Tras la licitación de Lebac del martes de la semana pasada, que dejó en manos de los tenedores no bancarios de las mismas $138.000 millones, se vivieron nuevas jornadas calientes en el mercado cambiario. Pese a la tasa de interés anual del 42,23% con la que el Gobierno buscó tentar a los inversores, el Ministerio de Hacienda sólo logró colocar apenas $23.089 millones de sus Letes en pesos. Por lo que la demanda de dólares volvió a presionar sobre el tipo de cambio y el BCRA tuvo que salir el miércoles a jugar fuerte para frenar la corrida, realizando tres subastas en el día que duplicaron el anuncio diario de hasta 500 millones de dólares. Así, ese día perdió 780 millones de sus reservas que, sumados a los 200 millones del martes, significaron en dos días un drenaje de 980 millones de dólares, liquidados a algo más de 30 pesos por dólar.
Como todavía quedaban “en la calle” unos $85.000 millones, que seguirían presionando sobre el dólar, el jueves el BCRA volvió a subir los encajes (porcentaje de los depósitos que deben guardar los bancos como reserva) en 3 puntos porcentuales (del 28 al 31%) para todos los depósitos en pesos, tanto a la vista como a plazo. “De esta manera, considerando que cada punto de exigencia de efectivo mínimo en pesos representa aproximadamente $20.000 millones, la medida generará una absorción de liquidez de $60.000 millones”, comunicó la entidad que preside Luis Caputo.
Esto sucedía al mismo tiempo que se instalaba en el país la misión del Fondo Monetario Internacional (FMI), que viene a controlar el cumplimiento de las metas comprometidas en el pacto de sometimiento firmado por el gobierno de Macri. Por eso, el mismo martes el ministerio de Hacienda sorprendió con tres decretos que serían la contrapartida de un guiño del FMI para utilizar algo más de las reservas del Banco Central para frenar la corrida contra el peso, dada la dificultad que el gobierno tiene en su propósito de hacer que los particulares tomen las Letes (las letras que emite Hacienda). Así, de un plumazo, quitó a las provincias y municipios el Fondo Federal Solidario (“fondo sojero”), redujo drásticamente los reintegros de impuestos a las exportaciones industriales y suspendió por seis meses el cronograma de la baja de retenciones para los productos derivados de la industrialización de la soja (principalmente aceites y harinas). Con lo que el gobierno nacional se quedaría con unos $65.500 millones más entre lo que resta del 2018 y el año próximo, para “hacer honor” a dos obligaciones innegociables: que el tipo de cambio “flote” en línea con la inflación y acelerar la aplicación del ajuste fiscal prometido para el 2019.
Todo esto viene mostrando que las ilusiones que el gobierno pretendió crear con el pacto de sumisión al FMI, no han sido más que eso. Así como de rápido llegó el primer desembolso de 15.000 millones de dólares, así se fue esfumando de las reservas del Banco Central. Acompañando el desplome de la lira en Turquía reapareció aquí rápidamente el fantasma de la cesación de pagos, con la nueva corrida contra el peso que asistimos la semana pasada: subió el costo del dinero (tasas de interés), se disparó la cotización del dólar, bajó la Bolsa, cayeron los bonos, subió el índice de riesgo país, se perdieron más reservas y aumentaron las expectativas de inflación. Como con el FMI “no alcanza”, Caputo comenzó a negociar presuroso con el Banco Central de China, la potencia imperialista con la que Argentina tiene el mayor déficit comercial, una ampliación del préstamo de yuanes para reservas por un equivalente de 4.000 millones de dólares, que se sumarían a los 8.000 millones “heredados” del gobierno de Cristina Fernández.
Escribe Eugenio Gastiazoro