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08 de November de 2017

El 3 de noviembre realizamos en la Capital Federal un homenaje a Manuel “Quebracho” Guerra, primer secretario de Organización de la Juventud Comunista Revolucionaria, secuestrado el 1 de noviembre de 1977, y aún desaparecido.

¡Manuel Guerra, presente!

Homenaje a 40 años de su secuestro por la dictadura videlista

“Hace 14.650 días que estamos pre-guntando ¿dónde está Manuel Guerra? Y el Estado no da respuestas”, dijo Teresita Castrillejo, la compañera del secretario de Organización de la JCR secuestrado hace 40 años, el 1 de noviembre de 1977.

“Hace 14.650 días que estamos pre-guntando ¿dónde está Manuel Guerra? Y el Estado no da respuestas”, dijo Teresita Castrillejo, la compañera del secretario de Organización de la JCR secuestrado hace 40 años, el 1 de noviembre de 1977.
Este fue uno de los pasajes que llenaron de emoción a los presentes en este homenaje que la JCR y el PCR le rendimos a Quebracho el pasado 3 de noviembre frente al lugar donde fuera secuestrado, en la esquina de Las Heras y Pueyrredón de la ciudad de Buenos Aires. Al finalizar se descubrió una “baldosa por la memoria” confeccionada con la colaboración de la Asamblea de Almagro.
Varias generaciones de comunistas revolucionarios y de clasistas acompañaron a la familia de Manuel y a amigos solidarios, en este combativo acto en el que reivindicamos el camino de lucha que nos marcó Quebracho. Una tarde plena de emociones, en la que escuchamos el relato de cómo fue secuestrado Manuel Guerra, de boca de quien fue testigo del hecho, Federico Westerkamp. 
Con la asistencia de una importante delegación del Comité Central del PCR, encabezada por su secretario general, Otto Vargas, la presencia de compañeros, principalmente jóvenes, de la Capital Federal y el Gran Buenos Aires, y de compañeras y compañeros de Tucumán, Mendoza, Jujuy, Santiago del Estero y Entre Ríos, se desarrolló este homenaje.
Se hicieron presentes y saludaron el acto los integrantes de la Comisión de Trabajo y Consenso del ex Centro Clandestino de Detención, Tortura y Extermino “El Atlético”, donde estuvo secuestrado Manuel Guerra, y de Liberpueblo. Acompañó también Cristina Cabib, presidenta de la Comisión Permanente de Homenaje a las Madres de Plaza de Mayo de Quilmes, Diana Kordon del Encuentro Memoria Verdad y Justicia, y muchos amigos del PCR y la JCR que conocieron a Quebracho.
 
“Soy Manuel Guerra, me están secuestrando”
Tras el himno nacional, hablaron el padre Eduardo González, Federico Westerkamp, Ernesto Migone por la JCR, Casilda Chazarreta, santiagueña como Quebracho, Teresita Castrillejo (ver recuadro), y el camarada Ricardo Fierro, secretario de la JCR en tiempos que Quebracho tomaba organización, quien habló en representación del Comité Central de nuestro Partido.
El padre Eduardo González, quien se presentó como “el único cura que tiene de amigo Tere”, relató el episodio cuando acompañó a Teresita a la comisaría para reclamar la devolución de las llaves del departamento que habitaba junto a Manuel, y que había sido allanado. “Era un momento muy doloroso y Tere me recordaba recién que yo le decía ‘no vas a llorar delante de ellos’. Estuvimos cinco horas esperando hasta que nos entregaron el departamento, que por supuesto estaba destrozado. Y la Tere se mantuvo firme. No sabemos dónde está Manuel, pero podemos decir, como decimos de los 30 mil ¡Manuel Guerra, presente, ahora y siempre!
Federico Westerkamp, hijo de “Pipo” Westerkamp, fundador de la APDH y del CELS, relató que esa tarde del 1 de noviembre de 1977 estaba en el bar “El Blasón”, en la esquina de Las Heras y Pueyrredón, y que “entró un muchacho, fornido y morocho, que fue a hablar por teléfono. Tras él, a los pocos segundos entraron dos personas, que empezaron a forcejear con él para llevárselo, y luego una tercera. No podían con él, que siguió forcejeando, salió del bar y entró a la farmacia que estaba al lado. Ya esta gente había sacado sus armas, y lo redujeron a culatazos”. Recordó Westerkamp que, en el momento que metían a Quebracho en un auto, pasaba un camión de la Infantería de la Policía Federal, y que lo paró para denunciar el secuestro. “deben ser de la Brigada”, dijeros, y se fueron. “Me acerqué al coche donde lo estaban metiendo, le hice una seña, y ahí gritó ‘Soy Manuel Guerra’, me están secuestrando’”. Ante un silencio imponente siguió contando Federico que él conocía lo que estaba pasando, pues tenía un hermano del PRT preso a disposición del Poder Ejecutivo, y por su padre. La madre de Federico, Ángela Muruzábal, informada por él del hecho, presentó un hábeas corpus por Quebracho, en una valiente actitud. Westerkamp terminó manifestando que “pese a que difiero con las ideas políticas de ustedes, pienso, como mis padres, que hay que defender las libertades individuales, y que todos tienen que tener un juicio justo”.
Casilda Chazarreta, santiagueña, realizó un saludo, en quichua y en castellano, en representación de los compañeros del interior, reivindicando el origen santiagueño de Manuel Guerra, nacido en Frías. Tras dar el saludo por parte de los compañeros del PCR de Santiago del Estero, Casilda culminó dedicándole a Quebracho una vidalita que entonó con su caja.
 
“Un ejemplo para nosotros”
Por la JCR, el compañero Ernesto Mi-gone, reivindicó el homenaje a Quebracho, afirmando que “estamos acá porque tenemos memoria, seguimos luchando para saber la verdad sobre lo que pasó y para que se haga justicia. Por él y los 30 mil desaparecidos. A los únicos que hay que juzgar y encarcelar es a los milicos asesinos. Quebracho derrotó con el silencio a los enemigos, salvando los secretos del partido y la vida de muchos compañeros, a costa de su propia vida. Por eso es un ejemplo para nosotros”. Recordó la importancia que tuvo para la construcción de la JCR que Quebracho tome la tarea de Organización, “siendo un joven que venía de organizar la Comisión Juvenil del Smata cordobés, que dirigía René Salamanca”. 
Destacó el dirigente de la JCR que los golpistas primero, y la dictadura después golpearon el corazón obrero de la JCR, recordando los secuestros de Luis Márquez, secretario de la JCR de Córdoba en 1975; de Miguel Magnarelli, secretario de la JCR de la Zona Norte del Gran Buenos Aires en el 76; y la de Quebracho en 1977. “Pero no nos han vencido ni destruido, y hoy podemos decir con orgullo que los herederos de Luis, Miguel y Manuel, que las ideas del verdadero clasismo y del maoísmo están vivas en la juventud obrera argentina en Mondelez (ex – Kraft), en Astillero Rio Santiago y en otros lugares en todo el país”.
Se refirió Migone a los cambios en la Argentina y el mundo, y a las grandes luchas que está librando nuestro pueblo y nuestra juventud. “Lo que no cambió en la Argentina ni en el mundo y que sigue igual que en los años en los que Quebracho era joven, es la necesidad y la posibilidad de la revolución. Por eso peleamos todos los días por construir un partido poderoso que esté a la altura de nuestro pueblo, de nuestra clase obrera, de nuestros mártires como Manuel Guerra y tantos otros”.
 
“Quebracho, un pibe rebelde”
Tras las palabras de Teresita Castrillejo, cerró el acto Ricardo Fierro, quien a través de anécdotas fue mostrando las características de Quebracho “un pibe rebelde, como tantos de los que hay hoy acá, que tenía a la lucha y a la revolución en el corazón”. Comenzó planteando que en estos 40 años pasaron muchos gobiernos, pero el mismo Estado, que no tiene memoria ni verdad, y al que le arrancamos algo de justicia con los juicios”. Recordó como este pueblo hizo retroceder al gobierno en su intento de otorgar el 2×1 a los genocidas, “cuando las plazas se inundaron de pueblo”. Y destacó en ese sentido cómo el pueblo volvió a llenar las calles ante el secuestro de Santiago Maldonado, contando que una piba de 10 años “ya conocía todas las consignas, y las gritaba con fuerza porque ya tiene la semilla de la lucha por la democracia profunda”.
Recordó Fierro cómo Quebracho, nacido en Frías, un feudo de los Fortabat Lacroze, “fue a esa Córdoba insurrecta de los 60 y los 70”, donde estudió en el colegio Cassaffousth y se vinculó a hijos de obreros de los grandes complejos industriales de la época. “Ahí lo agarró el Cordobazo y vimos a esas columnas de obreros, a las que se sumaron los estudiantes y las barriadas, enfrentar y hacer huir a la policía, con el pueblo dueño de las calles por unas horas… Ahí vimos que se podía voltear a esa dictadura y abrir un curso revolucionario. Eso transformó al Negro y se afilió al PCR”.
Recordó Fierro que el secretario del Partido, Otto Vargas, cuando le preguntó qué tipo de cuadro era el necesario para que tomara la tarea de Organización de la JCR, y Otto me dijo “el mejor joven obrero”. “Ahí pensamos en Quebracho. ¿Qué tenía Quebracho? El Cordobazo le colocó a la lucha y a la revolución en el corazón. La vivía apasionadamente… Era uno más con la masa, y como diría el Che, sentía como propias las injusticias cometidas contra cualquiera en cualquier parte del mundo”. 
Reseñó Fierro la labor de Quebracho en la lucha contra el golpe de Estado de 1976, “en la que estuvimos nosotros y una corriente peronista”, y que tuvo dos aspectos: pelear por parar el golpe, y además cerrar la brecha que había entre comunistas y peronistas, que venía de la alianza de la dirección del PC con la oligarquía en el 45, y del apoyo a la “Libertadora” en el 55. Resaltó Fierro el trabajo de la JCR y de Quebracho en particular con los trabajadores del gremio ferroviario, ya con la dictadura, con los que se empezó a trabajar por una huelga ferroviaria, que fue la primera huelga nacional contra la dictadura. En ese contexto lo secuestraron a Manuel Guerra.
“Esa no fue la última batalla del Negro. La última, como recordó la Tere, fue el silencio frente a los enemigos de clase. Muchos de nosotros no estaríamos acá sin su silencio. Porque no era una lucha personal, sino la defensa de una organización de una clase, para la pelea contra la dictadura… Por todo esto Quebracho es el ejemplo y el emblema de nuestra JCR”.
Finalizó Fierro destacando las luchas populares contra el gobierno de Macri, y que “lo importante para hoy y para el futuro es que hay miles y miles de jóvenes que tienen la semilla de Quebracho, de 30 mil como Quebracho, de Santiago Maldonado, semillas que garantizan la continuidad de este proceso que más tarde o más temprano, con sus idas y vueltas, este pueblo va a hacer realidad aquella consigna que nos legaron los patriotas de Mayo: Ni amo viejo ni amo nuevo, una patria libre y soberana”. 
 
Baldosa por la memoria
Tras las palabras de Ricardo Fierro cantamos puño en alto el himno de los trabajadores, la Internacional, y rodeamos a Teresita y los compañeros que descubrieron la baldosa, que dice “Aquí fue secuestrado Manuel “Quebracho” Guerra, militante popular detenido desaparecido por el terrorismo de estado, 1-11-1977”. Allí tronó el “Quebracho, presente, ahora y siempre”, para dar cierre al homenaje.