No son declaraciones espontáneas, menos de quien las pronuncia; es una visión de la sociedad promovida e impulsada por ciertos sectores dominantes que reflejan la esencia de sus intereses y que buscan promover un tipo de sociedad. Retumba con crudeza el análisis de Marx: “Las ideas de la clase dominante son las ideas dominantes en cada época; o, dicho en otros términos, la clase que ejerce el poder material dominante en la sociedad es, al mismo tiempo, su poder espiritual dominante”.
Según Pescarmona, los embarazos adolescentes no se producen por la falta de políticas de educación sexual, por la falta de prevención, por la ausencia del aborto gratuito, legal y seguro. Para Pescarmona y su sector se produce por la conveniencia económica de una joven que busca un poco de plata. ¿Qué significan que los argentinos sean “inempleables” o que sus trabajadores son “normales” después de un año de capacitación? ¿“Normal” sería alguien que acepte y se acostumbre a ganar sueldos por debajo de la canasta familiar?, ¿que se resigne a trabajar a ritmos de productividad?, ¿que pierda derechos laborales, feriados, descansos, etc. sin protestar? No es casualidad que Impsa sea la empresa metalúrgica con mayor cantidades de despidos ante las continuas manifestaciones de quienes intentan revertir las terribles condiciones laborales.
Pescarmona promueve su prototipo de ciudadano y trabajador. Ya lo había dicho en los noventas al plantear las “cualidades” de los trabajadores asiáticos que trabajan por un dólar y sin feriados. Critica, desde su ángulo, la crisis social, como simple espectador, ocultando que ha sido y es responsable fundamental de las políticas de ajuste y entrega que han reinado los últimos 40 años, que provocaron la destrucción de la industria nacional, una pobreza estructural del 25% de la población, etc. Despotrica con el asistencialismo social pero nada dice del asistencialismo empresarial que le otorgó millones de dólares para evitar la quiebra de su empresa.
El dueño de Impsa se jacta de su “pragmatismo”, que traducido al criollo, significa ofrecerse al mejor postor como intermediario de las potencias imperialistas. Así negoció con la dictadura videlista el gran “salto” para su empresa; impulsó y aprovechó las políticas de ajuste menemista de flexibilización laboral, estuvo involucrado en el vaciamiento y privatización del ex banco Mendoza; se declaró kirchnerista hasta que Cristina le hizo caer la adjudicación para la construcción de las represas en el sur Kirchner y Cipernic, otorgándoselas a los chinos y a Electroingenieria. Resaltaba la figura de Chávez hasta que Venezuela no le pagó las obras que había obtenido mediante coimas y negociados en ese país. Se regocijaba con el proceso chino hasta que lo reemplazaron como intermediario de ese negocio. Es decir un hombre muy coherente, coherente con la ganancia capitalista.
Para los sectores populares y para quienes buscamos transformar esta sociedad, es importante calar y desnudar las ideas dominantes y sus ideólogos. Esas ideas profundas que buscan meternos en la cabeza: “por algo será”, “los argentinos son unos vagos”, “ella lo busca mira cómo se viste”, “se embarazan para no trabajar”, etc. Son ideas que disgregan la lucha social, que justifican y naturalizan las situaciones de explotación y discriminación y sobre todo que ocultan a los verdaderos responsables de estas problemáticas.
Como diría el Che: no hay que confiar en estos tipos ni un tantico así.