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02 de October de 2010

El compañero nos introduce a la situación luego de la reapertura, y la correlación de fuerzas entre los trabajadores y la empresa.

Casino: Peleando por la unidad

Entrevista a Sebastián, empleado del Casino de Buenos Aires

La participación en la lucha sigue estando, no se ha perdido fuerza y menos la convicción. Aparte, la orden de reapertura vino de un día para el otro, pero se llegó a una organización bastante interesante.
La empresa no tuvo una acción que le resulte, teniendo todo el apoyo del gobierno, desde los ministerios hasta las fuerzas represivas; y los trabajadores con el apoyo de la gente, las agrupaciones y algunos partidos en esta lucha, podemos revertir cada acción que toman.
Mucha gente con situaciones de necesidad extrema, o con un crédito, que tiene que pagar su casa… subió, pero no claudicó en la lucha –la empresa los tiene separados del resto–. Así y todo, seguimos la mayoría abajo, el treinta por ciento está arriba y el otro setenta abajo.

La reapertura: una mala jugada de la empresa
El cierre del Casino fue para desgastar a los trabajadores y yo creo que ellos aspiraban a que cuando el barco se reabriera iba a subir la mayoría a trabajar. Les fue muy mal en lo que calcularon: subió muy poca gente y eso les generó un problema muy grande. Tampoco mandaron carta documento para los que no volvimos; si tienen que enviar, tienen que mandar entre cuatrocientas y quinientas cartas. Y eso significaría que no somos cincuenta afuera.
El barco no está funcionando como debería. Normalmente hay 2.500 clientes, actualmente hay entre 100 y 200. De los cuatro pisos, sólo están abriendo uno. El piso completo lo pueden abrir sólo por la noche.
Quedó claro que Rati (gerente de Recursos Humanos) no conoce el barco, porque le preguntaron por qué había sólo 30 mesas abiertas. Y él dijo 30 de 80, cuando en realidad hay 130 mesas. Claramente hay una mentira. Nuestra pelea es un enlace para que nos puedan dar una junta de negociación, pero también desmentir todo los engaños de esta empresa, blanquear la situación como es, que no se pierda ni se dibuje como lo hacen a los medios.

El cuerpo de delegados
Desde el ’99 hasta el 2006 hubo cientos de despidos generados tanto por la empresa como por el sindicato. El Somu tiene 500 personas, 1.500 todavía bajo el sindicato de Aleara; en su momento Aleara decía "este tipo no lo quiero, no me gusta porque opinó distinto, y lo saco", luego la empresa decía "este flaco no me gustó cómo le contestó a este tipo que viene a jugar diez mil", aunque le haya contestado como indican las normas de trabajo.
Desde que nosotros tenemos cuerpo de delegados no hubo un despedido injustificado en dos años, logramos mejorar el convenio colectivo de trabajo, tenemos el control de la propina. A través de los delegados tenemos la posibilidad de controlar el dinero que se junta, llevamos la contabilidad mesa por mesa durante todos los turnos, teniendo el control de lo que sacamos por mes. En base a eso, nuestra propina es bastante considerable, ha duplicado nuestro sueldo. Nosotros no estamos dispuestos a renunciar a nuestro convenio colectivo de trabajo, a nuestros delegados que fueron elegidos legítimamente y que realmente escuchan las necesidades de los trabajadores, que comparten el día a día del trabajo, por lo tanto entienden lo que nos pasa.
Hicimos cajas con explicaciones en castellano y en inglés (para los turistas) contando lo que nos pasa. Recibimos ayuda económica de distintas agrupaciones y de fábricas. En las fábricas y en los hospitales, nos brindan la posibilidad de hablar con la gente y explicar nuestro reclamo y pasar nuestro fondo de lucha. Estamos viendo la posibilidad de una rifa para poder dar un respiro a algunos compañeros que están con alguna situación más difícil, para que puedan continuar con la lucha.

La violencia del Estado
Las últimas represiones se dieron cuando nosotros fuimos con las Madres del Casino al acceso de La Boca a parar el barco, y nos vinieron a sacar: "si te corrés está todo bien, si no te vamos a correr a palazos". La violencia vino con el desalojo, después de la represión que sufrimos el 4/12, con la reapertura y los palos para alejar a la gente de los piquetes y ahí la defensa de los trabajadores. Creo que no se debería llamar violencia a la reacción contra la violencia que ellos ejercen. Sabemos que el poder lo tienen: el juez Oyarbide firmó que las tres fuerzas estén a disposición del casino, todo esto avalado por Kirncher.

El trabajo de la unidad
Hemos vivido en la calle la represión, el desgaste. Hay gente que quedó con mucho miedo y no se quiere exponer, otros que no quieren participar del piquete, pero que participan cuando hay una actividad. Tratamos de acercarles el boletín informativo puerta a puerta, con las actividades que tenemos y las futuras, las reuniones con diputados, senadores que se acercan, el apoyo de Bergoglio, las Madres de Plaza de Mayo, las agrupaciones. Llamamos a todos por teléfono, les preguntamos qué es lo que piensan. Siempre hay un teléfono descompuesto que confunde a la gente, por eso les vamos aclarando todas las dudas y en lo posible tratamos de sumarlos para que empiecen a protagonizar, si no es a través del piquete, encontrarles algo para hacer, porque hay muchas cosas para resolver y seguramente hay alguna en la que están de acuerdo en participar.