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05 de December de 2018

Entre el Malba y el Colón

Macri, el G20 y la “cultura”

Durante la Cumbre del G20 en Buenos Aires, el gobierno de Mauricio Macri ofreció a los presidentes visitantes, y a sus acompañantes, un espectáculo cultural en el Teatro Colón. Juliana Awada, la “primera dama”, mientras tanto, llevó a sus pares de visita a la casa de la escritora Victoria Ocampo, y al Museo de Arte Latinoamericano de Buenos Aires (Malba).

Federico Fernández, primer bailarín del Teatro Colón, despotricó contra el espectáculo del Colón, ese que hizo llorar a Macri, denunciando que “con un Teatro que tiene todos sus cuerpos artísticos, producción propia, orquestas, técnicos, músicos y bailarines, no se necesita pagar un solo peso”. Fernández dijo que el gobierno dejó fuera de la gala del G20 al elenco estable del Colón y que a los protagonistas del espectáculo denominado Argentum “los obligaron a firmar contrato un mes después de ensayar, sin viáticos, sin almuerzos sin absolutamente nada… Las autoridades del Colón desean eso de sus trabajadores estables, flexibilización laboral, resignar derechos ganados con juicios como el piso flotante que hoy estos 80 bailarines no usaron, calidad de ensayos, salario, dignidad”, dijo en el final del mensaje que subió a las redes sociales Fernández.

El espectáculo ofrecido en la gala del Colón, podría haberse realizado con más propiedad, de acuerdo a los contenidos, en el CCK o en el teatro General San Martín. Visualmente muy atractivo pero con evidentes intereses turísticos y comerciales. Un relato “Argentum for export”.

La esposa de Macri, Juliana Awada, exultante con su papel de anfitriona de las “primeras damas”, dijo “Quisimos transmitir lo mejor de nosotros”, con las visitas a la Villa Ocampo y al Malba. Fue particularmente criticado el recorrido por el Malba que, recordemos, es un museo privado, propiedad del exbillonario (como confesó hace pocos días) Eduardo Costantini. Hasta el diario Clarín, en una nota escrita por Patricia Kolesnikov, se preguntaba por qué no se organizó una visita al Museo Nacional de Bellas Artes.

Con algo de sorna, Kolesnikov escribe que el Malba “un hermoso edificio con una hermosa colección, qué duda cabe”, tiene “restaurante para el almuerzo dentro del museo”, algo de lo que no dispone el Bellas Artes.

La visita al Museo Nacional de Bellas Artes hubiera permitido hacer conocer nuestra colección de arte nacional e internacional de excelencia, sostenida y cuidada con el esfuerzo de su dirección y sus trabajadores. La indiferencia y menosprecio oficial hacia los artistas e intelectuales, aún los propios, se evidenció en notables ausencias, salvo algunos aplaudidores serviles en los medios de comunicación.

Así el gobierno nacional volvió a mostrar su preferencia por la empresa privada antes que lo estatal, y pensando más en el estómago de las “acompañantes”, que en exhibir el trabajo y el acervo cultural que día a día custodian nuestras trabajadoras y trabajadores, pese a las políticas de ajuste que aplica el macrismo.

 

Hoy N° 1746 05/12/2018