La serie de ajusticiamientos y asesinatos que comienza con el atentado al masacrador de obreros patagónicos, coronel Varela, siguió con el asesinato de Kurt Wilckens, responsable de la bomba que causó la muerte a Varela.
Ernesto Pérez Millán Temperley, quien había servido a las órdenes de Varela en la Patagonia, fue el encargado de matar a Wilckens el 15 de junio de 1923, dentro de la penitenciaría en la que el alemán estaba encarcelado. Millán Temperley, por sus contactos con la Liga Patriótica, fue declarado loco e internado en un siquiátrico, evadiendo una condena en la cárcel. Un anarquista de origen ruso, Boris Wladimirovich, desde el penal de Ushuaia donde purgaba una pena, indignado ante el asesinato de Wilckens, planeó un plan para vengarlo.
Wladimirovich tenía una larga trayectoria militante. Nacido en 1876 en una familia aristocrática, se hizo revolucionario y renunció a sus bienes. Según Osvaldo Bayer “Boris ha sido socialdemócrata ruso y participó como delegado de esa nacionalidad en el congreso socialista de Ginebra, en 1904, donde tuvo su primera disidencia con Lenin”. Una salvedad. El congreso al que parece referirse Bayer es el 2° Congreso del Partido Obrero Socialdemócrata de Rusia, y se celebró entre el 17 de julio y el 10 de agosto de 1903, entre Bruselas y Londres. En este Congreso Lenin avanzó en la construcción de un partido realmente revolucionario, en arduo debate contra economistas y oportunistas.
Wladimirovich, tras el fracaso de la revolución rusa en 1905 y luego de haber enviudado, recaló en nuestro país, donde trabó relación con sectores anarquistas. Resuelto a editar un periódico, se le ocurrió conseguir fondos mediante un “asalto expropiador” a los dueños de una casa de cambio. Wladimirovich se asocia con otros dos anarquistas, quienes ejecutan el plan, en el que fracasan y son detenidos por la policía, tras un enfrentamiento en el que muere un agente. Los dos socios y el anarquista ruso son condenados, tras un largo y sonado juicio, a perpetua en Ushuaia.
Wladimirovich se hace pasar por loco para ser trasladado al mismo manicomio en el que estaba Millán Temperley. Como no consigue que lo alojen en el mismo pabellón, convence a otro internado, Esteban Lucich, con acceso a todos los sectores, para que cumpla con el ajusticiamiento del asesino de Wilckens con un arma conseguida por anarquistas amigos. Lucich disparó sobre Pérez Millán el 9 de noviembre de 1925, quien murió al otro día. Wladimirovich murió en prisión sin confesar su participación.
Hoy N° 1715 03/05/2018