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28 de September de 2016

Primeras huelgas en Santa Cruz (2)

Crónicas proletarias

 Luego de terminada la primera guerra mundial comienza un período de crisis en la economía santacruceña, principalmente por la caída del precio de la lana. Inglaterra, el principal destino de las exportaciones laneras, estaba saturado con los productos llegados desde Australia y Nueva Zelandia. “Los 10 kilos de lana sucia, que valían 9,74 pesos oro en 1918 se pagaron 3,08 pesos en 1921. La esquila de 1920 no tuvo compradores y se sumó a las 80 mil toneladas que habían quedado de los años anteriores”, escribe Otto Vargas en El marxismo y la revolución argentina, tomo 2.
La Sociedad Explotadora de Tierra del Fuego, propiedad de los Braun Menéndez tenía 1.250.000 lanares que producían cinco millones de kilos de lana, 700.000 kilos de cuero y dos millones y medio de carnes y menudencias. La crisis se hizo sentir rápidamente entre los trabajadores, con el aumento de la desocupación, una baja de los salarios, y creciente carestía de la vida.
En enero de 1919, mientras se conocían en Río Gallegos las noticias de la rebelión desatada en Buenos Aires, se desencadenaba una huelga general en la ciudad reclamando la liberación de Apolinario Barrera, quien había caído preso junto con Simón Radowitzky en Chile tras el fracasado intento de fuga de este último. También fue encarcelado el dirigente español Eduardo Puente, que venía de Chile. El 14 de enero la policía irrumpe en el local de la Federación Obrera y se lleva varios obreros detenidos. En dicha asamblea participó un delegado de la Federación Obrera de Magallanes, Chile. Lanzada la huelga, el 17 de enero se organiza una manifestación de mujeres que reclamaban por la libertad de los detenidos. Cuenta Osvaldo Bayer que en esa marcha el “sargento Jesús Sánchez procedió a la detención de la organizadora de la marcha, la española Pilar Martínez (cocinera, viuda, de 31 años de edad). Pero la mujer –¡flor de gallega brava!– según el parte policial le asestó un fuerte puntapié en los testículos produciéndole una contusión dolorosa que lo dejó inutilizado para el servicio durante dos días”. El mismo suceso es informado por las autoridades locales al subsecretario del interior en estos términos “Grupo de mujeres ácratas pretendió dirigirse en manifestación a la cárcel con el objeto de libertar a sujetos detenidos” y que las mujeres “atacaron con piedras y otros objetos”. La misma noche caen en el patio de la cárcel volantes llamando a “soldados y agentes de policía” a “tirar el máuser” y unirse al pueblo. Los presos serían liberados recién meses después, con la llegada del juez Ismael Viñas, de activa participación en las huelgas posteriores.