En la madrugada del sábado 1 de febrero comenzó la huelga nacional de los petroleros, desencadenada por el despido de mil petroleros de la fábrica de Fertilizantes nitrogenados de la Araucaria, subsidiaria de Petrobras, localizada en Paraná. El domingo, ya más de 8.000 petroleros estaban de huelga en 17 industrias de la empresa en diez Estados del país. Una comisión de negociación de la Federación Única de Petroleros está desde el viernes anterior en una sala de reunión del Edificio Sede de Petrobras en Río de Janeiro, para negociar la marcha atrás de los despidos, pero la empresa se niega a negociar el cumplimiento del acuerdo colectivo de trabajo. En Río de Janeiro la refinería Duque de Caxias amaneció cercada por la Policía militar para intentar intimidar el movimiento.
La disposición de lucha de los petroleros quedó clara por su capacidad de movilizarse rápidamente en un fin de semana en diversas unidades dispersas en diez Estados. Según la Federación están paralizadas 12 unidades, refinerías y fábricas, una termoeléctrica y cuatro terminales. Además, los trabajadores de más de diez plataformas marítimas también están siguiendo las orientaciones del Comando de Huelga. El lunes 3 la huelga se extendió a trece Estados y más de veinte unidades del sistema de Petrobrás. La resolución de huelga por tiempo indeterminado fue aprobada por trece sindicatos afiliados a la Federación, que está trabajando para ampliar la huelga a otras unidades de producción y a la parte administrativa de la empresa.
La empresa llegó a cortar la ventilación, el agua y la electricidad donde se instaló la Comisión de Negociación. La Justicia del Trabajo determinó que la empresa volviera a darlos, pero la empresa sigue cortando la ventilación, lo cual, obliga a sufrir el calor quemante de Río.
Esta lucha no es sólo por mantener los empleos, sino también para frenar la criminal liquidación de la mayor empresa estatal brasileña. Desde el inicio del gobierno de Bolsonaro, partes de Petrobrás están siendo vendidas a precio vil. Como ocurrió con la Transportadora Asociada de Gas (TAG), en junio, y con su mayor subsidiaria, en julio del 2019. Petrobrás es la séptima empresa de petróleo del mundo en tamaño. Fue creada en 1950, como una conquista del movimiento popular, después de una gran campaña “El petróleo es nuestro”. El gobierno va vendiendo en partes su patrimonio, levantando el falaz argumento de “fortalecer la empresa concentrando sus actividades en la exploración”.
El descuartizamiento debilita la empresa y va a contramano de lo que hacen las principales petroleras del mundo, que integran sus actividades productivas.
Además de debilitar a Brasil, se enriquecen los “corredores”, encabezados por Paulo Guedes, que embolsan grandes comisiones por eso.
El lunes 3 de febrero también hubo un paro de 24 horas de los trabajadores de la Casa de la Moneda de Brasil, contra la propuesta de Bolsonaro y Paulo Guedes de privatizar esta empresa pública que tiene más de 320 años de historia.
Hoy N° 1802 12/02/2020