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27 de September de 2017

Reproducimos texto del Boletín N° 1 de las Agrupaciones de Trabajadores René Salamanca de Rosario. 

Parar la reforma laboral de Macri

Si se aprueba perdemos los trabajadores

 

 
La reforma laboral que fue aprobada recientemente en Brasil y que quieren imponer en Argentina es una flexibilización laboral y una quita de derechos para los trabajadores. Lo que busca el gobierno es imponer un plan que tire abajo los derechos sociales y laborales que conquistamos. Los proyectos que se barajan apuntan a que los convenios colectivos pierdan valor, negociando por empresa y a la baja, y también que los sindicatos pierdan poder y a dividir al máximo al movimiento obrero. 
Pretenden reformar la jornada laboral (pudiendo imponer “bancos de horas”, es decir alargando jornadas y eliminando horas extras); descanso (fraccionando las vacaciones según las necesidades del empleador); transporte (eliminar los transportes de fábricas); exprimirnos más el salario a costa de la “productividad”, promoviendo a fondo la tercerización y las modalidades de contratación sin derechos laborales (con la excusa de “darle trabajo a los jóvenes”) y abaratando y facilitando los trámites de despido.
Ya viene dando pasos en la flexibilización como los cambios en la ART, la imposición de ritmos infernales de producción y la polifuncionalidad. Si triunfa la mentira de la productividad, competitividad y libre mercado los trabajadores quedamos en las peores condiciones, van a destruir nuestros Convenios Colectivos de Trabajo, que es una conquista histórica del movimiento obrero (la negociación colectiva, las paritarias). El anhelo de las patronales es que volvamos a trabajar de sol a sol y con libre disponibilidad y costo cero.
Quiénes la impulsan
El gobierno nacional, su grupo económico y las 200 empresas monopólicas -en su gran mayoría extranjeras- empujan la reforma laboral con el objetivo de aumentar sus ganancias. Quieren quedarse ellos con la parte de la torta que ganamos nosotros. Venían ganando y levantándola en pala durante la era K. Macri sólo habla de la pesada herencia pero no se puede perder de vista que en la Argentina no todo es pobreza. Hay sectores que ganaron y que hoy ganan mucho más como los bancos (ganaron el 43% más), las exportadoras -las cerealeras aumentaron un 88% su facturación y las mineras un 56%, las petroleras de servicios de energía un 100%- y los terratenientes con sus grandes extensiones de tierra. Todos estos sectores fueron beneficiados con la quita de retenciones a la exportación, la timba financiera y los tarifazos. Ahora van por el plato de comida caliente de nuestros hijos. La quieren toda, por eso piden reforma laboral y previsional -quieren aumentar la edad de jubilación a 70 años los hombres y 65 las mujeres-. Padoán, presidente de la Bolsa de Comercio -la timba de las acciones y los granos- aprieta al gobierno provincial para que adhiera a la Ley de Riesgos del Trabajo para que por los accidentes y enfermedades cobremos moneditas. Los grandes ganadores del modelo exigen una reforma impositiva que los beneficie -pagar menos impuestos-, eliminar el impuesto al cheque -para quedarse esa plata ellos-, no pagar ingresos brutos y bajar el impuesto a las ganancias. 
 
La Argentina de Macri
Es el modelo de libre mercado que ya padecimos en los años 90, la Argentina de Cavallo. Desaparecen miles de Pequeñas y Medianas Empresas (Pymes) que son las que más trabajo dan, pero el gobierno nacional como buen ladino, habla como si fuera vocero de la defensa de la industria nacional y el empleo, argumentando que si no se reducen los costos laborales va a haber menos trabajo, cuando en realidad lo que lleva a las Pymes a una situación crítica es la apertura indiscriminada de importaciones, la bicicleta financiera y la falta de una política diferenciada en materia impositiva para que paguen más los que más ganan. Con esta política las Pymes no pueden competir por más que trabajemos gratis. Nosotros creemos que el camino debe ser otro, con una regulación de la economía que priorice el mercado interno, la producción e industria nacional y el salario como movilizador principal del consumo. También van por las obras sociales, es decir que se meten con nuestra salud y la de nuestra familia. Quieren todas las cajas para ellos, no les importa nada.
 
Cómo paramos la reforma
A esta política no la paramos si no nos unimos. El gobierno utiliza la bronca que tenemos hacia algunos dirigentes traidores, jerarcas sindicales anclados en sus sillones, que siempre juegan para ellos y para la patronal, para dividirnos y así limitar la lucha por nuestros derechos. Pero la solución no está en dividir aún más al movimiento obrero. La existencia de más de una organización sindical por rama favorece a la división y el antagonismo de los trabajadores, y debilita la resistencia frente a la voracidad de las empresas y los planes del gobierno. Necesitamos sindicatos autónomos independientes del Estado y las patronales, únicos por rama de actividad. Con funcionamiento de los cuerpos de delegados para garantizar la más profunda democracia para despertar el protagonismo de todos, defender nuestros derechos y recuperar la dirección sindical para beneficio de los trabajadores.
Si bien el gobierno pudo avanzar en las últimas elecciones, trata de imponer el balance de que arrasó y la idea de que es imparable para legitimar sus planes de profundizar el ajuste. No es así. Utilizan permanentemente el chantaje de la polarización, ahora dicen que los que nos movilizamos somos todos K, al igual que lo hacía el kirchnerismo cuando nos tildaba de macristas a los que enfrentábamos su política -como cuando peleábamos para sacar el impuesto a las ganancias del salario.
No debemos confundirnos, vienen por nosotros. Los trabajadores tenemos que tener en claro cuál es nuestro enemigo. El 22 de agosto, quedó claro que va a haber pelea. Pese a que intentaron frenarla, la marcha fue masiva. 200.000 trabajadores marchamos a la Plaza de Mayo con la consigna No a la reforma laboral, no a la reforma previsional. Para pararle la mano al gobierno, tenemos que seguir la pelea por arrancar desde abajo el paro nacional, activo y multisectorial de 36 horas.