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22 de January de 2020

Para acabar con la inflación y defender el peso argentino

Una reforma monetaria integral

El problema inflacionario no se resuelve simplemente con un mayor “poder de policía”, sino con una política que defienda el valor del peso acabando con la inflación. Y esto requiere una reforma monetaria que termine con la especulación financiera y oriente el uso del dinero y las divisas hacia la mejora de los salarios y las jubilaciones, precios sostén en origen a las producciones regionales, créditos para los pequeños y medianos emprendedores del campo y las ciudades, etc., así como fondos para la reactivación plena de los ferrocarriles y una YPF 100% estatales.

Dicha reforma monetaria debe contemplar lo siguiente:
Cambio de la moneda. Se emitirá un nuevo tipo de billetes, denominados peso argentino, con una equivalencia a los 10 pesos actuales, y se dará una semana para su depósito, lo mismo que para las monedas extranjeras, bonos, letras, etc. Pasados los 10 días, aquellos perderán todo su valor. Los depósitos que superen el equivalente de 500.000 pesos deberán comprobar su origen.

Por cada depósito se hará una restitución inmediata en la nueva moneda (a uno por 10) hasta un monto de 50.000 pesos (5 mil argentinos) o valores equivalentes por persona. En cuanto a las empresas se dará también inmediatamente dicho equivalente por cada persona que ocupen.

Los montos que superen esos máximos, serán devueltos en la nueva moneda (a uno por 10) totalmente o en cuotas, si se garantiza su uso para la producción sea en la tierra (minería y agro), la pesca, la industria, el comercio o la construcción. Lo mismo en todos los casos que se trate de emergencias de salud o situaciones semejantes. En cuanto a los títulos especulativos (bonos del Tesoro y del Banco Central) sus valores serán cambiados a uno por 50 y se condonarán todas las deudas a la mitad de su valor nominal. Así se evitará la quiebra de las empresas y se producirá una disminución real y duradera de los costos financieros.

Todo esto volcará una gran masa de dinero y de divisas a la producción –que hoy están en la especulación– y, por diferencia de cambio, el Estado podrá disponer de una cantidad de dinero para créditos promocionales y preferenciales para la pequeña y mediana producción, y de divisas para las necesidades de importación orientadas hacia un verdadero desarrollo de la producción nacional.

Para cortar con la inercia inflacionaria se debe establecer la desindexación de todos los contratos, la condonación de todas las deudas y sus intereses surgidos de esa indexación y prohibiendo toda indexación futura, como se hizo con el Plan Austral de Alfonsín en 1985 y el simultáneo Plan Real en Brasil, que así cortaron la inflación producto de la crisis de la deuda de ese tiempo. Además de la congelación de todos los precios de la canasta básica alimentaria y de servicios, esto requiere que el Estado se comprometa a no emitir un solo peso argentino que no tenga su equivalencia en la producción, prohibiéndose el déficit fiscal y aplicándose un impuesto de emergencia escalonado hasta el 50% de la revaluación de todos los bienes inmuebles e igualmente sobre el capital revaluado por el cambio de la moneda.

La desindexación y la desdolarización de todos los contratos requiere también que el Estado tenga el monopolio de las divisas extranjeras, y que sea severamente reprimida la tenencia o tráfico de éstas y el contrabando, como se hizo en la Alemania de posguerra, para salvar al capitalismo de la hiperinflación en ese país.

Esta reforma monetaria debe ser acompañada de la nacionalización del crédito y del manejo del comercio exterior, para tener los instrumentos que permitan el uso total del dinero y las divisas para la producción, terminando con la especulación de los grandes bancos y monopolios exportadores de retener los dólares para forzar su devaluación y con el negociado de la subfacturación o sobrefacturación que realizan también los monopolios exportadores o importadores.

Escribe Eugenio Gastiazoro

Hoy N° 1799 22/01/2020