Se paralizaron todas las actividades y hubo inmensas manifestaciones, a pesar de la represión que causó nueve muertos. Las protestas comenzaron cuando jóvenes descontentos por el accionar policial en un conflicto de tierras prendieron fuego a la comisaría de la localidad de Montrouis, en el departamento Artibonite. La respuesta fue la rápida militarización de este poblado. Pero pronto el conflicto comenzó a multiplicarse en diferentes focos del país. Hubo acciones callejeras, concentraciones esporádicas, inmensas movilizaciones espontáneas, caravanas de motocicletas, huelgas de transportistas, quema de comisarías y edificios gubernamentales, y, sobre todo, miles de barricadas que rápidamente tabicaron la capital y los diez departamentos del país. “Tenemos derecho a vivir como personas”, es la consigna que sintetiza el levantamiento.
Un verdadero polvorín
Moise es acusado de la malversación de US$3.800 millones de fondos que recibió Haití de Petrocaribe. Este programa de asistencia fue creado en 2005 por el gobierno de Hugo Chávez para ofrecer petróleo a precio subsidiado para los países del Caribe.
Los recursos obtenidos por Haití a través de Petrocaribe debían ser invertidos en obras de infraestructura, así como en proyectos económicos y sociales.
Varias auditorías realizadas hasta ahora no han logrado determinar el destino de parte de esos fondos y, en ocasiones, han demostrado que fueron usados en obras que quedaron inconclusas. El Tribunal de Cuentas constató las irregularidades en las finanzas de la empresa petrolera en Haití y señaló a 15 exministros y actuales funcionarios que están involucrados en este caso de corrupción, que incluye también altos funcionarios de la anterior gestión presidencial de Michel Martelly.
Pero el problema principal son las condiciones de vida del pueblo haitiano que han creado un verdadero polvorín, que ya estalló en el 2018 en varias oportunidades. El hambre, que golpea al 60% de la población, el aumento constante de la carestía de la vida, la desocupación endémica, las condiciones de salud, de vivienda, son el problema básico. El mundo del trabajo es completamente informal. La moneda nacional, el gourde, se devaluó un 20 por ciento a lo largo del 2018; la inflación se estima en el orden del 14 o 15 por ciento. Hay una ruina de la producción agrícola; un éxodo permanente de las y los jóvenes, expulsados del campo a la ciudad y de allí a países donde son discriminados y superexplotados.
Un país ocupado, desde hace años, por una fuerza militar y civil multilateral bajo la cobertura de la ONU, la Minustah (hoy Minujusth), de la que se han denunciado las violaciones sistemáticas a mujeres de los llamados “guetos”, entre 7 mil y 9 mil víctimas fatales por la epidemia de cólera traída al país por un contingente de soldados nepalíes, y un número incierto de jóvenes asesinados en las barriadas de la capital Puerto Príncipe.
Además, hace semanas que hay escasez de combustible. Lo que quedaba fue a parar a manos del contrabando, y se vende en la calle a precios imposibles, mientras las estaciones de servicio están cerradas. Esto afecta a todos los sectores sociales. El desabastecimiento está vinculado a que el estado haitiano, debe millones al monopolio que concentra las importaciones. Todos los precios se han disparado.
El presidente Moise trató de que la organización “Religiosos por la Paz”, integrada por todos los credos existentes en Haití, incluyendo el vudú, sirva de mediadora entre el gobierno y la oposición, pero la institución rechazó el pedido. Se reunió con empresarios agrupados en el Foro Económico y realizó promesas de creación de 200.000 empleos, etc. También se reunió con el expresidente, Jocelerme Privert, y se separó del bloque del Caribe para anunciar su apoyo a Guaidó.
Pero la oposición anunció nuevas protestas para exigir la renuncia del presidente. André Michel, también llamado “el abogado del pueblo” uno de los líderes de la oposición declaró que “el momento del diálogo ha pasado y el gobierno no tiene nada que ofrecer. Las promesas del gobierno son políticas que nunca va a poder implementar”. Michel, del Sector Democrático y Popular, integrado por líderes de partidos de oposición y por grupos populares, también afirmó que van a “sacar a este poder corrupto que sólo quiere acabar con lo que queda en el país”.
Es una responsabilidad de los sectores populares denunciar la situación de Haití, que pasa casi desapercibida.
Hoy N° 1756 27/02/2019