De acuerdo a un informe de la agencia EFE del 13 de enero, Estados Unidos cerró el último ejercicio fiscal, que va de octubre de 2016 a septiembre de 2017, con ventas de material militar no convencional al exterior por valor de 41.930 millones de dólares. Este dato supone un incremento del 24,97% con respecto al año anterior, el último cerrado por la Administración Obama (2009-2017), cuando esa cifra fue de 33.600 millones de dólares.
De acuerdo a un informe de la agencia EFE del 13 de enero, Estados Unidos cerró el último ejercicio fiscal, que va de octubre de 2016 a septiembre de 2017, con ventas de material militar no convencional al exterior por valor de 41.930 millones de dólares. Este dato supone un incremento del 24,97% con respecto al año anterior, el último cerrado por la Administración Obama (2009-2017), cuando esa cifra fue de 33.600 millones de dólares.
El informe señala que esto es una parte esencial de la nueva política comercial de Trump y que la Casa Blanca trabaja en un proyecto que contará con la participación de diversas carteras del Ejecutivo, con el objetivo de promover la venta de armas a otros países. “Los Departamentos de Estado, Defensa y Comercio –en realidad, todos aquellos relacionados con estos asuntos– están llamados a hacer propuestas para mejorar y acelerar el proceso, con el fin de ver cómo se pueden eliminar regulaciones para así cortar la cinta roja”, cita la agencia EFE.
Sin embargo, no todo el mérito puede atribuirse a la actual política comercial estadounidense –dice–, puesto que este crecimiento no hubiera sido posible sin la escalada de diversos conflictos internacionales.
A pesar de que el país sigue involucrado en conflictos como la guerra civil en Siria o la lucha contra los talibanes, el hecho de que el presidente haya expresado su voluntad de reducir la presencia estadounidense en estos enfrentamientos también ha ayudado a estimular la venta de armamento.
Desde el comienzo de su mandato Trump dejó claro que su intención era ir cediendo el protagonismo en la primera línea de combate a las fuerzas de seguridad locales, lo que ha incentivado la compra de armamento no convencional por parte de países como Arabia Saudita y Japón, preocupado en su caso por la escalada con Corea del Norte.
De hecho, esta nueva política de tercerización de las guerras se encuentra detrás de la principal venta de armamento aprobada el año pasado, por la que Arabia Saudita está llamada a pagar 15.000 millones de dólares por un sistema defensivo antimisiles, pese a las restricciones que la administración Obama estableció a países como Arabia Saudita o Nigeria por la falta de garantías de sus gobiernos sobre el respeto a los derechos humanos.
Evidentemente Trump y la industria armamentística de Estados Unidos han puesto en el incentivo a las guerras regionales, y comprometer aún más a sus “socios” en las mismas, el objetivo de “reducir un déficit comercial que este año se situó en los 50.500 millones de dólares”.