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25 de May de 2016

El gobierno tuvo una derrota política en el Congreso al aprobar Diputados la ley para frenar los despidos por seis meses, lo que obligó a Macri a vetarla.

Vamos por un paro general

El gobierno vetó la ley contra los despidos

 
El 24 de febrero fue un punto de inflexión en la dura batalla política contra la ofensiva de despidos en el Estado y en los privados. Logramos hacer retroceder las intenciones del gobierno de Macri -y los grandes monopolios patronales que son su sustento- de poner toda la clase obrera a la defensiva por el temor a perder el trabajo. 

 
El 24 de febrero fue un punto de inflexión en la dura batalla política contra la ofensiva de despidos en el Estado y en los privados. Logramos hacer retroceder las intenciones del gobierno de Macri -y los grandes monopolios patronales que son su sustento- de poner toda la clase obrera a la defensiva por el temor a perder el trabajo. 
El triunfo parcial de los docentes les permitió recuperar en parte lo perdido por la brutal inflación (la heredada del gobierno de Cristina, sumada a la que produjo la devaluación del nuevo gobierno, y las remarcaciones de precios de noviembre, diciembre y enero) que sumó un millón cuatrocientos mil pobres más sobre los 12 millones heredados. Trascartón vinieron los tarifazos de luz, gas, agua, transporte, y la suba de naftas y combustibles. 
Continuaron las luchas: el 16 de marzo en provincia de Buenos Aires y en todo el país. El 19 de abril los desocupados, cooperativistas, precarizados, estatales y docentes confluimos en paros nacionales y grandes movilizaciones haciendo caer los techos del 25% y del 15% por ciento hasta julio. Pusimos en el centro el aumento y extensión de los planes sociales y el aumento de jubilaciones, el comienzo de obras de las cooperativas. Mientras, seguían las luchas en paritarias de bancarios y aceiteros, y contra los despidos que, por ser largas, firmes y consecuentes, triunfaron. 
El arrasador tren de los despidos fue perdiendo velocidad fruto de la unidad y lucha de la clase; generó un enorme debate político que se potenció el 29 de abril con el gran salto de calidad que significó la masiva movilización de las cinco centrales obreras. 
Se empezaba a dar la batalla en el Congreso y la ley antidespidos, limitada en su contenido, fue aprobada. 
El gobierno se puso muy nervioso porque el debate político llegó a millones y ya no podía hacer su juego de asustar a la clase obrera para bajar salarios. Le estábamos respondiendo desde abajo, en todos los terrenos, principalmente en las calles y también en el Congreso. Les sumamos siete leyes para la emergencia social: la primera contra los despidos, donde se focalizó el debate. 
En el gobierno se enloquecieron porque creían que contaban con el apoyo de sectores importantes del peronismo -que habían votado el ignominioso pago a los fondos buitre.
Seguimos la pelea para determinar hacia dónde va la. Ya vimos anteriormente cómo miles de millones fueron para banqueros, monopolios exportadores, especuladores, mineras y sobre todo para las seis operadoras petroleras a las que subsidian sin vergüenza; casi nada fue para los pobres. Hablan de “cepo al trabajo” con una ley que no tiene muchos efectos jurídicos; el cepo es el que ellos querían poner a los salarios, despidiendo y asustando con los despidos. 
El panorama es gravísimo, de hambre y sufrimiento. La situación de los campesinos pobres, de los pequeños y medianos comerciantes, industriales y productores es grave. La inflación los mata. 
 
El veto de Macri 
A pesar de las dilaciones y maniobras para que no se votara, el gobierno tuvo una derrota política en el Congreso, al aprobar Diputados la ley para frenar los despidos por seis meses. El presidente Macri tuvo que vetarla, con lo que cometió un gran error político, porque vamos a pelear más fuerte por el paro nacional multisectorial, como respuesta a esta decisión. 
A este reclamo de paro nacional, le incorporamos todos los reclamos por los que venimos peleando. Particularmente, que el dinero de la recaudación vaya para los de abajo: para la salud y la educación, para el tratamiento de adicciones, contra la violencia de género, para aumentar los planes sociales, para sacar el impuesto a los salarios. Basta de seguir llenando los bolsillos de los que la juntaron con pala durante el gobierno de  Cristina Fernández. 
Por supuesto que queremos que se pudran en la cárcel los ladrones de la cúpula del gobierno anterior, pero no nos pueden distraer con esto para tomar medidas contra los trabajadores y el pueblo.
Por eso, sección por sección, en asambleas de cuerpos de delegados, discutamos y votemos el paro general. No dejemos que ganen los colaboracionistas, ni los que quieren “darle tiempo” hasta agosto al gobierno macrista. Ahora es el momento: hay que parar la sangría. Hay que preparar el paro general multisectorial y barrer los delegados colaboracionistas, ganando los vacilantes e intermedios.