Argentina vuelve a subir las tasas de interés a medida que se desploma el peso”, fue el título central del diario inglés Financial Times sobre el cierre de la jornada del miércoles 3, donde además se destacaba que el Banco Central volvió a modificar la tasa de referencia “sólo seis días después del último aumento”.
A su vez, el norteamericano Forbes se preguntaba ese día si no era hora de “salir de la Argentina”. Allí el articulista se refería al pinchazo de la llamada “bicicleta financiera” con que se sostiene la política de endeudamiento macrista, por el raje de los fondos especulativos externos. Ante eso, el Banco Central tuvo que salir a vender dólares para contener la suba de su precio en el mercado y a elevar las tasas de interés para detener la corrida contra sus letras en pesos (Lebac), tirando por la borda lo comprometido en diciembre de 2017.
No obstante, las Lebac siguieron cayendo y el Banco Central tuvo que seguir vendiendo dólares, con lo que en dos meses terminó rifando unos 7.700 millones de dólares, casi un tercio de las reservas reales (pues en las llamadas reservas brutas se computan los encajes en dólares de los bancos, créditos y pases como el swap chino, etc., que en conjunto inflan su monto en más de 30.000 millones). Así, el jueves 3 el BCRA decidió, como medida extraordinaria, elevar otros 3,0 puntos básicos la tasa de referencia a 7 días, a 33,25%, sin por ello poder detener la corrida contra las Lebac, cuyo stock ya ascendía a más de 1,3 billón de pesos, equivalentes hoy a más de 60.000 millones de dólares. Este monto duplica las reservas internacionales propias y es mayor a toda la Base Monetaria (circulante, cheques cancelatorios en pesos y depósitos de bancos en cuenta corriente), de un billón de pesos.
Ya de manera desesperada, el viernes 4 a primera hora el Banco Central anunció una nueva suba, por tercera vez en ocho días, de la tasa de referencia, ahora en 6,75 puntos al 40% anual. Asimismo, redujo el porcentaje de los depósitos que los bancos pueden tener en moneda extranjera, para que salgan a vender dólares (con lo que también disminuirían sus encajes en el Banco Central, que se computan dentro de las reservas brutas). A su vez, los ministros Nicolás Dujovne y Luis Caputo tuvieron que salir a dar la cara anunciando una mayor disminución en la obra pública para un leve recorte de las metas de déficit fiscal, de 0,5% del PBI, tomando nota por primera vez de la suba de las tasas de interés en Estados Unidos y atribuyendo la caída, en lo interno, a “un proyecto irresponsable” de la oposición para frenar el aumento de las tarifas, como si uno de los desencadenantes no hubiera sido dicho aumento (ver “Macri y las tarifas” y “El desmadre del dólar”, en hoy 1715). Omitiendo la realidad inflacionaria, Dujovne afirmó: “Las metas de inflación no se van a cambiar. Ratificamos las metas del 15% para este año, 10% para 2019 y 5% para 2020. El plan de metas es un organizador de nuestro programa económico y respecto a ellas hemos negociado paritarias”, agregó el ministro, dejando claro la pretensión del gobierno de continuar achatando los salarios para “organizar” su programa.
El gobierno macrista sigue insistiendo en la misma receta para sostener la política de endeudamiento que ha llevado al desplome del peso, con un creciente déficit financiero para el Tesoro, por los pagos de intereses que implica, y otro tanto para el Banco Central (que se llama déficit cuasi-fiscal), con la consiguiente inflación y tasas de interés que ahogan el consumo y la inversión, el comercio y la producción nacionales. Para colmo, el gobierno se encaminó además a volver a endeudar al país con el Fondo Monetario Internacional (FMI). El precio de este “blindaje” será atarse más estrictamente a las recetas fondomonetaristas para garantizar el pago a los usureros imperialistas: congelamiento de jubilaciones, más despidos de trabajadores estatales y eliminación total de subsidios a las tarifas, entre otras.
Escribe Eugenio Gastiazoro
Hoy N° 1716 09/05/2018