Mariano Moreno, en su Plan de Operaciones, llamó al proceso revolucionario iniciado el 25 de mayo de 1810 “nuestra gloriosa insurrección”. Efectivamente, la Revolución de Mayo inició un proceso revolucionario que durante años despertó en vastos sectores populares, ansias de libertad, de democracia. Incluyo la guerra por la independencia y las guerras civiles que resolvieron la lucha entre distintos proyectos políticos emanados en el frente común antiespañol y la invasión extranjera particularmente de Portugal en lo que es hoy Uruguay y partes de Paraguay.
“Estas ansias independentistas y democráticas se vieron frustradas con las sucesivas derrotas que el campo popular sufrió en los 50 años de guerra civil posterior. El resultado de este proceso, con el triunfo de la oligarquía terrateniente bonaerense y los comerciantes porteños, fue la reafirmación de las relaciones semiserviles y de ampliación del latifundio de origen feudal a través de la apropiación de la tierra de los pueblos originarios exterminándolos en masa cuando resistían lo que permitió someter a los campesinos pobres y a los gauchos, a nuevas condiciones de servidumbre”. Programa del 12 congreso del Partido Comunista Revolucionario, pág. 40.
Al mismo tiempo, a finales del siglo 19 y durante el siglo 20, en las nuevas condiciones de la aparición del imperialismo en el mundo y el surgimiento de una nueva cuestión nacional, el desarrollo capitalista alcanzado se realizó en los marcos de atraso y dependencia originados en la no resolución de las tareas democráticas y agrarias planteadas desde el inicio.
Es importante partir de este resultado final, para entender cómo se fue generando la derrota del campo popular y de las distintas corrientes revolucionarias en momentos históricos claves. En este sentido es que sostenemos que la primera década de la revolución fue excepcional, con lucha política, militar y también ideológica, entre las distintas corrientes que afloraron en la región después de mayo. Estudiarla en sus múltiples detalles resulta imprescindible para comprender todo el heroísmo de las masas populares en la lucha por la independencia, así como para entender los distintos programas políticos que se enfrentaron y, también, la injerencia de distintas potencias extranjeras en la región.
A manera de título nos encontramos en esta década con la derrota política y el desplazamiento de los jacobinos de mayo en Buenos Aires, la derrota militar del proyecto federal democrático encabezado por Artigas; y el triunfo y consolidación de la corriente partidaria de la independencia absoluta en Paraguay. Esta corriente que triunfó en Paraguay recién pudo ser derrotada cincuenta años después, con la invasión extranjera que este pueblo hermano sufrió en la guerra de la triple alianza. También es necesario estudiar cómo evolucionaron en la misma década los acontecimientos en lo que es hoy Bolivia.
Para introducirnos en el estudio de la década, conviene tener en cuenta que Inglaterra, en estos años, estaba en la misma vereda que España en su lucha contra Napoleón, lo que explica muchas de las actitudes de los portugueses en la región, y la existencia de un personaje clave en Río de Janeiro, el embajador inglés Lord Strangford, que tuvo una injerencia directa en la resolución de muchos de los conflictos en toda la región, impulsando, cuando pudo, la derrota del campo popular.