Primero fue el inefable Darío Lopérfido, que por sus dichos perdió el cargo de ministro de Cultura de la Ciudad de Buenos Aires. Luego el propio presidente Mauricio Macri dijo en una entrevista que “no tenía idea de si eran 9 mil o 30 mil” los desaparecidos, y calificó al terrorismo de Estado entre 1976 y 1983 de “guerra sucia”. No hay que ser muy perspicaz para entender que esta tesis va derecho a reinstalar la “teoría de los dos demonios” y a terminar con los juicios de lesa humanidad en nombre de “superar el pasado”.
El más reciente capítulo de esta campaña comenzó la semana pasada con las declaraciones del secretario de Derechos Humanos Claudio Avruj, quien a pedido de la presentación judicial de una ignota Asociación Civil Ciudadanos Libres por la Calidad Institucional, dio a conocer un informe que reconoce “un total de 8.571 víctimas debidamente formalizadas según el marco de referencia, de las cuales 7.010 se consideran víctimas de desaparición forzada y 1.561 se consideran víctimas de asesinato”. Avruj se cubrió afirmando que este número “bajo ningún punto de vista es definitivo”. Pero no olvidemos que el secretario de Derechos Humanos del macrismo ha dicho en reiteradas oportunidades que “el número de 30.000 desaparecidos es emblemático”. ¿Es “emblemático” o cierto?
Maniobras de las clases dominantes
La dictadura, pese al terrible terror fascista que impuso, fue enfrentada por el valiente pueblo argentino desde el inicio. En un complejo camino se sobrepuso al genocidio más grande del siglo 20, y con sus luchas hizo que ese “Proceso de Reorganización nacional” que vino “con objetivos pero no plazos” como decía Videla, tuviera que ir a una salida negociada con otros sectores de las clases dominantes. Así llegamos a las elecciones de 1983.
Nunca, desde ese momento hasta hoy, los poderosos de distinto signo cesaron en su objetivo de “clausurar” los juicios de lesa humanidad y la búsqueda de juicio y castigo a todos los culpables. No haremos la historia de estas políticas aquí, pero sabemos que ha sido la lucha incesante del pueblo argentino la que permitió que siguiera abierta hasta hoy la pelea por memoria, verdad y justicia. En ese camino, desde el 83, tuvimos que superar el “show del horror” alfonsinista, la obediencia debida y los indultos menemistas, y la cooptación de organismos de derechos humanos por el kirchnerismo, con su secuela de corrupción y bastardeo de la lucha democrática.
El PCR denunció el genocidio desde los inicios
Nuestro PCR sufrió en carne propia el castigo de las bandas golpistas primero y de la dictadura después. Tenemos mártires de esta lucha que son ejemplo y guía en nuestro camino por la revolución nacional y social. Tenemos el orgullo de haber denunciado los crímenes contra el pueblo de la dictadura desde sus mismos comienzos, así como alentamos su derrocamiento revolucionario y “que no quede piedra sobre piedra” de la dictadura.
En nuestra prensa, en los hábeas corpus y en las denuncias internacionales, ya en 1976, denunciamos detalladamente estos crímenes. Por ejemplo en julio de ese año nuestro periódico decía en su editorial que “Hay alrededor de 25 mil presos, 900 desaparecidos, y el número de asesinados por aplicación de la “ley de fugas” y otros métodos no convencionales aumenta diariamente” (Nueva Hora N°229, 1 al 15 de julio de 1976). Meses después, en su número 249 del 15 de abril de 1977 denunciaba Nueva Hora “circulan versiones –originadas en el seno del gobierno y en fuentes responsables en la iglesia- que habría alrededor de 20.000 personas desaparecidas”.
Por esos mismos años, como recuerda Miguel Bonasso en una reciente nota “15 mil desaparecidos fue la cifra que aportó en marzo de 1977, Rodolfo Walsh en su célebre Carta a la Junta Militar. Aún faltaban seis años terribles para que se acabara la dictadura y la matanza generalizada”.
Podríamos citar muchos más textos de la época, pero estos ejemplos bastan para mostrar que, ya en los inicios de la dictadura, había quienes denunciábamos al menos 20 mil desaparecidos. Eso sin contar los presos a disposición del Poder Ejecutivo, los asesinados, los exiliados, los niños apropiados, los torturados. Y lo decíamos en medio de la más dura clandestinidad, en momentos que no teníamos, como ahora, el conocimiento certero del listado de 365 centros clandestinos de detención. Recordemos que sólo la ESMA, Campo de Mayo o La Perla, albergaron a miles de secuestrados.
Con los años, fue apareciendo mucha documentación que certifica que la cifra dada por Avruj es totalmente mezquina. Algunos gobiernos y el propio Vaticano “desclasificaron” archivos que suman día a día nueva información. Únicas fuentes a las que podemos recurrir, ya que por un lado el pacto de silencio de los genocidas se mantiene 40 años después, y por el otro los gobiernos desde el 83 hasta ahora se han negado a abrir todos los archivos secretos de aquellos años.
Por eso es una maniobra infame la que está llevando adelante el gobierno macrista a través de Avruj con la divulgación de esta cifra, incluso menor que la que dio la Conadep hace más de 30 años, en 1984.
La cifra de 30 mil detenidos desaparecidos no sólo es “emblemática”, es la estimación más aproximada a la que llegaron los organismos de derechos humanos, los familiares de las víctimas y las organizaciones populares, que siguen y seguirán en la lucha por juicio y castigo a todos los genocidas, por todos los compañeros.