El confinamiento se viene llevando a cabo desde el lunes 16 de marzo. La medida fue tomada por el presidente Emmanuel Macron un día después de haber llevado a cabo las elecciones municipales. Elecciones para las cuales, sólo en París hubo un ausentismo mayor al 56%. Fue el más grande en la historia de las elecciones municipales en la ciudad. Este revés político y “la falta de responsabilidad” (en palabras de Macron) del pueblo francés hicieron que el gobierno tomara tal medida.
Un gobierno que hasta el 10 de marzo debía convivir con manifestaciones en contra de su proyecto de retirada, un proyecto que recortaba los derechos laborales y modificaba el sistema jubilatorio, pasó a tomar medidas proteccionistas para con sus empresas y trabajadores.
Según el Instituto Nacional de Estadísticas de Francia, se va a una pérdida del 35% en la actividad económica. En caso de que el confinamiento llegue al mes, se estima una baja del 3% en el PBI anual del país.
Es en este panorama que el Estado nacional prometió importantes medidas económicas, que ayuden a paliar la situación. Muchas personas fueron sorprendidas al escuchar las propuestas del neoliberal Macron: “Suspensión de las facturas de gas, agua, electricidad y hasta de los alquileres” también para las Pymes. Este último punto fue explicado de manera tan confusa que parecía que la medida iba a beneficiar a la población en general pero solo será para las empresas.
Con respecto al pago de las facturas de luz, gas, agua e incluso de alquiler propuestas, Pierre-Cyrille Hautcoeur, experto en historia de la economía de la Paris School of Economics, cree que “Francia puede que haga esto porque en parte son empresas públicas. Es un poco el caso de EDF, la principal empresa de electricidad, que es pública. Hay una gran parte de la distribución de agua que es pública también pero municipal y no del Estado. En el gas también hay una sociedad estatal importante. Es más fácil para el Estado imponer esto cuando hay grandes empresas públicas”.
Sin embargo, no se debe pensar que estas medidas son valientes, sino más bien medidas sanitarias que buscan dar tranquilidad a la ciudadanía. De esta forma el gobierno de Francia se asegura que la población no se sienta obligada a ir a trabajar o que lo haga desde la casa en medida de lo posible.
Esta es una gran diferencia en relación a lo hecho por los gobiernos de Italia o España, donde las personas continuaron yendo a sus trabajos por temor a perderlos y ante la necesidad de seguir pagando sus cuentas. Es así como se multiplicaron los contagios en estos países. De todas formas, se han anunciado reuniones con los sindicatos y las patronales para hacer un seguimiento de las medidas y analizar futuras propuestas que puedan atenuar la crisis económica una vez superada la pandemia.
Aún es difícil calcular el golpe que producirá en el sistema económico del país las medidas tomadas por el poder Ejecutivo, pero de lo que seguro se puede tomar nota es del giro político que ha tenido que realizar en relación al discurso que pregonaba hasta antes de la pandemia. Se frenaron todas las reformas propuestas, reformas que apuntaban a un achicamiento del Estado, a la pérdida de derechos laborales y se lanzaron planes de salvataje. Incluso se analiza la estatización de la aerolínea Air France y de diversas empresas automotrices si el contexto así lo exigiese.
A todo este contexto político-económico se le sumó el debate del sistema sanitario francés, que ya venía luchando y exigiendo mejoras. En noviembre del año pasado, tras meses de medidas de fuerza por parte del personal sanitario, el primer ministro francés Édouard Philippe debió anunciar un “Plan de emergencia” que incluía varias primas para el personal, un aumento de presupuesto de €1.500 millones y una asunción de deuda de €10.000 millones en los próximos tres años.
Un sistema sanitario que ya venía trabajando al límite, hoy debe enfrentar uno de los mayores desafíos de la historia. La pandemia ha puesto sobre la mesa la importancia de contar con un sistema de salud público y que cuente con los recursos necesarios.
Para poder graficar el estado del sistema sanitario del país, basta contar la cantidad de camas en cuidados intensivos con los cuales se cuenta. Francia posee 5.000 camas de estas características mientras que Alemania cuenta con 25.000. El objetivo del gobierno es pasar de 5.000 a 14.500 camas en cuidados intensivos y disponer de más de mil millones de máscaras de protección. El primer ministro Philippe admitió las carencias del sistema sanitario para enfrentar el coronavirus
También se van a multiplicar los test de detección, sobre todo para el final de la cuarentena. “De los 5.000 test diarios la semana pasada, hemos pasado a 12.000 test hoy. Dentro de poco más de una semana, estaremos en capacidad de realizar 20.0000, luego 25.000 y más adelante 30.000 test, el propósito es alcanzar los 50.000 a finales de mes”, precisó el Ministro de Salud Oliver Véran.
En cuanto a los barbijos, el personal médico viene denunciando el faltante en los hospitales. Es así que el ministro Véran prometió aumentar la producción nacional, que es actualmente de 8 millones por semana, así como acelerar la importación: “Más de mil millones de mascarillas fueron encargadas a varios países, en especial China, centro mundial de la fabricación de máscaras, para las semanas y los meses que vienen”, precisó Véran.
Hoy N° 1808 01/04/2020