La Corte Suprema de la Nación resolvió, por unanimidad, absolver a Cristina Vázquez y a Cecilia Lucía Rojas. Ambas estuvieron presas, condenadas a prisión perpetua por el crimen de una mujer asesinada en julio de 2001. El fallo de la Corte es un duro revés para el Superior Tribunal de Justicia provincial que no revisó eficientemente la condena. Ambas recuperaron la libertad el 26 de diciembre 2019.
Esta es la historia de Cristina Vázquez, por suerte y gracias al compromiso de sus amigas y organizaciones, hoy es sólo un fragmento de su historia, que más se parece a un cuento de terror.
Las cárceles son un conglomerado, en su mayoría compuesta de una población de pobres, mujeres y hombres de los sectores más desposeídos, los nadies, los vulnerados por este mismo sistema, que primero nos quita derechos y luego nos condena por pobres.
En sus relatos Cristina lo deja expreso, era el blanco más fácil, para una justicia clasista, misógina, que no investiga y que utiliza prejuicios sociales para dictaminar cadena perpetua a mujeres y hombres, sin pruebas concretas y sin las garantías constitucionales. El caso de Cristina, no es un caso aislado, junto al movimiento de mujeres hemos acompañado casos en esta misma provincia, casos como el de María Ovando, Victoria Aguirre, en los que la justicia misionera no sólo evidencia aberraciones judiciales, sino también una complicidad con el sistema patriarcal, jueces, juezas, fiscales que en el período de instrucción no investigan, no recopilan datos pruebas fehacientes y llenan los expedientes de meros juicios morales y clasistas.
El fallo de la Corte Suprema de Justicia es contundente. La condena no tiene fundamento, pero además, viola el principio de inocencia, el debido proceso, la aplicabilidad al caso del in dubio reo, el derecho a la revisión de la condena que les asistía y que la propia Corte ya había ordenado en 2015 y 2016. Fueron casi 18 años que el Estado le robó a Cristina, 18 años plagados de mala praxis, que deben ser reparados material y simbólicamente hacia Cristina y sus familiares. Junto a ella también esta Lucía Rojas, otra víctima de este cuento de terror, de quien no sabemos mucho, pero corre con la misma suerte. Esa, la de los pobres, que en estos últimos años el gobierno de Mauricio Macri y su ministra de seguridad Patricia Bullrich, lograron instalar en el sentido común, la culpabilidad de los pobres, el gatillo fácil, descuidando los derechos y el debido proceso judicial.
Pero una vez más quedó evidenciada la inoperancia de esta justicia, que llena las cárceles con la población más vulnerable, con personas que llenan espacios de un sistema injusto. Gracias al compromiso de una mujer, su amiga Magdalena Hernández, periodista que junto a Pensamiento Penal y al director del documental “El Rati horror Show”, Enrique Piñeyro, acompañaron la revisión del caso y lograron llegar a instancias de la Corte Suprema de Justicia, que luego de casi veinte años -sí, usted lee bien, veinte años- lograron la absolución y libertad de Cristina Vázquez.
Ahora queda en mano de nosotras/os, que no quede impune este caso de mala praxis, señalando y nombrando a quienes condenaron a Cristina impunemente y paguen las consecuencias por el daño material, psíquico, moral y social que le causaron a Cristina y que pueda volver a vivir su vida.
Escribe, María de Misiones.
Hoy N° 1797 08/01/2020