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29 de June de 2016

Hace 100 años el líder de la revolución rusa de Octubre de 1917, Lenin, terminaba de escribir “El imperialismo, fase superior del capitalismo”, obra que mantiene toda su vigencia.

100 años de El imperialismo, fase superior del capitalismo

Vigencia de un libro de Lenin

 

 
El imperialismo, fase superior del capitalismo fue escrito en la primera mitad de 1916. El estudio de publicaciones de distintos países acerca del imperialismo lo inició Lenin en Berna; el libro empezó a escribirlo en enero de 1916. A fines de este mes, Lenin se trasladó a Zurich y siguió trabajando en el libro, en la biblioteca cantonal de esa ciudad. Los extractos, apuntes, observaciones y cuadros que Lenin hizo de centenares de libros, revistas, periódicos y resúmenes estadísticos extranjeros componen más de 40 pliegos de imprenta.
El 19 de junio (2 de julio) de 1916, Lenin terminó el trabajo y envió el manuscrito a la Editorial Parus. Los elementos mencheviques atrincherados en la Editorial suprimieron de él la dura crítica que se hacía de las teorías oportunistas de Kautsky y de los mencheviques rusos (Mártov, etc.). Cuando Lenin decía “transformación” (del capitalismo en imperialismo capitalista) ellos pusieron “conversión”, el “carácter reaccionario” (de la teoría del “ultraimperialismo”) lo sustituyeron por el “carácter atrasado”, etc. 
Con el título de El imperialismo, etapa contemporánea del capitalismo la Editorial Parus lo imprimió a principios de 1917 en Petrogrado. A su llegada a Rusia, Lenin escribió el prólogo del libro, que vio la luz en septiembre de 1917.  Allí advertía “El folleto está escrito teniendo en cuenta la censura zarista. Por esto, no sólo me vi precisado a limitarme estrictamente a un análisis exclusivamente teórico -sobre todo económico-, sino también a formular las indispensables y poco numerosas observaciones de carácter político con una extraordinaria prudencia, por medio de alusiones, del lenguaje a lo Esopo, maldito lenguaje al cual el zarismo obligaba a recurrir a todos los revolucionarios cuando tomaban la pluma para escribir algo con destino a la literatura “legal”.
Recientemente, desde nuestro semanario hemos reproducido, en tres Cuadernos de difusión del marxismo-leninismo-maoísmo, los números 244, 245 y 246, partes fundamentales de esta obra. Como dijimos en la presentación “Hoy en día, cuando ya nadie puede negar el fenómeno de la monopolización e internacionalización del capital, han aparecido los nuevos teóricos de la burguesía hablando de la “globalización” y del “mundo uno”. Pero no lo hacen para reconocer la existencia del imperialismo como última fase del capitalismo, sino para negarla: para decir que el imperialismo ya no existe más o que, al menos, las condiciones de producción habrían cambiado de tal manera que el mundo ya no se dividiría más entre explotadores y explotados y entre naciones oprimidas y opresoras.
“De ahí la renovada vigencia que adquiere el estudio del libro de Lenin El imperialismo, fase superior del capitalismo, para comprender en profundidad la esencia económica de la época actual y sus implicancias para las luchas de los trabajadores y de los pueblos oprimidos de todos los países del mundo y demarcar los campos entre los oportunistas y los revolucionarios, como lo señaló Lenin en su momento”.
Reproducimos un extracto del capítulo 7 del libro, donde Lenin resume los cinco rasgos económicos esenciales del imperialismo capitalista.
 
“Sus cinco rasgos fundamentales”
Si fuera necesario dar una definición lo más breve posible del imperialismo, debería decirse que el imperialismo es la fase monopolista del capitalismo. Una definición tal comprendería lo principal, pues, por una parte, el capital financiero es el capital bancario de algunos grandes bancos monopolistas fundido con el capital de los grupos monopolistas de industriales y, por otra, el reparto del mundo es el tránsito de la política colonial, que se expande sin obstáculos en las regiones todavía no apropiadas por ninguna potencia capitalista, a la política colonial de dominación monopolista de los territorios del globo, enteramente repartido.
Pero las definiciones excesivamente breves, si bien son cómodas, pues resumen lo principal, son, no obstante, insuficientes, ya que es necesario deducir de ellas especialmente rasgos muy esenciales del fenómeno que hay que definir. 
Por eso, sin olvidar la significación condicional y relativa de todas las definiciones en general, las cuales no pueden nunca abarcar en todos sus aspectos las relaciones del fenómeno en su desarrollo completo, conviene dar una definición del imperialismo que contenga sus cinco rasgos fundamentales siguientes, a saber: 1) la concentración de la producción y del capital llegada hasta un grado tan elevado de desarrollo que ha creado los monopolios,  que desempeñan un papel decisivo en la vida económica; 2) la fusión del capital bancario con el industrial y la creación, sobre la base de este “capital financiero”, de la oligarquía financiera; 3) la exportación de capital, a diferencia de la exportación de mercancías, adquiere una importancia particular; 4) la formación de asociaciones internacionales monopolistas de capitalistas, las cuales se reparten el mundo, y 5) la terminación del reparto territorial del mundo entre las potencias capitalistas más importantes.
El imperialismo es el capitalismo en la fase de desarrollo en la cual ha tomado cuerpo la dominación de los monopolios y del capital financiero, ha adquirido una importancia de primer orden la exportación de capital, ha empezado el reparto del mundo por los trusts internacionales y ha terminado el reparto de todo el territorio del mismo entre los países capitalistas más importantes…
El capital financiero y los trusts no atenúan, sino que acentúan la diferencia entre el ritmo de crecimiento de las distintas partes de la economía mundial. Y si la correlación de fuerzas ha cambiado, ¿cómo pueden resolverse las contradicciones, bajo el capitalismo, si no es por la fuerza?