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14 de March de 2018

Migrar para estudiar y trabajar

Estudiantes extranjeros en Argentina

Conversamos con tres compañeros estudiantes extranjeros, sobre la iniciativa de diputados oficialistas que proponen imponer un arancel para el acceso a la salud y la educación superior a residentes extranjeros.

Como se ha venido denunciando desde estas páginas, la medida propuesta por el oficialismo es totalmente xenófoba y por donde se la mire, abre las puertas a cualquier otro tipo de arancelamiento en la universidad, atentando así contra la educación pública.
John es de Perú, está cursando el quinto año de Medicina, vive en Rosario desde el 2010, y cuenta que vino a estudiar a la Argentina porque tenía aquí familiares directos. “Averiguando de universidades vimos que acá era mucho más accesible que en Perú”. Además, tenía una red de amigos y familiares que podían bancarlo.
El acceso libre y el ingreso irrestricto en la facultad de Medicina de Rosario existe desde 2007. “Cuando yo vine ya estaba el ingreso irrestricto, no tuve que rendir examen”, explica.
A diferencia de la UNR, “en Lima, absolutamente todas las carreras tienen examen de ingreso eliminatorio, con muy poca cantidad de cupos para las carreras. Imaginate, que mucho menos para Medicina. La universidad más antigua de Perú tiene cupos para Medicina, postulan miles y miles de estudiantes. En cambio, en Rosario entre las tres carreras -Medicina, Fonoaudiología y Enfermería- ingresan alrededor de 3.000 estudiantes, que se anotan y hacen el cursillo de ingreso. Ese es el motivo principal por el que muchos compañeros de muchos países se vienen a estudiar acá”.

Universidades para pocos
En Colombia, Chile, Brasil, Ecuador, Jamaica, la educación superior está prácticamente privatizada, según cuentan los entrevistados. Por más estatal que sea la universidad, los estudiantes tienen que abonar un arancel que, muchas veces es el equivalente a un salario completo del sostén de familia.
En este sentido, John plantea: “Nosotros venimos de un sistema educativo que está totalmente mercantilizado. Y venir a este país, encontrarte que hay un ingreso irrestricto, que hay un cursillo que ni siquiera es eliminatorio, que es más bien integrador, que no hay grandes impedimentos más allá de los trámites burocráticos que tienes que hacer como en todos los países, con el correr del tiempo me he sentido parte de ese proceso, de esta conquista estudiantil, y es un orgullo estar estudiando en uno de los pocos países que tiene ingreso irrestricto a la universidad”.

Diversidad de carreras
Alvaro nació en República Dominicana y hace cinco años que estudia Psicología en la Universidad de Tucumán. Alvaro menciona que: “Cuando vine quería estudiar Ingeniería Aeronáutica, que no existe en mi país. Como mi padre es argentino, me convenía venir acá”.
En Dominicana, la Universidad de Santo Domingo “la pública” es subsidiada por el Estado, y es la más barata. Pero se paga dinero por créditos. “Después el 80% de las universidades son privadas. La mayoría termina en la privada porque la estatal tiene muchos problemas, lo que termina siendo una extorsión para el que quiere estudiar. Muchas de las carreras tienen examen de ingreso, inclusive en las privadas. El problema principal que tienen las universidades allá es la falta de financiamiento, la falta de condiciones en muchas provincias, porque está todo concentrado en la capital, que tiene más fondos y estructura”.
Por otra parte, Alvaro destaca la calidad de la formación en la universidad argentina. “Los posgrados argentinos tienen mucho peso. De hecho, tengo muchos amigos dominicanos que quieren terminar su carrera allá y venirse para acá. Tiene mucho más peso que hacerlo en una privada de allá. En general las universidades argentinas son mejores que las del Caribe, sobre todo en la excelencia de los profesores”.

Debates no tan nuevos
Si bien la lucha de la Reforma Universitaria, que este 2018 cumple cien años, impuso la educación superior pública, gratuita, cogobernada y laica, las discusiones que se plantean alrededor de la gratuidad de la enseñanza, vienen de aquellos tiempos, es decir que son debates que no son nuevos. “Es preocupante que desde arriba se alienten estos planteos que para nosotros serían un retroceso -plantea John-, más en Medicina que es una carrera muy elitista. Creo que si el gobierno nacional empieza a tener iniciativas para dar marcha atrás con estas conquistas, se retrocede un montón. No es acertado. Porque en definitiva, el déficit en salud y educación no es culpa de los extranjeros”.
Armando es de Perú. Está en Argentina hace nueve años, y hace un año vive en Comodoro Rivadavia, donde está estudiando el segundo año de Medicina en la Universidad Nacional de la Patagonia. Vive con su hermano, da clases particulares de las materias iniciales de la carrera para sostenerse, y reflexiona: “Pensar en un arancelamiento sería un cambio muy brusco para personas como yo que no podría cubrir un arancel”.
Para Armando, que quiere quedarse en este país y echar raíces acá para “devolver lo que este país me ha dado”, “es impensable tener que volver a Perú donde el ingreso a la universidad pública, de mil personas que postulan para Medicina, hay solo cinco vacantes. Y las universidades privadas son imposibles de pagar, directamente. Un arancel, al cambio argentino, sería de 20 mil pesos mensuales”.

Jamás me cerraron una puerta
Desde ya que esta propuesta del gobierno de Cambiemos, alienta un discurso discriminatorio hacia los hermanos latinoamericanos. Si bien esas ideas calan en un sector de la sociedad, John cuenta que nunca sintió discriminación. “Tampoco me topé con profesores de la vieja escuela, pero sé de compañeros míos que los han mandado de vuelta a sus países o a aprender más el idioma. Pero en la UNR nunca vi discriminación, debe ser porque la comunidad fue creciendo y asimilándose”.
Los entrevistados cuentan que siempre está el comentario de “vienen, estudian y se van”. Y John reflexiona: “Eso en realidad es una apreciación muy simplista. Yo tengo muchos compatriotas que vinieron en los años ‘70, ‘80, y te diría que el 90% se quedó acá, construyeron sus familias acá. Lamentablemente salimos de nuestros países porque las condiciones no son las más adecuadas, nadie quiere irse de su país, como ocurre con las migraciones por las guerras, o las migraciones internas en los países. Decir me regreso no es tan fácil, uno ya está acostumbrado acá y echa raíces acá. Por eso es muy simplista decir que el extranjero no devuelve lo que el país le da, o que aprovechamos todo y nos vamos como golondrinas. Cuando en realidad las golondrinas son otras y están más arriba”, dice sarcástico en referencia a los monopolios extranjeros, imperialistas, que saquean nuestro país.
Por su parte, Alvaro señala: “Creo que esas ideas son impulsadas por un sector político del gobierno que lleva adelante este proyecto. Si bien me ha tocado leer comentarios de gente que quiere cobrar a extranjeros por el mero hecho de ser extranjeros, creo que la mayoría del pueblo argentino no apoyaría una medida así porque la mayoría que he conocido tiene un pensamiento inclusivo, de hermandad latinoamericana. Pienso que esto causa más división en la región”.
Armando, a su turno concluye: “En Buenos Aires nunca sufrí discriminación, pero los comentarios discriminatorios los escuché en Comodoro. Fue terrible escuchar observaciones contra peruanos o chilenos, y para mí fue muy fuerte porque nunca lo había escuchado en mis ocho años en Argentina. Pero como yo digo, los extranjeros también hacemos a este país, trabajamos, pagamos impuestos, como cualquier otro habitante nativo.
Mi plan es quedarme, trabajar como médico, para darle lo que este país hermoso me viene dando. Yo en este país tengo amigos argentinos que jamás me dieron la espalda, a mí la Argentina me recibió con los brazos abiertos, jamás me cerraron una puerta”.