El miércoles la popular manifestación incorporó nuevas formas de expresión y volvió a escucharse el pedido de justicia por las que ya no están en el grito de las que luchan por “ni una menos”.
En las redes sociales, balcones e incluso en las calles de algunas ciudades, sonó fuerte el reclamo del “vivas nos queremos” exigiendo al Estado medidas más profundas que afronten las dificultades que en materia de violencia hacia las mujeres han empeorado durante la cuarentena, porque ellas quedan aisladas en sus casas con los hombres que las violentan y ven reducidas sus posibilidades de escape ante situaciones que las ponen en peligro.
Los pedidos de ayuda por situaciones de violencia durante la cuarentena han aumentado casi un 40% y desde aquel primer Ni Una Menos en 2015 se cometieron 1.500 femicidios. Por lo tanto, el 3 de junio se reclamó por políticas públicas de prevención y erradicación de la violencia que atiendan la situación que se vive en la emergencia sanitaria de forma específica.
El rechazo a los femicidios, a los distintos tipos de violencia y el trabajo para visibilizarlos tienen muchos años de historia en el país. En los 35° años que lleva el Encuentro Nacional de Mujeres ha sido una temática central, incluso la Campaña por la Emergencia Nacional en Violencia hacia las Mujeres nació allí y fue tomada por las distintas provincias a raíz de su debate en los Encuentros. En los talleres de los ENM año tras año cada vez más mujeres se animaban a contar experiencias personales que parecían cuentos de terror, pero eran parte de lo que vivían a diario. Otras escuchaban atentamente y comenzaban a darse cuenta que también eran víctimas de una violencia que estaba tan naturalizada y arraigada en sus vidas que no la habían identificado antes.
Este debate alzó la voz en 2015, el movimiento de mujeres y feminista de la Argentina dio un salto en masividad. La discusión sobre las formas de violencia se introdujo en cada casa, en cada institución y ganaron la calle el repudio, la denuncia de distintas formas de violencia, en el pedido justicia por cada femicidio y en la exigencia de políticas públicas que den respuesta a la situación.
En este camino las mujeres afirman “no estamos solas” y siguen la batalla contra el patriarcado. Porque la violencia machista que genera esta sociedad se reproduce cada minuto y en cada rincón de la Argentina cuando las mujeres son discriminadas por nacer mujeres y llegan a pagar con sus vidas esa desigualdad.
Durante la cuarentena al menos hubo 58 femicidios, muchos delitos han bajado, sin embargo, este se mantiene en auge y la violencia crece. Es por eso que la exigencia de la Declaración de Emergencia por Violencia de Género a nivel nacional es un reclamo que se mantiene fuertemente vigente.
En estos momentos de crisis sanitaria y social se presenta como urgente la necesidad de dar respuesta a la precariedad económica y habitacional que impide a tantas mujeres salir de la violencia, sobre todo en los barrios populares. Si bien se han abierto refugios de emergencia y las promotoras en prevención contra la violencia realizan un trabajo realmente destacable, para estar a la altura de la situación que transitamos es necesario habilitar mayor cantidad de espacios y reconocer económicamente el trabajo arduo que realizan las voluntarias. Para abordar medidas como estas y otras que plantea el pedido de Emergencia en Violencia, es necesario un Impuesto a las Grandes Fortunas, destinando fondos a las necesidades que surgen en este contexto de pandemia.
El movimiento de mujeres y feminista crece sin parar, sobre todo en los últimos años, y son muchas las batallas que deberá enfrentar. En este camino han aprendido que el machismo mata, que en un solo grito de todas las gargantas la voz no se puede ignorar, que no están solas, que lo dañino no se puede normalizar, que en una marea pueden inundarlo todo y teñir con sus colores de lucha cada rincón, que la libertad es la meta y no hay qué las detenga para alcanzarla.
Córdoba
En la capital provincial se realizó en varios barrios de la ciudad recorrido con autos con altoparlantes, difundiendo consignas, teléfonos donde acudir en caso de violencia, promotoras en prevención de la violencia. Recorrimos comedores de la CCC de la zona norte, repartiendo escarapelas de la emergencia realizadas por las compañeras y pegando carteles.
Ciudad de Villa María: se realizó una concentración en el centro de la ciudad, tomando los recaudos sanitarios, donde participaron diferentes organizaciones.
Jujuy
San Salvador de Jujuy. El 3 de junio en Jujuy ganamos las calles, con distanciamiento social y barbijos. Desde la Multisectorial de Mujeres y disidencias de Jujuy convocamos a casa de gobierno a las 16 hs -totalmente vallada y con innumerables policías-. Fuimos con siluetas recordando a las jujeñas asesinadas, gritamos sus nombres, y realizamos una intervención artística. Marchamos pasando también por el Consejo Provincial de las Mujeres. Y replicamos durante todo el día jornadas en las plazas centrales de las ciudades como San Pedro de Jujuy, Libertador, Monterrico, y en todos los comedores y merenderos comunitarios.
Presentamos una nota al gobernador, donde exigimos como desde el 2007 la emergencia en violencia contra las mujeres, refugios y subsidio económico para las mujeres y mujeres trans en situación de violencia, ampliación y desprecarización laboral de equipos interdisciplinarios que siguen casos de violencia y están desbordados, y sanción efectiva para funcionarios violentos, entre otros puntos.
Reclamamos prisión perpetua al femicida de Alejandra Oscari, mientras se desarrolla el juicio oral, y una investigación por la muerte de la militante feminista Rocío, de Humahuaca, que hoy nos sigue conmoviendo por la negligencia estatal brutal que seguimos conociendo a través del relato de sus compañeras, y que consideramos un crimen.
En Jujuy, con la flexibilización de la cuarentena por ausencia de circulación comunitaria del virus, volver a ganar las calles es un desafío. La violencia machista nos sigue matando, y sin emergencia no hay #NiUnaMenos.