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30 de November de 2016

Muchos economistas sostenían que el país salía rápidamente de la crisis con la política de Macri. Hoy no entienden por qué no arranca la economía. 

Por qué no arranca la economía

Desconcierto de los defensores del sistema

 

 
Muchos economistas que sostenían que el país salía rápidamente de la crisis con la política del gobierno de Macri, hoy se muestran desconcertados porque “el rebote” y crecimiento de la actividad económica esperado por ellos no se ha producido, y la actividad industrial y la mayoría de las economías regionales siguen hundidas en la recesión. Es que, como para esos economistas no existen las limitantes del latifundio y la dependencia del imperialismo, creen que con sólo liberar el mercado de las groseras restricciones kirchneristas la economía se recupera. Con una formulación mecánica del ciclo económico, ponen el acento en que una vez tocado el fondo de los efectos de la devaluación, el “rebote” se produce automáticamente, dando paso a una recuperación de la actividad económica vía inversión.
Así describe este pensamiento, por ejemplo, el economista Nicolás Dujovne en su nota “Por qué no arranca la economía de Macri”, en La Nación del 22/11/2016. Por eso comienza buscando las razones en las deformaciones que provocó en algunos sectores la política del gobierno kirchnerista. Pero con eso no logra explicar sino “unos 0,3 puntos porcentuales de la caída de 2,2% que sufre la economía argentina en 2016”. Tras una larga perorata sobre esas distorsiones, dedica un párrafo a la recesión brasileña, que “también ha generado un impacto muy grande sobre la actividad argentina”, aunque sobre el total de la misma sólo “explica unos 0,8 puntos porcentuales de la recesión local”.
Por supuesto que Dujovne no se va a dar por vencido en “explicar la magnitud de la baja del consumo ni el estancamiento del tercer trimestre”, siempre como una cuestión parcial, del momento, sin mentar las limitantes estructurales de la inversión y el consumo y menos las medidas económicas del macrismo que las avalan y ahondan. Entonces señala lo que es efectivamente el drama de los trabajadores informales, cuyos ingresos y ocupación han caído en mucho mayor medida que lo que se registra en los trabajadores en blanco, lo que se puede ver en “los microdatos de la Encuesta Permanente de Hogares que publicó el Indec”. Pero allí tampoco apunta a la estructura latifundista y dependiente ni a la política del gobierno que la favorece, sino que atribuye todo a la “rigidez” de  la legislación laboral y a “una justicia laboral que parece diseñada para que las empresas cierren sus persianas y sus dueños inviertan en Lebac”. Así resulta que la legislación y la justicia laborales son las responsables de la especulación con las Lebac. La política fiscal de endeudamiento y la monetaria con sus tasas usurarias, encareciendo la producción en beneficio de la especulación financiera, agradecidos.
Para invertir en la producción es necesario tener mercado, sea interno o externo, siendo el interno el principal. Con la política de ajuste monetarista –no sólo de los salarios sino también de la mayor parte de la industria nacional– lo que se hace es deprimir aún más el mercado, provocando que caiga el consumo y se retraiga la inversión. Una cosecha record de 122 millones de toneladas de granos y oleaginosas no alcanza para superar la recesión de conjunto, encima con los precios deprimidos y el dólar en alza en el mundo. 
La parte del sector agropecuario focalizado en la producción de cereales, oleaginosas y carne vacuna “funciona” y con ello arrastra a insumos agropecuarios como semillas, herbicidas, pesticidas y fertilizantes, la mayoría en manos de capitales imperialistas, al igual que la producción de maquinaria herramienta para el campo y camionetas y camiones. También la obra pública en infraestructura que se proyecta estará en función de esta parte de la economía. En tanto esto ocurre en la parte de la economía acorde con los objetivos de Macri, la industria, por datos del mes de septiembre tenía entre el 35 y el 45 %  de capacidad instalada ociosa.
La única “inversión” que reditúa es la especulativa financiera que usa el mecanismo de la Lebac para compensar la inflación con un diferencial de tasas que se paga endeudando más al Central, con un dólar “planchado”, que también dificulta expandir hacia el mercado externo si no se resuelven los problemas estructurales de competividad que tiene el país, donde el llamado “costo laboral” no es significativo. En estas condiciones con el endeudamiento del país no se logra ninguna inversión productiva que permita pagar sus intereses y menos su repago futuro. Ya lo vivimos con Martínez de Hoz y Cavallo…