Han pasado casi dos meses desde la desaparición de Santiago Maldonado a manos de la Gendarmería. Dos meses en los que se reveló un siniestro entramado de encubrimiento y complicidad con el secuestro del joven en medio de la represión a la comunidad mapuche de Cushamen en Chubut.
Han pasado casi dos meses desde la desaparición de Santiago Maldonado a manos de la Gendarmería. Dos meses en los que se reveló un siniestro entramado de encubrimiento y complicidad con el secuestro del joven en medio de la represión a la comunidad mapuche de Cushamen en Chubut.
El gobierno nacional, la Gendarmería a su cargo, el juez de Esquel Otranto, y un poderoso aparato mediático a su servicio, no han parado de embarrar la cancha en estos 60 días. Como dijo Sergio Maldonado, hermano de Santiago, en un reportaje que publicamos en el número pasado de nuestro semanario: “Investigan a la víctima y no a los posibles responsables”.
La inmensa lucha popular viene desmontando cada una de las operaciones mentirosas que han querido ocultar la responsabilidad de la Gendarmería, y el intento de identificar los reclamos de los originarios con acciones terroristas. Pero Santiago sigue sin aparecer, y todos los días aparecen nuevas versiones y rumores, allanamientos, vejaciones y ataques a las comunidades mapuches, a lo que se suma el paulatino silenciamiento que se viene haciendo en los grandes medios de comunicación.
Todo esto revela un Estado oligárquico-imperialista podrido hasta los huesos. Un Estado que cuenta por decenas de miles los detenidos desaparecidos entre el 76 y el 83. Un Estado que, recuperados los gobiernos constitucionales, sumó decenas de desaparecidos en democracia, como los 21 del gobierno de los Kirchner.
Un Estado que tiene un sistema judicial cuya estructura está al servicio de las clases dominantes y que por eso mismo no puede ni quiere averiguar la verdad sobre Maldonado. Un Estado que hasta hace pocos años tenía en su billete de cien pesos al general Roca, y del otro lado un cuadro alabando a la “Conquista del Desierto”, cuadro de Juan Manuel Blanes que se exhibe impune en el Museo Nacional de Bellas Artes, y se puede ver también en el Juzgado de Esquel, ese que preside Otranto, recientemente desplazado de la causa.
En estos dos meses, ha sido la firmeza de la familia y la movilización de los sectores populares los que han impedido que la desaparición forzada de Santiago Maldonado quede en la más absoluta impunidad.
Es el pueblo en las calles el que sigue arrinconando al gobierno, y resquebrajando el pacto de silencio tejido entre Macri, Patricia Bullrich y los mandos de Gendarmería. Es el pueblo en las calles el que este 1° de octubre volverá a reclamar la aparición con vida del joven desaparecido el 1º de agosto, y que sigue preguntando: Macri: ¿dónde está Santiago Maldonado?
