la Argentina se mataban entre 40 y 70 personas por noche.
Y acá tengo la revista América Latina, que publicaban los soviéticos, el Instituto de América Latina de la Academia de Ciencias, que en realidad era un departamento del KGB. Acá a Orestes Ghioldi, en el año 1981 -¡no en 1976!- le hacen un reportaje: “En esas circunstancias los comunistas dijimos que el dilema era ‘democracia o pinochetismo’. Advertimos contra el peligro de un golpe similar al que asolaba a Chile, y proclamamos nuestra decisión de luchar por una democracia renovada. Señalamos que era auspicioso que se hubiese desechado en ese instante una solución pinochetista; pero que nadie debía desarmarse, que en el seno de las fuerzas armadas y fuera de ellas se esconden también pinochetistas en acecho que sueñan con un baño de sangre”. Esto en 1981, compañeros.
Entonces la autocrítica –fraternalmente lo digo, porque estuve hablando con un compañero del PC aquí, antes de dar la charla, le dije “mirá, yo tengo que decir algunas cosas…”-, yo creo que la autocrítica del P”C” fue formal. Porque ¿cómo van a sostener su posición respecto de Videla basándose en la Conferencia Sudamericana de Partidos Comunistas de 1929? Porque “planteaba la alianza con la burguesía”, dicen. Mentira, compañeros, al revés, esa Conferencia no planteó la alianza con la burguesía; al contrario, planteó la incapacidad de la burguesía para dirigir el proceso revolucionario. Pero ¿qué tiene que ver la burguesía con Videla-Viola, con esta dictadura asesina?
Pero ¿por qué no hacen autocrítica a fondo? Porque para hacer una autocrítica a fondo tendrían que decir que tomaron esa posición porque era la posición de la Unión Soviética, y ellos eran fieles soldados –para no usar otra palabra- del socialimperialismo.
Cuando los soviéticos invadieron Afganistán, los yanquis declararon el embargo. Pero la dictadura argentina hizo un convenio para garantizarle a la URSS la provisión de 5 millones de toneladas de cereales por año, pasara lo que pasara en la Argentina. Es decir, transformaron a la Argentina en cantinero del ejército ruso que había invadido Afganistán. Para hacer una autocrítica a fondo, el Partido Comunista tiene que ir a la autocrítica de esto; cosa que me parece muy difícil, porque son los mismos dirigentes que estaban entonces. Y muchos de otras organizaciones de izquierda, que hablaban de la “potencia amiga”, tendrán también que hacerlo, porque no solamente el P”C” decía eso. Hay un último periódico del ERP, previo a la dictadura, en cuyo editorial se habla del papel “progresista” que cumplía la Unión Soviética en el mundo. Esto es lo que llevó a ese callejón sin salida. Porque la Unión Soviética era precisamente la que hegemonizaba el golpismo.
Les cuento otra anécdota. Era en tiempos de Martínez de Hoz. Yo estaba con un amigo que era gerente de una empresa importante. “Explicame una cosa –me dice-, ¿cómo es eso de que esta dictadura es proyanqui? Porque las empresas en la Argentina las está comprando el banco de Greco (que se había adueñado de la vitivinicultura cuyana), el banco de Trozzo (el Banco de Intercambio Regional, BIR), el banco de Luis Oddone (que llegó a monopolizar la industria del jabón y la perfumería)…”.
Isabel había dicho: “¿A qué viene el golpe? A bajar las chimeneas”. Luis Oddone compró la empresa Flor de Lis, no para producir yerba, sino para apropiarse del edificio que Flor de Lis tenía en calle Paseo Colón, para instalar allí sus oficinas. Y en determinado momento gran parte de las chimeneas habían sido volteadas, y esas empresas habían caído en manos de esos bancos. Y cuando esos bancos se derrumbaron, el sector prosoviético que hegemonizaba la dictadura se derrumbó, en 1981. En una noche, el general Videla firmó un decreto por el que le concedió 5.000 millones de dólares a Greco para salvar el Banco de Los Andes. Los yanquis habían estado un año discutiendo en la Cámara de Representantes de Estados Unidos si le daban o no 1.000 millones de dólares a la Chrysler para salvarla de la crisis; y Videla le dio 5.000 millones a ese grupo por un decreto. Y el grupo de Trozzo hizo un vaciamiento, se fue a México, y puso a “Marianito” Grondona al frente de su banco, el BIR. Esa fue una política de relaciones estrechas con la Unión Soviética.
 
El PCR se quedó para luchar contra la dictadura
Nosotros nos quedamos aquí: decidimos hacerlo. Esa fue otra discusión. Nuestros compañeros presos no ejercieron el derecho de opción a salir del país. A Horacio Ciafardini, para que ejerciera el derecho de opción, le ofrecieron trabajo en algunas de las más renombradas universidades de Europa; y él no aceptó, y se quedó preso hasta el final de la dictadura, en condiciones que después iban a provocarle la muerte. Nosotros nos quedamos y luchamos junto a nuestro pueblo.
Porque acá hubo muchas luchas. Lucharon los ferroviarios, los de Ford, los del Smata. Hubo la gran lucha de Luz y Fuerza, una lucha heroica donde secuestraron al dirigente Oscar Smith. Luchas como las de los obreros de Peugeot, durante 23 días; donde fue el ejército, y 4.000 obreros se sentaron en la fábrica; el ejército disparó al aire, los obreros no se movieron, y les tuvieron que aflojar. Y estuvo la huelga larga de la carne en el frigorífico de Berisso, en 1979, que duró 32 días, donde participaron activamente compañeros de nuestro Partido. Y pocos días antes del desembarco en Malvinas, el 30 de abril, hubo esa marcha donde mataron al obrero Flores.
Acá se luchó, y en primer lugar las Madres de Plaza de Mayo. Y con ellas, desde el primer día estuvieron las compañeras de nuestro Partido, en todas las rondas de las Madres, en Buenos Aires y en todo el país. También hubo luchas agrarias importantes.
Estuvo la lucha para impedir la guerra del Beagle, donde nosotros jugamos un papel muy activo, aliados –digamos así- con el Vaticano, cuando vino el cardenal Samoré (atrás estarían los yanquis, me imagino), cuando la dictadura llevaba a la Argentina a una guerra fratricida contra Chile. Ya las tropas argentinas se estaban moviendo cuando se llegó a un acuerdo para impedir la guerra del Beagle. Ese era el sueño de los soviéticos, pero hubo dos hechos que los derrumbaron, los hicieron colapsar: la crisis económica, y el fracaso del intento de guerra con Chile. Por eso ese clima patriotero en el Mundial ’78, que fue el momento más difícil de nuestra vida, cuando las masas salían a la calle gritando “¡Argentina, Argentina!”, y sabíamos que estaban preparando el clima para la guerra con Chile. Pero se impidió esa guerra, compañeros. Y ahí comenzó a colapsar la dictadura.