Los viajes de Ernesto
Los viajes de Ernesto
Hay tres viajes fundamentales. El primero lo hace en bicicleta por Argentina al terminar sus estudios secundarios. Recorre 4.500 km; sale de Córdoba y recorre las provincias del noreste y del norte argentino. Va a hacerlo, como después va a ser su costumbre: vinculándose con la vida de la gente y tomando notas que luego escribirá como diarios de viaje. El Che señala posteriormente que nunca viajó como turista sino tratando de conocer cómo vive el pueblo, los más humildes y sufridos; duerme bajo los puentes, en la casa de la gente que lo recibe, quiere conocer. Porque su avidez de conocimiento no es sólo a través de los libros, sino tratando de conocer la vida concreta de la gente que vive, que sufre, que trabaja. Esto también va a ser decisivo en la elección de su carrera universitaria, a la vuelta de este primer viaje.
El Che sale de Córdoba rumbo a Buenos Aires para estudiar Ingeniería pero cambia en el camino y se anota en Medicina. Algunos dicen que influye en esta decisión la enfermedad de su abuela materna, muy querida, a quien cuida hasta que fallece. Otros dicen que es la preocupación por su enfermedad; esto sin duda está presente porque mientras estudia medicina investiga en el laboratorio de un especialista en alergias.
En su segundo viaje, que inicia en el año 1952 en motocicleta con su amigo Alberto Granados, recorrerá gran parte de América del Sur. Su preocupación lo lleva a conocer varios leprosarios, que albergan a lo más sumergido y sufrido de la población, víctimas de una enfermedad que entonces no tenía cura. También lo apasiona conocer los testimonios de la antigua grandeza de América: el Tihuanacu, el Machu Pichu.
En este viaje de América vamos a ver el primer salto en la transformación del Che. Lo podemos conocer a través de sus escritos, como ya dijimos el Che no sólo lee mucho sino que escribe, y escribe muy bien precisamente porque es un gran lector. Cuando él vuelve de este viaje por América dice lo siguiente: “el personaje que escribió estas notas, murió al pisar de nuevo tierra argentina, el que las ordena y pule, yo, no soy yo. Por lo menos no soy el mismo yo interior. Este vagar sin rumbo por nuestra mayúscula América me ha cambiado más de lo que creí”. ¿Cómo fue este vagar? Por ejemplo, su primer impacto fue con una familia de mineros chilenos en Chuquicamata, una familia comunista los alberga y ante el frío tremendo que hace les dan la única frazada que tienen. El Che recorre el cementerio y comenta que los 10 mil muertos que están en esas tumbas devorados por la mina son más que los habitantes de Chuquicamata. Entonces uno empieza a ver en esas reflexiones cómo no va siendo sólo la inquietud de conocer sino cómo se va ganando no sólo con la cabeza sino con el corazón por eso que va viendo. Así lo expresará al finalizar su diario: “cuando se produzca el tajo enorme que divida a toda la humanidad en dos fracciones antagónicas, estaré con el pueblo. Crispo mi cuerpo listo a la pelea y preparo mi ser como un sagrado recinto para que en él resuene con vibraciones nuevas y nuevas esperanzas el aullido final del proletariado triunfante”.
Ya no es el joven que recorre, observa y conoce, ya se ha definido y ha tomado partido.
Su partida de Argentina
El Che no fue un estudiante que hace su carrera año a año. Mientras estudia viaja como enfermero en un barco mercante y recorre desde Tierra del Fuego hasta Brasil. Cuando vuelve de este primer viaje por América, rinde 13 materias en menos de un año y se recibe de médico en el año 1953. Y parte de Argentina, esta vez en forma definitiva.
Cuentan que cuando sube en Retiro a ese tren mixto, que llegaba hasta La Quiaca, hacía el cambio y seguía hasta La Paz, exclama: “acá va un soldado de América”. El recorre de nuevo América; se nota en sus escritos una mirada más política, sobre todo en Bolivia donde está en marcha un gran cambio dirigido por la burguesía nacional del MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario) liderado por Paz Estenssoro; un gobierno que hará una Reforma Agraria y donde los mineros juegan un gran papel. Ya en Perú, con la ayuda de un médico comunista, Hugo Pesce, podrá visitar nuevamente los leprosarios del Amazonas y en su paso por Centroamérica hará evidente la indignación que le producen los grandes latifundios en manos del monopolio yanqui de la United Fruit. El Che llega a Guatemala donde se producirá el otro gran salto en el proceso por el cual se transforma en un revolucionario marxista.