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07 de February de 2018

El 2 de febrero se cumplieron 75 años del triunfo soviético en la batalla de Stalingrado, cambiando el curso de la segunda guerra mundial y el comienzo de la derrota de las tropas nazis. Cuál fue el papel de las mujeres.

Las mujeres en la batalla de Stalingrado

A 75 años de la derrota de las tropas hitlerianas

La batalla por la ciudad de Stalingrado, hoy Volgogrado, fue gigantesca y duró seis meses, entre agosto de 1942 y el 2 de febrero de 1943. El ejército alemán del Tercer Reich, el más poderoso del mundo al comienzo de la Segunda Guerra Mundial en 1939, invadió la Unión Soviética a mediados de 1941. Hitler pensaba que la patria de Lenin, por ese entonces desarrollando la construcción de un Estado socialista, caería fácilmente, como había ocurrido con Checoslovaquia, Polonia, Francia, Bélgica, Holanda, Dinamarca y Noruega.
Se equivocó. El Führer subestimó las reservas de los trabajadores y el pueblo soviético. El imperialismo alemán contó al principio con que potencias rivales como Inglaterra y Estados Unidos dejaron sola a la URSS, y no abrían un frente de guerra en occidente que distrajera a los ejércitos nazis. No lo hicieron hasta que el Ejército Rojo y las guerrillas rompieran el cerco a Stalingrado, y comenzaran una imparable contraofensiva que culminó en Berlín.
 Hemos escrito en otras oportunidades (hoy 1653) sobre las características de esta batalla, en la que se combatió casa por casa, y cuyo factor decisivo fue el heroísmo, la iniciativa y la energía inagotable de las grandes masas. Por encima de los interrogantes y las incertidumbres generados por los serios errores previos e iniciales –que posibilitaron el rápido avance alemán en 1941-42-, la clase obrera, el campesinado trabajador, la gran mayoría del pueblo, adultos y jóvenes, hombres y mujeres, cerraron filas alrededor del Partido Comunista y de su dirección liderada por Stalin. Sobre esta base la Jefatura del Ejército Rojo planificó hasta el más mínimo detalle la operación que permitió la derrota y capitulación de decenas de miles de soldados alemanes.
Hoy se reescribe la historia y se pone en una misma bolsa a Hitler y a Stalin, olvidando que Stalin fue el líder de una nación socialista, con todos sus errores, y que fueron los soviéticos los que llevaron el mayor peso en lograr la derrota de la bestia nazi. El costo fue de veinte millones de muertos, es decir uno de cada diez soviéticos. Un millón de inválidos. Varios millones de personas con sus capacidades físicas y mentales disminuidas. Millares de ciudades y de poblados completamente destruidos. La producción agrícola quebrantada. La industria de la parte europea desmantelada.
 
El rol de las mujeres 
Con ese mismo espíritu revisionista, hay modernas historiadoras rusas, y varios periodistas en todo el mundo, que han investigado y jerarquizado el rol de las mujeres en los combates de la Segunda Guerra Mundial. Esto es bueno, pero lo hacen tergiversando la historia general, tomando unilateralmente los errores reales de la dirección del Partido y el Estado soviético en la política hacia las mujeres, sin ver que millones de ellas fueron fundamentales en la defensa de ese estado. Por eso quizás un reciente artículo del diario español El País (27/01/18), escrito por Lyuba Vinogradova, se titula “El terrible precio de Stalingrado” y se aborda el rol de las mujeres en esta batalla, deslizando que al igual que los soldados varones, pelearon tan fieramente porque “había una orden implícita de Stalin de mantener a los civiles en la ciudad para que los soldados, muchos de los cuales eran de allí, lucharan con más pasión para proteger a sus familias”.
Esta es la misma incomprensión y desprecio burgués al heroísmo de millares de mujeres y hombres que se alistaron en las filas del Ejército Rojo y en los grupos guerrilleros, con los afiliados al Partido Comunista y su Juventud en primer lugar. Soldados como el tirador de precisión Zaitsev, del 62° Ejército, a cargo de la defensa de Stalingrado, que dijo: “no hay tierra más allá del Volga”, expresando su convicción de impedir el avance de los alemanes.
 
Las mujeres combatientes de Stalingrado
El comandante del 62 Ejército soviético, el mariscal Vasily Ivánovich Chuikov, recuerda en sus Memorias que: “las mujeres soviéticas partieron al frente convocadas por el Partido y el Komsomol [Juventud Comunista], profundamente conscientes de sus deberes en la defensa de los intereses de su país socialista. Habían sido preparadas para esto por nuestro Partido Comunista, porque en ese momento, nuestro Estado era el único en el mundo en donde las mujeres disfrutaban, de acuerdo con la Constitución, de los mismos derechos que los hombres.
“Aún hay quienes probablemente no comprendan que lo hicieron como constructoras del socialismo y defensoras de los intereses de los trabajadores. Es por ello que, en la guerra contra los invasores nazis, vimos a las mujeres soviéticas sirviendo como enfermeras, llevando decenas y centenas de heridos a la retaguardia, como médicas, realizando intervenciones quirúrgicas bajo el ataque aéreo de la artillería, o como operadoras de telefonía y de radio, cuidando de las conversaciones operacionales y de la gestión en la batalla. Las vimos trabajando en los comandos y en las organizaciones políticas, donde realizaban trabajos de administración militar y educaban a las tropas en el espíritu de la tenacidad en el combate. Quien quiera que visitase el frente veía a mujeres trabajando como artilleras en unidades antiaéreas, como pilotos combatiendo contra los ases alemanes, como comandantes de buques blindados, en la Flota del Volga, por ejemplo, transportando cargas desde la margen izquierda la margen derecha, ida y vuelta, en condiciones increíblemente difíciles…
“La mayoría de los artilleros en el cuerpo de defensa antiaérea de Stalingrado, tanto de las baterías antiaéreas como de los focos de atención, eran mujeres. Pero la eficacia de estas tripulaciones y baterías no era de ningún modo inferior a la eficacia de las unidades antiaéreas que vimos en Don y en otros puntos del frente, donde la mayoría de la tripulación eran hombres. En términos de tenacidad y abnegación en la batalla contra los aviones alemanes, las tropas antiaéreas femeninas a orillas del Volga eran modelos de coraje. Se aferraban a sus armas y seguían disparando incluso cuando las bombas estallaban a su alrededor, cuando parecía imposible, no sólo disparaban con un puntería certera, sino que se quedaban junto a los cañones. Envueltas en fuego y humo, en medio de explosiones de bombas, aparentemente sin tener conocimiento de las columnas de tierra que saltaban en el aire alrededor de ellas, se mantenían firmes hasta el final. Las incursiones de la Luftwaffe en la ciudad, a pesar de las fuertes pérdidas entre las tropas antiaéreas, eran siempre recibidas con fuego concentrado, que por lo general tenía gran número de bajas entre los aviones atacantes. Nuestras artilleras antiaéreas derribaron docenas de aviones enemigos sobre la ciudad en llamas.
“Las tropas del 62º Ejército jamás olvidarán cómo las tropas antiaéreas resistieron en la estrecha franja de tierra a orillas del Volga y lucharon contra los aviones enemigos hasta el último disparo”.