El problema inflacionario no se resuelve simplemente con un mayor “poder de policía”, sino con una política que defienda el valor del peso atacando las causas de fondo de la inflación. Y esto requiere una reforma monetaria que, junto a eliminar la especulación inflacionaria, oriente el uso del dinero y las divisas hacia la mejora de los salarios y las jubilaciones, precios sostén en origen a las producciones regionales, créditos para las Pymes y pequeños y medianos chacareros, etc., así como fondos para la reactivación plena de los ferrocarriles y una YPF 100% estatales. Dicha reforma monetaria consiste en lo siguiente:
Cambio de la moneda. Se emitirá un nuevo tipo de billetes, denominados peso argentino, con una equivalencia a los 10 pesos actuales, y se dará una semana para su depósito, lo mismo que para las monedas extranjeras, bonos, letras, etc. Pasados los 10 días, aquellos perderán todo su valor. Los depósitos que superen el equivalente de 500.000 pesos deberán comprobar su origen.
Por cada depósito se hará una restitución inmediata en la nueva moneda (a 1 por 10) hasta un monto de 10.000 pesos o valores equivalentes por persona. En cuanto a las empresas se dará también inmediatamente dicho equivalente por cada persona que ocupen.
Los montos que superen esos máximos, serán devueltos en la nueva moneda (a 1 por 10) totalmente o en cuotas, si se garantiza su uso para la producción sea en el agro, la industria, el comercio o la construcción. Lo mismo en todos los casos que se trate de emergencias de salud o situaciones semejantes. En cuanto a los valores especulativos (títulos de la deuda pública, ajustables o no) sus valores serán cambiados a 1 por 100 y se condonarán todas las deudas en un 90%. Así se evitará la quiebra de las empresas y se producirá una disminución real y duradera de los costos financieros.
Todo esto volcará una gran masa de divisas a la producción –que hoy están en la especulación– y, por diferencia de cambio, el Estado podrá disponer de una cantidad de dinero para créditos promocionales y preferenciales para la pequeña y mediana empresa, y de divisas para las necesidades de importación orientadas hacia un verdadero desarrollo de la industria nacional.
Al mismo tiempo, se congelarán todos los precios de la canasta básica alimentaria y las tarifas, y el Estado se comprometerá a no emitir un solo peso argentino que no tenga su equivalencia en la producción, prohibiéndose el déficit fiscal y aplicándose un impuesto de emergencia del 50% a todos los bienes inmuebles y un impuesto al capital de hasta el 90% sobre el anterior valor de los bienes.
El Estado tendrá el monopolio de la moneda extranjera y será severamente reprimida la tenencia o tráfico de éstas y el contrabando.
Esta reforma monetaria debe ser acompañada de la nacionalización del crédito y del comercio exterior, para tener los instrumentos que permitan el uso total del dinero y las divisas para la producción, terminando con la especulación de los exportadores de retener los dólares para forzar su devaluación y con el negociado de la subfacturación o sobrefacturación que realizan también los monopolios exportadores o importadores.
Hoy N° 1754 13/02/2019