Está en exhibición la película “Che, el argentino”, protagonizada por Benicio del Toro, y dirigida por Steven Soderbergh. Esta obra, de coproducción franco estadounidense, muestra el pasaje de Ernesto Guevara de doctor a comandante, desde su encuentro en México con el grupo dirigido por Fidel Castro (una buena interpretación de Demián Bichir), hasta el triunfo de la Revolución Cubana. Aquí termina esta primer parte de la biografía del Che realizada por Soderbergh, que se completa con una segunda aún sin fecha de estreno.
Sin ser crítico de cine, me parece que esta es una buena película para quien quiere conocer uno de los hechos fundamentales del siglo 20, y la participación de Guevara en el proceso revolucionario.
Particularmente los jóvenes podrán ver cómo se organiza el Ejército Rebelde en la Sierra Maestra, y tendrán una puerta de entrada para conocer, además del Che, a los principales dirigentes revolucionarios como Fidel Castro, su hermano Raúl y Camilo Cienfuegos. Digo “puerta de entrada” porque para quien no tenga conocimientos previos, muchos de los dichos y hechos del propio Guevara y del resto de los revolucionarios mostrados en la película, no se entienden demasiado, pues no hay una puesta en el contexto histórico.
Entre los aspectos más rescatables de la película, está el correcto tratamiento del Che, sin caer en un “endiosamiento”, ni en las deformaciones a que nos tiene acostumbrado el cine de Hollywood. La película nos muestra a un Guevara combatiente, un revolucionario convencido, con su cariño por los guajiros (campesinos) cubanos, y su batalla para que éstos sean protagonistas de la revolución.
Hace un buen tratamiento del tema de la violencia revolucionaria, fiel a la posición defendida por Guevara, bien lejos tanto de los que pretenden hacer del Che un “romántico idealista”, como de los que lo catalogan “un violento de otra época”. Una escena, donde se juzga revolucionariamente a un grupo de traidores que se aprovechaban de los campesinos, es cabal demostración de esta postura.
En un formato que asemeja en varios momentos a un documental, el director mecha el recorrido de la revolución cubana con pasajes de la presencia del Che, ya como ministro de Industria del gobierno revolucionario, en la Asamblea de las Naciones Unidas de 1964.
En estas partes, en un blanco y negro que recrea los noticieros de la época, Soderbergh entrega algunos de los pasajes más importantes del discurso del Che en la ONU (aquí se destaca la actuación de Del Toro). Las escenas de Guevara comiendo con sus colaboradores en el hotel donde se hospedan en Nueva York, muestran con sencillez y contundencia la gran estatura moral del comandante.
Entre lo criticable, se puede marcar cierta toma de distancia del director, que si bien expresa simpatía por su personaje, no se juega demasiado, dejando en la película cierta “frialdad” que no se condice con el hecho histórico que está contando. En síntesis, una película para ver.
02 de October de 2010