En la isla de Hokkaido (Ja-pón) tuvo lugar la primera reunión de los presidentes de Brasil, Rusia, India y China, el llamado Grupo "BRIC". El primer ministro de la India, Singh, y los presidentes de Rusia, Medvedev, de China, Hu Jintao, y del Brasil, Lula, se reunieron paralelamente al encuentro del G-8 (las principales potencias imperialistas del planeta), del cual Rusia forma también parte.
Los del BRIC hablaron de temas económicos, desarme, no proliferación nuclear, "antiterrorismo", "desarrollo" y "seguridad energética".
Se trata de una potente alianza política en gestación, que reúne a países muy heterogéneos (algunos potencias imperialistas: Rusia y China; los otros -India y Brasil- países dependientes) en torno a algunos puntos de vista comunes en política internacional, pero cuyo punto central de unidad es la oposición a la conformación de un mundo unipolar centrado en la hegemonía yanqui. Como tal, podría formar parte de la estrategia conjunta que vienen delineando los jefes del imperialismo chino y ruso -y también una parte de los imperialismos europeos- en pos de un mundo "multipolar" (es decir, no sin polos sino con "esferas de influencia" más repartidas).
El hecho, que culmina un proceso de acercamiento de varios años, no es de despreciar ya que los 4 países, más allá de su disparidad en poderío económico y militar, reúnen más de la mitad de la población del planeta y tienen una incidencia decisiva en la producción y en la demanda, mundiales.
Brasil es el "pariente pobre" del grupo, pero con él, el polo antiyanqui hace pie en América Latina. Lula, en el marco de sus concepciones "neodesarrollistas", busca balancear con cierta diversificación de sus relaciones internacionales -particularmente en el plano de las inversiones industriales, de China en primer lugar- la fuerte tentación que significa el amplio mercado que ofreció Bush a los latifundistas brasileños para su producción de materia prima para la fabricación de biocombustibles.
02 de October de 2010