Conmemoramos estos 15 años de las jornadas del 19 y 20 de diciembre al año de la asunción del gobierno de Macri, y con decenas de luchas en las calles contra su política de hambre y ajuste. Venimos de obtener un gran triunfo popular con la Ley de Emergencia Social. Vale la pregunta ¿tiene vigencia el camino que llevó a esa pueblada?
Conmemoramos estos 15 años de las jornadas del 19 y 20 de diciembre al año de la asunción del gobierno de Macri, y con decenas de luchas en las calles contra su política de hambre y ajuste. Venimos de obtener un gran triunfo popular con la Ley de Emergencia Social. Vale la pregunta ¿tiene vigencia el camino que llevó a esa pueblada?
Para contestar esto, conviene recordar cómo fueron los hechos que desencadenaron el Argentinazo. El pueblo argentino en esos años venía sufriendo las consecuencias de las nefastas políticas de Menem primero, que se agravaron con De la Rúa en la presidencia. Millones de desocupados, el patrimonio nacional rematado al mejor postor, una deuda externa usuraria y fraudulenta que crecía hasta hacerse impagable, la represión en aumento, la salud y la educación hecha pomada, eran sólo los rasgos más destacados de una situación que derivó en que, desde “los barrios de la hambruna”, como diría Rafael Amor, y desde los pueblos despojados del petróleo y el ferrocarril, crecieran inmensas luchas que sacudieron el país.
Ya el 30 de marzo de 1996, el secretario general del PCR, Otto Vargas, en un acto en Córdoba, planteó que no había otra forma de acabar realmente con las políticas y los gobiernos del hambre y la entrega, que el camino de las puebladas, el camino de “un santiagueñazo nacional triunfante, un Argentinazo”. Durante cinco años las fuerzas clasistas y revolucionarias trabajamos para esta salida, en medio de un auge de luchas que venía del Santiagueñazo de 1993, y que tuvo hitos como Cutralcó, Tartagal–Mosconi, La Matanza.
Los acontecimientos se precipitan
En sus dos años de gobierno, el repudio popular a De la Rúa se expresó en un combate popular que se intensificaba día a día. Hubo 7 paros generales, innumerables luchas parciales, cortes de rutas, movilizaciones estudiantiles, masivos encuentros de mujeres, etc. Ya en el 2001, el gobierno de la Alianza avanzó en la represión, golpeando luchas emblemáticas como la del SEOM y los desocupados de Jujuy. Las elecciones de octubre mostraron el repudio cuando más de 10 millones de personas votaron en blanco, anularon su voto o no votaron.
Se fueron configurando así, todos los rasgos propios de una situación revolucionaria objetiva. En primer lugar, los de abajo no podían vivir bajo el hambre, la desocupación y demás consecuencias de la crisis, y los de arriba ya no podían aplicar pacíficamente la política de hambre y entrega. El bloque dominante se fracturó entre los que querían mantener la “convertibilidad” y los que pretendían devaluar. Y las masas se vieron empujadas “a una acción histórica independiente”: las puebladas y el Argentinazo.
De la Rúa no tuvo mejor idea, frente a una crisis que se devoraba su gobierno, que aplicar las recetas de su ministro de Economía Domingo Cavallo, que ya lo había sido con Carlos Menem. ¿Qué hizo Cavallo a comienzos de diciembre de 2001? recortó el 13% a los salarios de los estatales, las jubilaciones y las pensiones; congeló los depósitos y estableció el “corralito”. No hay que olvidar que ya la pobreza y la desocupación afectaban a 15 millones de personas. Con los comedores escolares cerrados porque habían terminado las clases, el gobierno redujo y no pagó los planes sociales, y no entregó los bolsones de comida a los movimientos de desocupados. Se cortó la cadena de pagos y decenas de empresas cerraban todos los días, dejando a miles de trabajadores en la calle. Sectores de las clases dominantes opuestos al gobierno de la Alianza empujaron saqueos a los supermercados, como preparativos de un golpe de Estado.
Las organizaciones populares redoblaron las luchas; el gobierno, aterrado, el 19 de diciembre dictó el estado de sitio y realizó un inmenso despliegue de fuerzas represivas. La respuesta popular no se hizo esperar. Cientos de miles se volcaron a las calles la noche misma del 19. Se libraron los primeros combates con las fuerzas represivas, que enterraron en la práctica el estado de sitio y Cavallo tuvo que dejar el Ministerio de Economía. El 20 de diciembre la lucha siguió hasta conocerse la renuncia del odiado De la Rúa, y su salida de la Casa Rosada en helicóptero.
La pueblada tuvo centro en Plaza de Mayo, en la gran jornada del miércoles 19 y el jueves 20, y en la lucha de calles que le siguió. Pero fue nacional: desde Jujuy hasta Tierra del Fuego, en la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, en las capitales de provincia y ciudades y pueblos del interior, cientos de miles de personas protagonizaron el levantamiento popular. Treinta y nueve compañeros regaron con su sangre este hecho heroico. Entre estos mártires se encuentra el compañero de la CCC de Entre Ríos, José Daniel Rodríguez.
Vigencia de un camino
El Argentinazo del 19 y 20 de diciembre de 2001 sacudió las estructuras del sistema oligárquico e imperialista hasta sus cimientos. Aquellas jornadas fueron un paso superior de un camino que viene recorriendo nuestro pueblo desde hace casi cien años: el camino de las puebladas, que generó hechos como la Semana de Enero de 1919, el 17 de Octubre de 1945, el Cordobazo, entre los más relevantes. Las puebladas son una forma de lucha que está enraizada no sólo entre los trabajadores, sino en los más vastos sectores populares. Esto lo hemos venido comprobando en los últimos años, en infinidad de casos: ante los femicidios y la violencia hacia las mujeres; en casos de gatillo fácil; con los cortes de energía eléctrica o cuando aparecen narcos protegidos por el poder político y policial.
¿Tiene vigencia el camino del Argentinazo? Creemos que sí, porque es un camino que permitió forzar la suspensión del pago de la deuda externa, conquistó dos millones de planes sociales para paliar el hambre, eliminó el recorte del 13% a los estatales y jubilados, impidió el remate de 300 mil productores agropecuarios, obligó la devolución de parte de los ahorros atrapados en el “corralón”, y abrió una situación revolucionaria.
Pasaron los años. No se concretó el anhelo de “que se vayan todos” que expresaron las masas en ese momento, cuando se abrió una situación política nueva y la Argentina se llenó de asambleas populares y procesos de recuperación de fábricas. Vino el kirchnerismo, y pese a que las clases dominantes lograron restaurar la “institucionalidad”, en 12 años no pudieron sacar al pueblo de las calles, y “grandes masas obreras y populares buscan ir por más y no quieren volver a experiencias pasadas”, como dijimos en el 12 Congreso del PCR en 2013.
En estos años tuvimos la rebelión agraria y federal del 2008, la gran lucha de Kraft contra los despidos del 2009, las tomas del Indoamericano, Ledesma y Abasto, cinco paros generales e innumerables luchas. En este año de Macri son innumerables las luchas populares que volvieron a mostrar la importancia de avanzar en la unidad multisectorial y mantenerse en las calles.
Llegamos a este 15 aniversario con una bronca creciente con el rumbo antipopular de la política macrista, y con logros importantes. Vamos a un 2017 de grandes luchas, también en el terreno electoral, en medio de un gran debate político sobre cómo se sale de esta situación, sin volver atrás. Es nuestro desafío avanzar en la unidad en las calles para frenar los nefastos planes de Macri, y pelear para que esa unidad se plasme electoralmente en cada provincia y distrito con el PTP y el Frente Popular. Abordar correctamente este desafío hará crecer a nuestro PCR, y abonará el camino para avanzar en la unidad obrera, campesina, estudiantil y popular, profundizando el camino del Argentinazo del 2001.